Investigan cómo los barrios privados cambiaron la dinámica de la ciudad de Córdoba – UNCiencia – .

Investigan cómo los barrios privados cambiaron la dinámica de la ciudad de Córdoba

Desde los años 90, en Córdoba se construyen cada vez más barrios cerrados, primero para los segmentos de mayor poder adquisitivo y luego para la clase media. En este proceso, los desarrollistas diversificaron estrategias, se mercantilizaron diferentes bienes públicos y se crearon nuevas formas de interacción social. Un equipo del Conicet y la Facultad de Filosofía y Humanidades analizó el fenómeno. (27-03-2024)

Por Eliana Piemonte
Colaborador Ciencia no científica
Museo de Antropologías –UNC
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Cerramiento perimetral, cámaras de seguridad, acceso restringido, espacios recreativos, amenidades, calles limpias y aceras con mucho verde, países y los barrios privados responden a ideas estéticas bien definidas.

“A través de los discursos de nuestros interlocutores, notamos que la vida cotidiana en el barrio privado aparece asociada a la idea de ‘limpieza visual’: un entorno natural, minuciosamente cuidado y vinculado a la sociabilidad del barrio. Por ejemplo, la idea de criar a tus hijos e hijas en un ambiente sano, sin la contaminación que hay fuera del barrio, es decir, en la ciudad”, dice Lucía Page, becaria del Conicet y estudiante de Doctorado en Ciencias Antropológicas de la UNC. , quien analiza las interrelaciones y vínculos sociales que se dan en el marco de un barrio privado.

Page dice que en los testimonios aparecieron las ideas de “quedarse adentro para vivir libremente” y la percepción de la ciudad como un espacio peligroso y contaminado.

“Una idea de seguridad que promueve la socialización dentro de un marco protegido y homogéneo. Pudimos comprobar que, en general, el elogio de las ventajas de vivir en contacto con el entorno natural se alterna con la evocación de la vida en un barrio ‘como los de antes’. De esta manera, la ciudad se concibe como un espacio peligroso y, ante ello, el barrio cerrado ofrece un refugio confortable”, explica.

La ruptura de lazos

El antropólogo dice que las dinámicas de entrada y salida en el barrio privado involucran una larga lista de agentes. “Si bien las barreras físicas y los controles de acceso son elementos tangibles que refuerzan las distancias sociales, su interpretación y negociación dan lugar a dinámicas de inclusión y exclusión. Es principalmente allí, en la entrada, donde tienen lugar interacciones sociales complejas que refuerzan y legitiman la segregación socioespacial”.

La restricción de horarios y el establecimiento explícito de cuándo y durante cuánto tiempo se permite la entrada y permanencia de ciertos grupos crea límites temporales que contribuyen a la construcción de fronteras simbólicas.

“En el barrio donde trabajé se permite el ingreso de proveedores y trabajadores de 8 a 10 horas y la salida hasta las 5 de la tarde, de lunes a viernes. La hora de salida de proveedores y trabajadores no sólo determina los límites de acceso, sino que también influye en la rutina de los residentes. Un residente me dijo que generalmente dejaban salir a jugar a los niños y niñas después de las 5 de la tarde”, dice Page.

El investigador explica que cuando los empleados de la construcción están en el barrio, los habitantes perciben que el lugar no es tan “seguro” para que sus hijos e hijas caminen por las calles del barrio.

Además, en este sentido, otro de los vecinos explicó que los trabajadores de la construcción tienen prohibido caminar, durante sus horas de trabajo, a las obras dentro del barrio. “Deben llegar y salir en vehículo”, dijo.

“Limitar el acceso a ciertos grupos, como los trabajadores de la construcción que, en su mayoría, representan a las clases populares, parece tener un propósito más allá de la gestión logística. La regulación y el control sobre los cuerpos, sus movimientos y la restricción de los lugares y momentos en los que pueden estar, moldean los estereotipos”, dice Page.

