(Enviado Especial a Junín)
El partido le dio mucho trabajo a Unión. No sólo porque tuvo que remontar un 1 a 0 a favor de los mendocinos, sino porque tuvo que luchar no sólo con el entusiasmo de su rival, sino también con sus propias limitaciones.
¿Cuáles fueron esas limitaciones? La falta de generación de espacios, la imprecisión en los pases y muchos disparos que partían desde el sector defensivo y que generalmente terminaban en la cabeza de los defensores rivales.
¿Qué hizo Gimnasia? Jugar con orden, corriendo mucho y metiéndose en todos los sectores del campo de juego. Intentó tapar el ascenso de los laterales y aprovechó una jugada en la que la defensa de Unión estaba completamente desorganizada y Silba remató sola para definir con un toque certero sobre la humanidad del uruguayo Cardozo.
Fue una recompensa excesiva para los mendocinos, pero Unión tampoco hizo mucho para marcar la diferencia. Luna Diale empezó a gravitar a los 20 minutos, Balboa luchaba con poco éxito entre los grandes Meritello y Sbuttoni, mientras Gamba participaba en todos pero siempre estaba en inferioridad numérica o con la marca muy alta, incapaz de desequilibrar.
Unión empezó a mandar en la parte final del primer tiempo, sin que esto se convirtiera en dominio absoluto y generando poco peligro ante el arco de Petruchi. Hasta que un buen movimiento por el costado izquierdo le permitió a Luna Diale meter un centro al área grande y Bruno Pittón, quien previamente había participado en la jugada, logró peinar el balón, que entró por el segundo palo y se convirtió en empate justo. .
El Kily -desafiando los efectos de un estado gripal y el fastidio por las cosas que no le gustaban de su equipo- pidió calma y se enojó cuando el equipo no pudo progresar en la cancha debido a la falta de claridad y esas imprecisiones que hicieron que el equipo trabajo mediocre.
El Kily buscó más fútbol con el ingreso de Roldán por Mauro Pittón. Y como no cambiaba esa mediocridad y las dificultades para hacer daño a un rival que no se desordenaba, rompió el esquema de cinco en fondo al sacar a Pardo (muy impreciso en cada tiro) y poner a Orsini de “9”, echando encima a Balboa. el lado derecho y colocando Gamba en el lado izquierdo.
Unión fue más protagonista pero no lo suficiente como para crear peligro real para Petruchi. Y Gimnasia dependió mucho de lo que pudiera hacer Salega, quien en el primer tiempo se movió hacia la derecha y en el segundo cambió de posición con Nazareno Solís y se posicionó hacia la izquierda, siempre con el objetivo de tapar el ascenso de Vera.
Esta mayor ambición de la Unión no estuvo exenta de impotencia. Y por eso la iniciativa se volvió estéril. No hubo sorpresa, no hubo ideas y la sensación fue que nadie se salía del molde para cambiarle la cara a un partido decididamente malo. Para agravar la situación, Gimnasia tuvo el gol más claro en un contraataque que volvió a encontrar a la defensa mal parada y el disparo de Castro, que había ingresado en el segundo tiempo, se fue al palo derecho.
Hasta que al final, aprovechando esas limitaciones extremas, la impotencia y los errores de Unión, llegó el segundo de Gimnasia. La jugada se generó desde la derecha, llegó un centro raso que atravesó el área chica, Cardozo no reaccionó y prácticamente acompañó el recorrido del balón y Nazareno Solís apareció en el segundo palo para empujarla y marcar el segundo gol, que fue un golpe letal, aunque anunciado, que actuó como castigo por todo lo malo que hizo Unión durante los 90 minutos.
Las normas generales de la ley también se aplican al Kily. No movió el banquillo, no refrescó al equipo, arriesgó cuando lo sacó a Pardo para meter uno más adelante, pero arregló a Gamba por izquierda y se lo tiró a Balboa por derecha. El equipo se volvió más predecible e impotente que antes. No se le escapó ni una sola idea. Él ni los jugadores en el campo ni el entrenador. Quizás un Domina, un Verde o antes un Morales y no al final del partido y sin tiempo ni para tocar un solo balón, le hubieran podido dar esa frescura que lo hiciera salir de ese estado de abatimiento.
Unión terminó regalando su participación en esta Copa Argentina. Y lo hizo de la peor manera, con una imagen de un equipo desgastado, sin ideas y con una impotencia extrema que despertó silbidos e insultos de la gente que llegaba a Junín para encontrarse con un equipo aburrido, confundido y enfermo de impotencia.
