Cría cabras en el norte de Neuquén, subió al Domuyo por el camino menos conocido y lo que encontró se mueve

Un viaje, el cielo más azul, el calor y el frío, el silencio y el ruido de la Bramadora, todo se fundía en un paisaje. De repente un hombre camina solo entre un glaciar, allá en las faldas del Domuyo, el techo de la Patagonia. La nieve en los picos de la montaña marrón parece un pastel cubierto de merengue. Se escucha rugir la tierra entre el vapor que viaja en columnas hacia el cielo. Un chorro de agua negra fluye con fuerza. A sus pies los colores del norte neuquino se matizan con el de las flores testarudas que crecen entre las rocas, de extraña belleza. Y la paz de Antonio, con su melodía pausada, cuenta que cría cabras, vive solo y sale a estas aventuras.

Antonio Vázquez nació en Varvarco y creció en Los Bolillos, en la costa de Varvarco. Es un campesino, su vida la pasa cuidando sus cabras a los pies del gigante. Esto le lleva a desplazarse de su puesto de invernada en Los Bolillos para veranear en la Puntilla Norte, zona de Ailinco, en los meses en los que el calor gana protagonismo. Para llegar allí, pastorea dos días de ida y dos de regreso.

Este verano decidió escalar el Domuyo por la cara oeste. Tenga en cuenta que no es una ruta desaconsejada para llegar a la cumbre porque no tiene senderos, pero él, que conoce el terreno, salió y mostró lo increíble que es ese paisaje.

“Fui cuatro veces a este lugar de Domuyo, y es la segunda vez que voy para quedarme. La primera vez que pernocté, en 2008, fue porque seguí el camino que hizo Lino Carbajal, Sacerdote salesiano a quien se le atribuye la primera ascensión al Domuyo (1903), aunque sólo llegó al acantilado, como él mismo dice en las páginas 53, 173, de su libro “Por el alto Neuquén. Ascensión al pico Domuyo”, afirma.

Este Una vez fue a “albergue”, como él lo llama, para dormir en la montaña, porque su objetivo era ver las fuentes de los arroyos Manchana Covunco y Turbio, y estar cerca de las yeserías de Domuyo.

El primer día caminó por la cuesta del gigante y dice que a las 3:30 pm llegó al final del camino, al que se accede por el mismo sendero que va a Humazo. Desde allí bordeó la Manchana Covunco por un camino de herradura durante hora y media y llegó al arroyo El Yeso. Luego de cruzarlo giró a la derecha y comenzó a ascender levemente durante 1:40 horas hasta el lugar donde instaló el campamento para pasar la noche.

“Como era tarde me dirigí a Bramadora, que es una de las fumarolas más activas del sistema termal de Domuyo. Para salir de mi campamento tuve que cruzar nuevamente el arroyo Yeso y subir una suave pendiente. Ahí ya empiezas a sentir la altura, porque hay que tener en cuenta que es una de las fumarolas más altas, se encuentra a 3.160 metros sobre el nivel del mar.”.

“Bramadora” o “La Bramona”, así la llaman la gente de la zona, por el gran ruido que hace, dice Antonio. La primera vez fue, en el año 2008 y mientras escuchaba ese sonido que surgía de las entrañas de la tierra, pensé que el ruido cambiaba mucho, “creo que ahora es mucho menos intenso, no creo que el El vapor tiene menos potencia, sino que “la salida cambió, por derrumbes, antes tenía un orificio lateral que hacía un ruido parecido a la turbina de un avión”.

No es que sea silencioso, ni mucho menos. Se puede oír hasta a dos kilómetros de distancia si hay poco viento. “Desde mi campamento me llevó una hora subir y media hora bajar. El problema que tienes es bajar al arroyo, porque tiene un barranco muy empinado y es muy duro”.

“Bramadora” o “La Bramona”, así la llama la gente de la zona, por el gran ruido que hace.

Segundo día en Domuyo


Tan pronto como salió el sol, Antonio se despertó y a las 7:20 estaba listo para continuar el viaje. El esfuerzo físico era importante. La subida es bastante empinada, por lo que se va despacio. YEn el terreno duro no había camino, pero sabía que se podían tomar diferentes rutas.

“En la cima Hay varios glaciares, intenta evitarlos en la medida de lo posible, pero si la pendiente no es muy pronunciada podrás cruzarlo sin ningún problema. También hay que tener cuidado con los desprendimientos de tierra, que se producen cuando comienza el deshielo cuando el sol calienta un poco. Por eso hay que intentar evitar los lugares de acarreo”, destaca.

El Ala 11 llegó al borde y caminó durante unos 40 minutos en dirección sur y regresó a la 1:10 pm. Después de las 2:30 horas regresó al campamento. El paisaje desde arriba había quedado grabado en su mente.

“A medida que sube, el panorama de la región cambia, Se puede observar prácticamente todo el departamento de Minas. En particular, la cordillera de los Andes., y la parte norte de la Cordillera del Viento, también gran parte de la sierra sur de Mendoza, si el día está despejado se puede observar desde el Campanario (Mendoza) hasta el volcán Copahue. Y todos los volcanes de Chile en esta latitud, desde Peteroa hasta Chillán.

“Algo que me llamó la atención es la gran cantidad de penitentes (nieve en forma de columnas, o láminas) que hay a partir de los 3.500 metros sobre el nivel del mar, empiezan desde unos pocos cm hasta más de dos metros en el borde. El punto más alto al que llegué fue de 3.960 metros sobre el nivel del mar. Esto está muy lejos de la cumbre que está en 4.709. Para llegar a la cumbre por este lado hay que acampar mucho más arriba, al 3.400 hay un lugar con restos de un antiguo campamento. También puedes acampar en el borde, En mi caso, como no era la idea llegar a la cumbre, comencé desde mucho más abajo, a 2.870 metros sobre el nivel del mar”.

Siempre le llamó la atención el color oscuro que tiene el arroyo Manchana Covunco prácticamente todo el año, y dDescubrimos en esta ladera que se debe a la gran cantidad de yeso que aportan dos chorros que salen de los moldes de yeso.

Para terminar, Antonio piensa y asegura: “Dicen que la montaña es adictiva. Quizás tengan razón porque siempre quedan las ganas de regresar y ver otro cerro, otro cañón, otro arroyo, otra cascada. Lo que te puedo asegurar es que no tiene precio despertar a las dos de la mañana y sentirte diminuto entre cerros, un cielo lleno de estrellas y el rugido de la Bramadora.

Antonio comparte sus aventuras en el Norte Neuquén en las redes: Facebook Antonio Vazquez Värvarco e Instagram. (@tonovazquez75)

 
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