Los vínculos entre los comerciantes de oro y la minería ilegal en la Amazonía

Los vínculos entre los comerciantes de oro y la minería ilegal en la Amazonía
Los vínculos entre los comerciantes de oro y la minería ilegal en la Amazonía

El origen desconocido de 155 toneladas de oro

Para dirigirnos al río Atabapo, en la frontera con Venezuela, nos embarcamos en Puerto Inírida a las cinco de la mañana. Es noviembre de 2023 y, tras una larga hora de navegación, encontramos las primeras evidencias de explotación minera: un par de largas canoas con hombres, cargadas con contenedores de plástico azul (55 galones) que suelen contener hasta 200 litros de combustible. Unos metros más adelante aparecen las primeras dragas. Son estructuras flotantes con forma de casa, techos de palma, un motor, un compresor, un par de mangueras, combustible, hamacas y alrededor de 10 hombres.

“Allí viven el administrador, el motociclista, el manguerador, los buzos y una sola mujer, la cocinera. Trabajan día y noche, durante meses, succionando el lecho del río para extraer el oro”, explica Carlos*, un indígena de la zona que trabajó durante más de siete años como minero ilegal.

Es un lugar, dice, donde “todo está tejido en oro”. “Una parte es para los trabajadores, que reciben entre uno y dos gramos por día. Otro, por la comunidad indígena por la que transitan (porque el 90% del Guainía es un Resguardo Indígena); otro para pagar combustible, comida y ‘vacunas’ (pago) a los grupos armados que operan en la zona. El dueño de la draga (que normalmente no es indígena) también se queda con una parte”, explica. Si algo sobra es para provisiones y ganancias.

Pablo Willan Acosta, quien fue alcalde de Puerto Inírida hasta enero de este año, es franco al reconocer lo que sucede en su ciudad: “La minería es una actividad informal en el municipio, pero para nadie es un secreto que es lo que realmente dinamiza la economía”.

Para conocer qué pasaba en los ríos Guanía, la Corporación para el Desarrollo Sostenible de la Amazonía Norte y Oriental (CDA), autoridad ambiental de la región, hizo un diagnóstico de la minería en 2020. “Para entonces, ya no había 30 balsas en tres ríos: el Inírida, el Atabapo y el río Negro”, dice Jenny Rojas, directora de la entidad en Guainía. “Pero, actualmente, la situación es más preocupante: sólo en el río Guainía hay unas 35 lagunas”.

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Álvaro Pardo, quien durante años fue un gran crítico de la forma en que el Estado colombiano ha gestionado la minería y hoy es director de la Agencia Nacional de Minería (ANM), dice que él también ha recorrido este río y ha sido testigo de las dragas que lo acechan. Dice que están haciendo un gran esfuerzo con el Ministerio de Defensa para acabar con ellos, pero reconoce que la tarea no es nada fácil.

En sus palabras, hoy la minería informal, sumada a la ilegal y a la criminal, que alimenta las finanzas de grupos al margen de la ley, es ya un “problema estructural del sector” que crece cada vez que el precio se dispara. oro internacional. Mientras transitamos por Guainía, donde la sensación térmica supera los 40°C antes del mediodía, su valor alcanzó un nuevo pico: 70 dólares el gramo. Hoy sigue aumentando. Actualmente, un gramo tiene un precio de 76 dólares estadounidenses.

Pardo también reconoce que es una situación que ha estado plagada de irregularidades. Por ejemplo, en la ANM, dice, han encontrado personas que denunciaban oro extraído de un título legal, cuando, en realidad, lo habían explotado en otro lugar. O personas que, aunque estaban muertas, siguieron “extrayendo” oro y aparecen en los registros. Algunos más, aunque nunca habían tenido nada que ver con la minería, se presentaron ante la entidad como “mineros de subsistencia”.

