La danza de la realidad – .

La danza de la realidad – .
La danza de la realidad – .

Así se titula uno de los volúmenes de la autobiografía imaginaria que Alejandro Jodorowsky ha ido construyendo durante las dos últimas décadas de su dilatada carrera como ensayista, cineasta, agitador cultural y dramaturgo. La expresión que utiliza para dar su nombre a la Me parece extraordinario el libro en el que describe sus aventuras como mistagogo, tarotista, psicómago y chamán, pero no por las razones que se podrían suponer y que se explican en la obra citada sino por su capacidad para describir la interacción entre lo primordial fuerzas o los elementos dinámicos a los que debemos nuestra vida y la vida en general. La danza a la que me refiero y dedico esta columna no es otra que la descrita por Empédocles de Acragas allá por el siglo V a.C. o por las tradiciones china e hindú.

Según el primero, el mundo que nos rodea está formado por cuatro elementos (tierra, fuego, agua, aire) que se amplían a cinco en el caso de los chinos (tierra, fuego, agua, metal, madera) y los practicantes. del hinduismo (tierra, fuego, agua, aire, éter). Sin embargo, los cuatro o cinco elementos a los que ambos hacen referencia no son estáticos, pasivos e inamovibles, como habitualmente nos han hecho creer o como se describen en las aulas. Su naturaleza es mucho más compleja que la de aquellos ingredientes que se baten, combinan, aliñan, hornean y sirven en bandeja para satisfacer el paladar de los comensales porque trasciende o está más allá de la materialidad inerte que se les suele atribuir. La suya es una realidad dinámica, fluida e impetuosa que, al fin y al cabo, es inefable porque no hay voz ni concepto humano capaz de reflejar la perpetua transmutación, la inquietud que no cesa, los procesos que pasan por los cambios de estado, la energía que late detrás y anima cada fenómeno, el soplo que instiga ese devenir imposible de detener o captar con palabras. Sólo tenemos que mirar lo que sucede a nuestro alrededor para adivinar, aunque sea de forma provisional e intuitiva, lo que escribo. El agua se mueve, se derrama sobre la tierra y comienza un viaje, un ciclo interminable que la lleva al subsuelo, a los ríos, al mar y nuevamente a la atmósfera. El aire lo hace a través del viento, impulsando las nubes, generando vórtices, tormentas y torbellinos que derriban árboles y arrancan tejados. El fuego crepita, sube desde las entrañas del planeta para deslizarse por la ladera de las bocas de los volcanes o transforma, por contacto directo, la naturaleza de los materiales para conferirles propiedades inéditas. Y qué decir de la tierra que tiembla, desliza, abre, alimenta, protege o genera los productos que llenan nuestras mesas y despensas. ¿Cómo dar cuenta de esta danza primordial que, además de misteriosa, resulta insondable si no es a través de metáforas, símbolos y tropos?

#Argentina

 
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