Ante una asamblea compuesta por reclusas y personal penitenciario, el Santo Padre, en su homilía en la misa de la Cena del Señor en la prisión de mujeres de Rebibbia, en Roma, recordó que con el gesto de lavar los pies, Jesús nos hace comprender la vocación de servicio y ante la traición de Judas nos recuerda que Dios todo lo perdona, siempre.
“Jesús perdona todo. Jesús siempre perdona. Sólo pide que le pidamos perdón”. Esta es la invitación del Papa Francisco en la breve homilía de la Misa “in Coena Domini” de este Jueves Santo, celebrada, como es tradición, en la sede de una penitenciaría romana. En la sección de mujeres de la prisión de Rebibbia, bajo una gran carpa en el patio de la prisión, el Santo Padre presidió la Misa de la Cena del Señor en presencia de unas 200 personas, entre las que se encontraban reclusas, ex reclusas, personal penitenciario y algunas familias. . La prisión de mujeres de Rebibia cuenta con 370 reclusas, y es uno de los dos centros más importantes del este de la capital italiana.
Jesús vino a servir
El Papa llegó por la tarde a la prisión y saludó a las mujeres de la asamblea, antes de situarse junto al altar preparado para la ocasión. Después de leer el Evangelio de la Última Cena de Cristo, tomado de la historia de san Juan, Francisco quiso llamar la atención sobre dos momentos particulares. En primer lugar, el lavatorio de los pies que Jesús hace a los discípulos antes de la última cena:
“Jesús se humilla, Jesús con este gesto nos hace entender lo que había dicho: “No he venido a ser servido, sino a servir”. Él nos enseña el camino del servicio”.
Luego, Francisco menciona como segundo episodio “triste”, la traición de Judas.
“Judas no es capaz de amar, y luego el dinero, el egoísmo lo llevan a esta cosa fea. Pero Jesús lo perdona todo. Jesús siempre perdona. Sólo pide que le pidamos perdón”.
Fue un gesto que permitió a Cristo mostrar su amor absoluto. “Jesús perdona todo, perdona siempre”, insistió el Papa, “a nosotros nos toca pedir perdón”. En las palabras improvisadas de su homilía, Francisco recordó la anécdota de una anciana que le había dicho: “Jesús nunca se cansa de perdonar, pero somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón”. Luego el Papa reiteró su invitación:
“Hoy pidamos al Señor la gracia de no cansarnos. Siempre todos tenemos pequeños fracasos, grandes fracasos: cada uno tiene su propia historia. Pero el Señor siempre nos espera con los brazos abiertos y no se cansa de perdonar”.
Para concluir, el Papa volvió al tema de la vocación de servicio, justo antes, como él mismo anunció, del rito del lavado de los pies que Jesús realizó a sus discípulos:
“Es un gesto que llama la atención sobre la vocación de servicio. Pidamos al Señor que nos haga crecer a todos en la vocación de servicio”.
lavado de pies
Inmediatamente después de la homilía, el Papa procedió a lavar los pies a doce reclusos, de entre 40 y 50 años, de varias nacionalidades diferentes: Italia, Bulgaria, Nigeria, Ucrania, Rusia, Perú, Venezuela y Bosnia. La emoción era evidente en los rostros de las mujeres. A continuación, ofició la misa monseñor Diego Ravelli, Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias.
La celebración finalizó con unas palabras de agradecimiento de Nadia Fontane, directora del centro. A continuación, el Papa fue obsequiado con una cesta con alimentos preparados por las mujeres de la prisión, un rosario con los colores del arcoíris y dos estolas confeccionadas por las reclusas. El Santo Padre también donó un cuadro de la Virgen María a la prisión de Rebibbia.
Fuente: Noticias del Vaticano
Roma, 28-03-2024
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