Así, las pocas oportunidades de conocer e interactuar con otras personas, diferentes y desconocidas, generan en quienes viven en barrios privados un sentimiento de miedo y desconfianza ante la “otredad”. “Durante este proceso de socialización, la figura del ‘otro generalizado’ tiende a simplificarse, estereotiparse y asociarse con connotaciones negativas. La falta de experiencias compartidas con otros sectores sociales redunda en un desconocimiento del resto de la sociedad y de sus miembros”, afirma el antropólogo.

Siguiendo esta línea, Page comenta que el orden socioespacial que se desarrolla en el barrio intenta “invisibilizar” a las clases populares, para asegurar a quienes allí viven la apropiación exclusiva del espacio. Entonces, Se garantiza la segregación selectiva entre las personas cuya pertenencia al lugar se considera legítima –propietarios– y aquellas que ocupan posiciones subordinadas..

Todo empezó en los años 90

“El surgimiento de los barrios privados en Argentina se dio en el marco de transformaciones estructurales desde los años 90: una reforma neoliberal que modificó fundamentalmente el papel y las misiones del Estado en la producción de bienestar, las políticas de ajuste, la privatización y la precarización laboral que condujo a un alto nivel de desempleo y a una distribución desigual del ingreso”, afirma Julieta Capdevielle, investigadora del Conicet y profesora de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC.

Esta reestructuración política, económica y social generó profundas transformaciones en los modos de producción del espacio. “En un contexto de notable aumento de las desigualdades sociales, dentro de un proceso de privatización generalizada de la sociedad, la segregación espacial encuentra su punto máximo. Esto implicó no sólo nuevos usos de la tierra (basados ​​en la privatización de la seguridad), sino también modos de reproducción en las relaciones sociales caracterizadas por una homogeneidad residencial y una sociabilidad del ‘entre nosotros’”, explica Capdevielle.

El caso de Córdoba

Capdevielle señala que la explotación, el empobrecimiento y la negación del derecho a la ciudad a un gran número de residentes tiene su contrapartida en el enriquecimiento de un número muy limitado de personas y, al mismo tiempo, en la pérdida de espacios públicos debido a la el avance de estos nuevos productos de consumo de vivienda (barrios cerrados, países, condominios; países en altura, entre otros).

“Estas nuevas formas de producción de hábitat urbano han provocado también un conjunto de consecuencias negativas para la estructura urbana: aumento del coste del suelo, encarecimiento de la vida, congestión del tráfico, saturación de infraestructuras, escasez de ofertas de espacios verdes y públicos en relación con la demanda y el fin del modelo de socialización relativamente mixto o policlasista y de un estilo de vida también relativamente heterogéneo”, afirma el investigador.

Mientras tanto, para la población general es cada vez más difícil acceder a la vivienda propia, y el arrendamiento se convierte en una situación permanente. “Estamos en un proceso de ‘inquinilización’ de la sociedad argentina, y sin acceso a la vivienda no se pueden cumplir el resto de los derechos. “Los acuerdos urbanísticos han beneficiado cada vez más a las empresas y se han alejado de las necesidades habitacionales de la población”.

Terreno barato y espacio cerrado.

Dentro del proyecto “Desigualdades sociales y disputas por la producción, reproducción y apropiación de espacios urbanos en el Gran Córdoba”, dirigido por Capdevielle, estudiantes de pregrado y tesis de doctorado realizan investigaciones individuales.

En ese marco, el investigador del Conicet Facundo Cruz realizó un trabajo sobre las estrategias de negocio de la Empresa Ecipsa. “En contextos de alta segregación socioterritorial, como es característico de las grandes ciudades latinoamericanas, a las empresas les resulta costoso construir barrios abiertos porque condiciones como la composición socioeconómica de la zona, la calidad de los equipamientos y servicios urbanos, entre otras, afectan la determinación del precio del suelo. Pero por otro lado, el cierre del espacio público que implica la tipología de barrio cerrado les permite recrear y controlar las externalidades barriales. Por lo tanto, la país Las Delicias y los primeros emprendimientos similares se realizaron en sectores poco urbanizados y con un precio inicial de suelo muy bajo”, afirma Cruz.

