¿Por qué cayó Cuba? – .

¿Por qué cayó Cuba? – .
¿Por qué cayó Cuba? – .

¿Qué pasó? ¿Cómo pasó Cuba de ser una de las principales economías latinoamericanas a convertirse en un país totalitario marcado por el hambre, la pobreza y la emigración masiva?

Hay dos conjuntos de respuestas a esta pregunta. El primer grupo de respuestas tiene que ver con las condiciones que hicieron frágil la democracia cubana. Este artículo se centrará en esto.

En mi opinión, los principales males que carcomieron a la República fueron los siguientes, aunque por sí solos no explican del todo cómo se impuso el totalitarismo en Cuba:

1) El papel excesivo del Ejército en la política nacional a partir de 1933. El Ejército en Cuba se convirtió en un Estado dentro del Estado, que muchas veces intervino o intentó intervenir en la administración pública. El Ejército, a partir de 1933, se convirtió en una organización armada de origen revolucionario con un líder (Batista), una bandera (la del 4 de septiembre) y un programa de desarrollo nacional (Plan Trienal). Entre 1933 y 1935, sin duda pacificaron un país al borde de la guerra civil, pero también condujeron al derrocamiento de cinco presidentes. Todos los gobiernos civiles elegidos entre 1940 y 1952, incluido el de Batista (1940-44), enfrentaron intentos de golpe de Estado, hasta el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952. Esto debilitó el Estado de derecho, socavó la confianza en la gestión civil y convirtió consolidándose como un referente constante en la vida nacional.

Como contrapeso, hubo tolerancia hacia otras organizaciones armadas que disputaban el monopolio de la fuerza al Ejército. La violencia de los grupos revolucionarios causó graves daños a la estabilidad republicana. Irónicamente, cuando llegó el momento del golpe, estos grupos no fueron un factor de resistencia al mismo. Para que una sociedad sea verdaderamente libre, civilista y próspera, la jerarquía militar no puede socavar la soberanía ciudadana. Las Fuerzas Armadas deben estar al servicio de la República y nunca al revés. Quizás el ejemplo para las futuras Fuerzas Armadas de Cuba deba ser el coronel Vicente León León, quien resistió con las armas en la mano el golpe militar del 10 de marzo y que luego cayó en las trincheras de Girón como uno de los jefes de la Brigada. 2506. Otro ejemplo es el comandante Montero Duque, quien persistió en la lucha contra Castro en la Sierra Maestra, a pesar de la ineptitud y corrupción de los altos mandos, y luego tuvo la cortesía de regresar a Cuba como jefe de uno de los batallones de la Brigada 2506, cumpliendo 25 años de prisión tras su captura. Él y muchos otros honorables soldados cubanos son la reserva moral de la futura República.

Poco se dice que la clase política, tanto la que hoy llamaríamos derecha criolla (liberales y conservadores) como los nacionalrevolucionarios (auténticos y ortodoxos) lucharon por “civilizar” el poder militar. El objetivo era devolverlo al programa independentista original. Algunos ejemplos: Se logró la transición democrática de 1936-40. Se intentó salvar a Cuba de la catástrofe de 1959 con, entre otras iniciativas, el Diálogo Cívico de 1955-56.

2) La corrupcion. Los escándalos de corrupción y el uso del poder en beneficio personal plagaron a todos los gobiernos republicanos, generando escepticismo y desconfianza en la gestión pública. Sin embargo, cabe señalar varias cosas sobre este fenómeno. Primero, la corrupción era especulativa y no endémica. La fortaleza del peso cubano, el altísimo nivel de reservas monetarias que tenía Cuba, la consistencia de los presupuestos nacionales equilibrados, la balanza de pagos positiva, el nivel de reservas de oro, plata y dólares, y la capacidad de pagar préstamos internacionales, que disfrutaba la República, habría sido imposible si las arcas del país hubieran sido saqueadas por regla general.

En segundo lugar, ¿cómo sabemos acerca de estos casos de corrupción? ¿Cómo se convirtieron en un escándalo? Porque el país gozaba de una poderosa prensa libre, no sólo por su tamaño (número de periódicos, estaciones de radio y televisión), sino por su calidad, su vigor y su profundidad intelectual. Había una fuerte conciencia civil en la República que se negaba a aceptar la corrupción como algo “normal” y exigía respeto a la decencia pública de cualquiera que ejerciera el poder.

3) La política del egoísmo. La concepción personalista y no institucional del poder público, más aún, la subordinación del proyecto nacional al esquema del ego caudillista fue un mal que azotó a la República. Creo que los excesos y abusos de poder se debieron más a la deificación de los líderes políticos que a cualquier otro factor. El caudillismo a menudo deslegitimó la autoridad, llevando la política cubana de la razón a la pasión.

4) La antinacion. En el corazón cultural de la política republicana cubana había dos factores poderosos que la negaban. Uno era una carga colonial que despreciaba, casi siempre de manera racista, al cubano, subestimando y devaluando por completo la capacidad de Cuba para pensar por sí misma y gobernarse a sí misma. Fue un virus que afectó la conciencia nacional. Sus síntomas fueron la visión de la “cubanidad negativa”, el “plattismo”, el estribillo clasista de “la gente decente no se mete en política”, en definitiva, una forma de antipensamiento que debilitaba el carácter nacional.

A este defecto cultural, que estaba escondido en los recovecos de nuestro subconsciente colectivo, hay que sumarle la acción siniestra, constante y conspirativa de una terrible fuerza extranjera inserta en la sociedad cubana. El objetivo de esta fuerza era penetrar la República, fragmentar la identidad y doblegar a la nación hacia una dictadura totalitaria manejada por intereses extranjeros. Esta fuerza se llama Partido Comunista de Cuba, aunque se ha ocultado bajo otros nombres. Cualquiera que realmente quiera conocer y comprender la historia de Cuba no puede ignorar el daño objetivo y tangible causado a Cuba por este conglomerado. Dos obras históricas fundamentales, ambas publicadas en el exilio: Historia del Partido Comunista de Cuba de los Dres. Jorge García Montes y Antonio Alonso Ávila y El Soviet caribeño de César Reyniel Aguilera deberían ampliar y transformar la comprensión del período republicano cubano para cualquiera que busque honestamente la verdad sobre Cuba.

La labor de socavar el aparato clandestino del Partido Comunista de Cuba y la progresiva penetración del comunismo cubano en las instituciones culturales y académicas allanaron el camino para la toma del poder por el totalitarismo. El comunismo cubano quiso, y quiere, generar una identidad cubana falsa y sumisa, siempre sujeta a lo que dicta el Estado.

Por eso los fundadores del comunismo cubano explícitamente rEcharon a José Martí y su doctrina, la ideología independentista que recurría a la libertad para superar el clasismo y el racismo. Los logros de este programa original y de esa República hecha por los cubanos están ahí para todo aquel que los busque. El evidente y miserable fracaso de lo que implementó el comunismo en Cuba es palpable para todos, excepto para quienes se mienten a sí mismos.

En gran medida, el castrismo ha sido la metástasis de todos estos males que aquejaron a la República criolla. Parte de nuestro potencial de recuperación reside en el hecho de que los cubanos no hemos dejado de luchar contra ellos. Los cubanos libres, con su fe, con los esfuerzos heroicos por mantener la unidad familiar, en la lucha misma por rescatar la República, así como en el deporte, la música, la literatura, las ciencias y las artes, la política, han afirmado una cultura de la vida, del amor, que es hoy, en esta larga noche, el sustento de una alta identidad, la cubanía, todavía viable como república.

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