Ana González Lartitegui vuelve a ser premiada, ahora en Madrid, por ‘El barco de los locos’

‘El barco de los locos’ (Al final de los cuentos, 2023), con texto e ilustración de Ana González Lartitegui (Bilbao, 1961, residente en Aragón desde hace más de treinta años), ha vuelto a ser distinguida, después de haber sido distinguida semanas atrás por la Fundación Cuatrogatos de Miami. Por unanimidad del jurado, ha sido galardonado con el VII Premio de Muestra de Libro Infantil y Juvenil que organizan las bibliotecas de la Comunidad de Madrid. El próximo 2 de abril, Día Mundial del Libro Infantil y Juvenil, tendrá lugar la presentación de la 39ª Muestra LIJ y Teresa Benéitez, la editora, y la autora recogerán el Premio en la Biblioteca Cardenal Cisneros de Alcalá de Henares a las 11:00 horas en un acto en el que, además de las autoridades de la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Alcalá, estarán presentes niños de un colegio cercano.

La autora inició su carrera a finales de los 80 e ilustró libros como ‘La carta de la señora González, con texto de Sergio Lairla, recibió el Premio al Mejor Libro en la FIL de México en 2000, y ‘El libro de la suerte’, que ganó el Premio Euskadi de Ilustración 2015. Aquí responde algunas preguntas sobre un libro que es también un diálogo con la historia del arte, con lo grotesco y lo picaresco, con la figura de Hieronymus Hieronymus y con homenajes explícitos a la Iglesia de San Lorenzo de Garrapinillos, primer proyecto del arquitecto. RicardoMagdalena.

¿Explícanos cómo se propuso esta pieza?

La historia la escribí hace muchos años, para un taller de ilustración que titulé ‘El libro que crece’ donde los niños y niñas debían crear cada uno su tonto, montados en algún medio de transporte con la planta de tomate encima, viajando a toda velocidad. , en cada dibujo un tomate más. Armamos las ilustraciones como páginas de un libro de acordeón y las páginas inicial y final contenían el principio y el final de la historia más o menos como la conocemos ahora. El núcleo del trabajo colectivo resultó ser una fuga de personajes de lo más diversa y divertida. Años después pensé que ese argumento podría dar lugar a un libro y comencé a hacerlo.

Ana González Lartitegui en su estudio Garrapinillos: es ilustradora, escritora, editora, teórica e imparte numerosos talleres y charlas.
Javier Belver.

¿Cómo abordaste este homenaje a la historia de la pintura, especialmente del flamenco, con tantos guiños?

La historia del tomate número trece estuvo muy bien plasmada en su parte escrita, pero para convertirla en álbum necesitaba un motivo gráfico potente. Y ahí comenzó el diálogo con lo carnavalesco, la literatura del disparate y la tradición pictórica de los maestros flandeses. Me topé con él en los primeros bocetos. En la escena del primer tonto que llega al río, imaginé a mi personaje llegando a la laguna Styx de Patinir y, de repente, la idea desató una serie de ataques fascinantes. Una cosa me llevó a la otra.

‘”El barco de los tontos’ para mí ha sido la oportunidad de burlarme de la necedad de los listos; aquellas personas que ridículamente se consideran mejores que los demás y los tratan como tontos, degradándose así sin darse cuenta”

Eso explica la idea del viaje constante que es el libro.

Lo que originalmente era un crucero turístico se convirtió en ‘El barco de los locos’ y el mago a bordo de mi libro se convirtió en ‘El mago’, ambos de Hieronymus Hieronymus. A partir de ahí comenzó la investigación y este diálogo con la iconografía de lo grotesco desde el absurdo presente en muchas miniaturas medievales hasta los ‘seres extraños’ de François Desprez o el delirio de ‘El funeral’ de George Grosz.

Como escritor y como ilustrador, ¿qué te preocupa, qué quieres contar, cuál es tu poética?

‘El barco de los locos’ para mí ha sido la oportunidad de burlarme de la necedad de los inteligentes; aquellas personas que ridículamente se consideran mejores que los demás y los tratan como tontos, degradándose así sin darse cuenta. Creo que en el centro de todos mis trabajos está la intención de provocar rupturas y estimular la necesidad de hacer preguntas. ¿Qué pasa si las historias de ficción no son útiles?

Ésa es una pregunta que los escritores intentan responder de mil maneras. ¿Lo has hecho? Utiliza muchos personajes: pícaros, campesinos crédulos, curanderos envidiosos, magos justos, almas perdidas, ángeles…

Las personas recurren a las ficciones para vernos reflejados con la debida distancia de tal manera que podamos estudiarnos y comprendernos en nuestra cara más ridícula sin sufrir por ello. Estoy intentando hacer algo así.

 
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