En el testimonio de un empresario de un grupo de desarrollo, recogido en un documento académico, se ilustra lo que señala el investigador: “¿Qué es un buen negocio? Compramos el terreno muy barato. Compramos donde nadie quiere”.

El espacio como productor de desigualdad

La urbanización latinoamericana se caracteriza, en general, por dramáticas desigualdades sociales, materializadas en la distribución territorial de las diferentes clases sociales y en el acceso diferencial a los servicios urbanos, entre otros fenómenos.

“Por ello consideramos necesario analizar cómo los procesos de urbanización afectan la producción y reproducción de las desigualdades sociales. En Córdoba, los grupos “desarrollistas” desplegaron diversas estrategias basadas en una lógica de aumento de ganancias y rentabilidad. Algunas de estas prácticas resultaron en la conformación del Ceduc (Cámara Empresarial de Desarrolladores Urbanos) considerada como una acción empresarial empresarial dirigida principalmente al Estado para presionar y obtener respuestas institucionales a las principales demandas de los grupos empresariales”, explica Capdevielle, quien también analizó las estrategias de los grupos empresariales que construyen en Córdoba.

“Los vínculos entre el Estado municipal y los grupos empresariales se materializaron a través de acuerdos público-privados que establecieron cambios en el patrón de ocupación de la tierra, aumentando su uso, generando ganancias extraordinarias a través de la excepción de las ordenanzas que establecen qué y cuánto se puede construir. De este modo, La política municipal acompañó las transformaciones con la adecuación de escenarios jurídicos, jurídicos, institucionales y políticos para el desarrollo y beneficio del capital.. La configuración urbana de Córdoba expresa cada vez más las tramas de intereses de las grandes constructoras, de los grupos ‘desarrollistas’”, añade el investigador.

Capdevielle señala que Córdoba es una de las ciudades más grandes de América Latina y hay consenso en que este tipo de ciudades son poco ecológicas e ineficientes a la hora de gestionar los recursos: “La ampliación del área urbana con cambios en el uso de “El suelo rural a urbano trae consigo innumerables costos para el municipio que debe brindar servicios”.

Devengo por desposesión

Para abordar el problema del crecimiento urbano en Córdoba, Capdevielle reflexiona sobre la “acumulación original”, concepto marxista que se refiere al proceso histórico que despojó a los campesinos de sus tierras, a la separación entre los productores y los medios de producción.

“Este proceso adquiere hoy nuevas formas y ha sido redefinido como ‘acumulación por desposesión’. En el caso de Córdoba, las empresas privatizan, cercan y mercantilizan bienes públicos o comunes que antes no estaban regidos por la lógica del capital, como lagos, ríos, espacios verdes y calles”, dice Capdevielle.

Si bien es un término surgido en el contexto académico anglosajón, el concepto de “acumulación por desposesión” se ha extendido cada vez más y ha sido reapropiado por diferentes movimientos sociales urbanos.

El proyecto

Nombre: “Desigualdades sociales y disputas por la producción, reproducción y apropiación de espacios urbanos en el Gran Córdoba”.

Director: Julieta Capdevielle. Investigador Asociado del CONICET (IDH-CIFFyH). Profesor Adjunto encargado de la materia Sociología, Departamento de Geografía. FFyH- UNC (Argentina)

Lucía Página. Antropólogo. Becario de Doctorado del Conicet. Estudiante de Doctorado en Ciencias Antropológicas de la FFyH – UNC.

Facundo Cruz. Becario de doctorado del Conicet (IDH-CIFFyH). Estudiante de Doctorado en Estudios Urbanos (DEU) de la Universidad Nacional General Sarmiento.

Algunas de las investigaciones del equipo se pueden leer en el libro Habitar la ciudad. Aproximaciones etnográficas a los procesos sociales urbanos, las políticas públicas y el mercado inmobiliario.

 
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