Estos ingredientes hacen muy difícil saber cuál es la “trazabilidad” de gran parte del oro que se extrae en Colombia. En teoría, cada gramo que se exporta debería dejar un registro en papel que permita saber el punto preciso de donde proviene. Así, las empresas extranjeras pueden tener la certeza de que no proviene de un depósito ilegal, y la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN) podría asegurar que cada actor declare y pague impuestos por su actividad.

Pero las cifras analizadas para esta investigación muestran que este proceso no va como debería. El análisis de la base de datos de exportaciones, creada como parte de la serie de investigaciones Dirty Gold Routes, revela varias inconsistencias.

Uno de los más alarmantes es que, entre 2014 y 2023, Colombia envió más de 574 toneladas métricas de oro al exterior, pero la autoridad minera solo tiene registrada la producción de 508 toneladas. Si bien entre 2014 y 2016 el país exportó menos de lo que produjo, de 2017 a 2023 las cantidades exportadas fueron mucho mayores a lo que el país declaró producir. Como resultado, al menos 115 toneladas no tienen origen conocido. ¿De dónde vienen y adónde llegan esas toneladas de oro cuyo origen no está claro?

El país donde más oro se exporta desde Colombia es Estados Unidos, que compró alrededor de 232 toneladas entre 2014 y 2023. El segundo importador es Italia actualmente, que no tenía una participación significativa antes de 2019, y ya importó 88 toneladas. Suiza, aunque ha reducido la cantidad de oro que compra a Colombia, ha recibido 67 toneladas en nueve años. En total, las transacciones de oro en el exterior representaron, entre 2014 y 2023, una suma equivalente a 21.320 millones de dólares, más de mil veces lo que gana Lionel Messi con el Inter Miami, su actual equipo de fútbol. .

Un elemento más muestra la complejidad de este mercado: en el top 15 de empresas exportadoras de oro colombianas (que concentran más del 72% de las exportaciones de oro desde 2014) hay al menos tres empresas con procesos penales en la Fiscalía por lavado. de activos: CIJ Gutiérrez, CI Metales Preciozos de Colombia y CI Metales Hermanos.

Algunos de ellos, como CIJ Gutiérrez, la mayor exportadora del país, y CI de Metales Preciosos de Colombia (Meprecol), han pasado por extinción de dominio (es decir, fueron confiscados por el Estado por ser utilizados, directa o indirectamente, en actividades ilícitas) y actualmente son administrados por una entidad estatal: la Sociedad de Activos Especiales (SAE). Entre 2014 y 2023, estas empresas enviaron, respectivamente, 83 toneladas y 48 toneladas de oro al exterior.

En la misma situación se encuentra CI Metales Hermanos, otro de los principales exportadores de oro colombianos. Según la Fiscalía, entre 2009 y 2015, esta empresa realizó compras ficticias a personas inexistentes e infló sus transacciones para certificar el origen del oro. Algunas de ellas, revela el expediente al que se accedió para esta investigación, fueron realizadas con los habitantes de un resguardo indígena llamado Chorrobocón, en Guainía. La comunidad, sin embargo, no reconoce estas ventas.

“Hace unos años vinieron unos señores con sus abogados y nos pidieron firmas, porque se apoderaron de unos kilos de oro. Ellos vinieron a la comunidad porque éramos los únicos que teníamos una zona minera. Y porque también hay barequeros registrados. Luego vinieron a pedirles que firmaran un papel indicando que el oro fue traído aquí y vendido para ellos”, explica el capitán de Chorrobocón, máxima autoridad de la comunidad. “Le ofrecieron 10 millones de pesos (unos 2.600 dólares) a la comunidad por la firma, pero la autoridad de entonces no la aceptó”, afirma.

Si bien Chorrobocón fue la primera Zona Minera Indígena que se formalizó en el país, en los años 90, actualmente no cuenta con títulos mineros vigentes, ya que los perdió en 2006 por no llevar registros contables del oro que extraía ni tener informes sobre las regalías. recibió. tuvieron que pagar. Sin embargo, como también confirma su capitán, todavía se extrae oro de manera informal en los ríos.

 
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