El exsecretario de Comercio Guillermo Moreno es desde hace tiempo la voz protagonista de una parte del peronismo que busca reorganizarse y avanzar en el armado de una nueva opción de gobierno, en el marco de un gobierno libertario que, considera, “está llevando a la Argentina” a una depresión económica”. En diálogo con El ciudadanoy en el marco de su visita a Rosario para presentar el libro del Plan Económico Justicialista (este sábado será en el Club Central Córdoba a partir de las 19), el presidente del partido Principios y Valores solicitó a la dirigencia “ ponerse delante de la gente”, porque “cuando la gente tiene hambre y empieza a gritar, la situación se puede salir de control”
—¿Cuál es el motivo de su visita a la provincia?
—El Movimiento Justicialista Nacional se está reorganizando para hacer un buen gobierno, y para hacer un buen gobierno se necesitan tres características fundamentales: primero que el peronismo esté organizado, en sus poderes, en vez de ser cuatro poderes ahora serán siete; segundo, que tiene la herramienta electoral, en lugar de ser el Partido Justicialista será la Confederación Justicialista, esta es la singularidad de los diferentes partidos que tienen una base doctrinal; y lo tercero es tener un plan de gobierno, y dentro de un plan de gobierno el plan económico es central. Bueno, venimos a hablar con nuestros compañeros de Santa Fe, de Rosario, y también de Las Parejas, sobre el programa económico, pero también venimos a impulsar la reorganización del peronismo, como prioridad.
—¿Qué impresión te llevó Las Parejas? ¿Están empezando a sentir las consecuencias del plan económico?
—Tuvimos una reunión extraordinaria en el Centro Industrial Las Parejas, estuvieron los alcaldes, los concejales, el alcalde expresó su preocupación por la situación de su ciudad que es una ciudad industrial, y obviamente las ventas están al 50 por ciento de lo que esperaban. debiera ser. Esto está pasando en todo el país, este gobierno está llevando a la Argentina a una depresión económica. La depresión económica fue en 1930, aquí golpeó en el 31, 32. No hay ningún argentino activo que recuerde haber vivido la depresión, estamos hablando de casi cien años. Para tener noción de eso habría que ser un hombre de 115, 120 años, no hay muchos en la Argentina que puedan decir cómo era la depresión en esa época. Eso está en los libros, en las películas, en las fotografías. Ahí es donde nos lleva el gobierno.
—¿Qué puede pasar en los próximos meses? Usted dice que el gobierno ya fracasó, pero ¿cómo imagina ese resultado?
—Espero que sea dentro de la ley y el orden. Por eso estoy insistiendo en que la política tiene que estar de frente al pueblo, no es que tenga que acompañar, o ir detrás, como proponen algunos dirigentes. Hay que acompañar el proceso, liderarlo, no estar de lado ni detrás. Porque es la única manera de que el resultado sea dentro de la ley y el orden. De lo contrario, será un resultado muy complejo. Cuando la gente tiene hambre y empieza a gritar, la situación puede salirse de control. Entonces hay que evitar eso. Por eso hay que tener una solución institucional, y para eso es necesario que funcionen las instituciones, fundamentalmente el Congreso.
—¿Aplicando qué instrumento?
—Eso lo decidirá el Congreso. Tengo mi hipótesis, ya no es mi disciplina, que el presidente se va a deprimir. En esta ley que acaba de aprobarse, el presidente dice que quiere tener un Estado dentro del orden público, con eficacia, eficiencia y transparencia. Todos estamos de acuerdo en eso. Pero él está hablando del Estado que quiere, y dijo que el Estado era una asociación ilícita. Y no es sólo un dicho, porque lo ha dicho muchas veces. Dice que en economía no hay que hacer costos, pero resulta que toda la ley está diciendo que se va a basar en las estructuras de costos de las diferentes empresas. No contento con regular los precios, regula las tarifas prepago, cuando no tiene marco legal porque derogó la ley de abastecimiento. ¿Cuánto tiempo más podrá gobernar disociado de lo que cree? ¿Estará gobernando? Lo llevaron a Estados Unidos por ocho días. No sé si el resultado de esta transición contiene a Milei o no. Porque hay que imaginarse cuando su admirado profesor de español, Jesús de Soto, le dice “te echo de la secta, porque estás haciendo lo que los anarcocapitalistas no queremos que hagas, eres una vergüenza para nosotros”. anarcocapitalismo”. ¿Qué va a pasar con MIlei? Evidentemente, nadie en el mundo vinculado al anarcocapitalismo puede validar lo que Milei empezó a hacer hace dos o tres semanas. Este ya no es un gobierno anarcocapitalista. Cuando dijimos que esto se iba a acabar a los seis meses, a los cuatro dejó de ser anarcocapitalista. Y ahora veamos cómo llega a seis.
—Usted lleva semanas repitiendo que el Gobierno ha entrado en una nueva etapa.
—Sí, el gobierno sí, no conozco a Milei. Estábamos hablando de Milei, yo no estaría tan seguro de asociar al gobierno con Milei. Lo que están haciendo no tiene nada que ver con los pensamientos internos de Milei. El niño tiene un problema de salud mental. No hay duda. Mientras no fue presidente no pasó nada, ahora es otro asunto cuando es presidente. Es obvio que tiene un trastorno. O, en términos coloquiales, está enfermo. Pero bueno, ¿cuál va a ser el propósito de esta transición? No lo sé. Sé que comenzamos la transición. El final de la transición puede contener o no a Milei. La vicepresidenta (Victoria Villarroel) pronunció un discurso en el que dijo que hay que buscar la armonía entre capital y trabajo en el marco de la comunidad organizada, tendiendo a la felicidad del pueblo y la grandeza de la Patria. Bueno, ese discurso es un discurso extraño para un gobierno anarcocapitalista.
—¿Esta nueva lógica que desdibuja el anarcocapitalismo original de Milei puede ir más allá de los primeros seis meses que usted predijo?
—Tenemos que ver si MIlei puede aguantar. Está claro que si se hizo pragmático y encontró un modelo consistente, lo que significaría un modelo tipo Espert, que devalúa y elimina retenciones, es consistente. El problema es que les va a hacer daño a los de abajo y hay que ver si los de abajo van a tolerar, que se mojen, que les tiren un balde de agua. Para ser coherente, ya no puede ser anarcocapitalista. Y eso va en contra del pensamiento profundo de Milei. Lleva diez años diciendo una cosa y ahora, tres meses después, gobierna desde otra. Bueno, no es tan fácil para las agallas y la cabeza aguantar. Nadie se imagina a Moreno diciendo que los mejores gobiernos eran los radicales. Bueno, Milei está haciendo eso.
