Comida en la puerta del hotel › Cuba › Granma – .

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Villa Clara.–De su madre Iraida, José Ruperto Machado López de Castro aprendió la cultura del trabajo y los principios de la honestidad; Sin embargo, sus amigos dicen, y creo que con razón, que lo que más le inculcó su madre es ese espíritu emprendedor, que le hace destacar en cada tarea que emprende.

Su finca, ubicada en la vía que conduce al aeropuerto Abel Santamaría Cuadrado de Santa Clara, se parece más a un jardín, donde no hay un centímetro de tierra que no esté sembrado y bien cuidado. Plátano, malanga, lechuga, acelgas, tomate y cerdo, entre otras, constituyen sus principales producciones.

Estas y otras cualidades del duro campesino, integrante de los ccs 17 de Mayo, fueron tomadas en cuenta por la dirección del hotel Villa La Granjita, perteneciente al Grupo Hotelero Cubanacán, en Villa Clara, a la hora de seleccionar a la persona adecuada para asumir el mando. . un proyecto que debe ser impulsado por muchos equipamientos turísticos del país, que hoy dependen para su supervivencia de lo que el Estado pueda aportar, que, lógicamente, en el contexto actual de la nación, no es mucho.

«Fue a principios de diciembre del año pasado cuando vinieron a verme Onay Gómez Rodríguez, subdirectora hotelera de la institución, y Yosvany Martín Peña, delegado de Agricultura en la provincia, para ver si quería asumir el desafío de produciendo lo que esa instalación necesitaba. , y otros pertenecientes al sistema turístico de la provincia, aprovechando los terrenos baldíos que había”, dice Ruperto, quien se caracteriza por ser un hombre que no le teme a los desafíos.

Ante tal razonamiento, Machado, que no es un hombre de muchas palabras, lo único que dijo fue: “vamos para allá, y si me parece factible, cuenten conmigo”.

Luego de explorar la zona y hacer sus cálculos, esa misma tarde se selló el compromiso de garantizar las verduras frescas que Villa La Granjita necesitaba.

Desde entonces, no hay día en el que no trabaje desde el amanecer hasta el anochecer en el proyecto, en el que ha contado con la ayuda de su primo Aleido Machado, y otros dos agricultores que lo acompañan en las tareas diarias.

Lo primero fue limpiar el terreno y arar el terreno, para lo cual utilizó una yunta de bueyes y otros implementos.

Pronto llegaron también las primeras plantaciones, que fueron tomates, chiles, col china y acelgas, las cuales proliferaron a la velocidad de la luz, porque estaban sembradas en un suelo reparador y fértil, además de cuidadas, como dicen los guajiros, ”como Dios manda.

“Hemos recogido ya más de un centenar de cajas de tomates para ensalada de extrema calidad, y más de una tonelada de col china y acelgas”, afirma el productor, que añade que, recientemente, también han comenzado a recolectar los primeros quintales de pimiento, hortalizas que han acabado en la cocina del hotel, situada a apenas cien metros de la zona de cultivo.

Ante el éxito inicial y el entusiasmo mostrado por el agricultor, surgió entonces la posibilidad, a través del Proyecto Alas, de instalar también una casa de cultivo cubierta en otra zona ubicada en la entrada del hotel, para lo cual se consultó a José Ruperto, quien asumió la tarea ni rápida ni perezosamente.

Fueron días de mucho trabajo y apoyo incondicional de la agricultura del territorio, y de los propios trabajadores de las instalaciones hoteleras que, encabezados por Onay, el subdirector, se sumaron a la idea, que se hizo realidad en los primeros días de enero.

Ahora, a la sombra de esa extensa malla, en una superficie de unos 64 por 44 metros cuadrados, se pueden observar cultivos tan diversos como pepino, col, lechuga, pimiento, acelgas, tomate, ajo, puerro y cilantro, que muestran una salud y una vitalidad envidiable, digna del esfuerzo realizado por este campesino santaclareño.

Actualmente, la producción alcanzada en el pequeño terreno que apenas supera la hectárea de superficie es tal que se han realizado algunas ventas al aeropuerto Abel Santamaría y al hotel Los Caneyes, que podrían extenderse a otras instalaciones del territorio que lo requieran. . , explica Machado López de Castro.

Para completar el ciclo, y con el objetivo de ofrecer a los visitantes productos completamente orgánicos, Ruperto impulsó simultáneamente un proyecto de lombricultura en su finca para fertilizar con humus los suelos de La Granjita, aprovechando varios galpones que antes se dedicaban a la cría de cerdos.

Para tener una idea del éxito de esta última iniciativa basta decir que hoy tiene cerca de 70 metros de cámaras en producción, de las que ya ha extraído más de siete toneladas de materia orgánica, y la próxima semana deberá desenterrar otros diez; además de poder utilizar las lombrices como material reproductor.

LA PRINCIPAL GANANCIA ES LA CALIDAD

En sus más de diez años al frente de diferentes hoteles, entre ellos el Ensenacho, en la Cayo Norte de Villa Clara, Onay Gómez ha sufrido en carne propia el costo de la escasez de diversos productos, la mayoría de los cuales podrían producirse aquí, por lo que ahorrar al país recursos considerables.

Estas experiencias fueron las que lo motivaron a considerar la idea de aprovechar los terrenos baldíos que rodeaban al hotel Villa La Granjita, y sembrar allí diferentes hortalizas que pudieran ayudar a satisfacer la amplia demanda de turistas y visitantes.

«Teníamos contratos con diversas entidades, algunas de las cuales estaban ubicadas en otros municipios o provincias, lo que provocaba, además de altos gastos, que los productos escasearan o muchas veces llegaran sin la calidad requerida, con el consiguiente impacto en el cliente, que es nuestra razón de ser”, afirma el directivo.

Fue en este contexto adverso, ahora agravado por la situación económica que vive el país, que Onay se planteó la búsqueda de un productor comprometido, con experiencia en el campo, que quisiera asumir el desafío de hacer productivas esas tierras, en para cubrir las necesidades del hotel y disponer de productos frescos y de la mejor calidad.

“Tuve la suerte de conocer a Ruperto, un agricultor, que sabe sacarle el máximo partido a la tierra y que le pone mucho amor a todo lo que hace”, afirma Gómez Rodríguez, quien muestra su satisfacción por lo conseguido hasta la fecha .

Ahora la relación es tan estrecha que los propios empleados de cocina le piden a Rupe, como le llaman cariñosamente allí, lo que necesitan para el día, pedidos que en cuestión de minutos son recogidos y puestos a disposición de la instalación, lo que garantiza calidad y rapidez. de servicio. Así lo reconoce el directivo, quien añade que se trata de la verdadera materialización de la cadena propagada por la dirección del país.

En la práctica, la revolucionaria idea de convertir un hotel, también en una zona productiva, se ha convertido en un valor añadido para el centro turístico.

El Subdirector se alegra por el interés mostrado por los turistas, por la forma en que Ruperto, y el resto de agricultores, trabajan la tierra, el uso de bueyes en la preparación del suelo y la sanidad de los diferentes cultivos.

Respecto al pago, Onay explica que se realiza de manera instantánea, a través de una transacción bancaria, lo que beneficia al productor, que necesita ese dinero de manera inmediata, para cubrir las inversiones realizadas, mientras la instalación turística recibe productos de primera calidad.

Ante el crecimiento productivo, que ya supera las expectativas y necesidades de La Granjita, se han realizado contratos con otros hoteles del territorio, e instituciones como el aeropuerto Abel Santamaría, también necesitados de productos frescos y orgánicos.

En el punto de mira del proyecto está la colocación, próximamente, de un molino de viento que pueda extraer agua a partir de esta fuente de energía para regar los diferentes cultivos, una idea que hará más sostenible el proyecto.

 
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