Rancagua.- Cada 06 de mayo, el Día Mundial del asma se conmemora, una enfermedad crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo. En la región de O’Higgins, más de 21 mil pacientes están bajo control en sus centros de Salud, pero se estima que alrededor de 91,400 personas podrían vivir con asma, diagnosticadas o no. Esto es equivalente al 10% de la población regional y refleja un desafío importante para la atención primaria de salud (APS), que debe reforzar la investigación activa y garantizar el acceso al tratamiento.
Como explicó el asesor de salud respiratorio y los servicios de emergencia de la atención primaria de salud del Servicio de Salud de O’Higgins, Christian Plaza, el asma se caracteriza por la inflamación del tracto respiratorio y por episodios de broncoespasmo, que “genera la dificultad, la sensación de falta de aire (Dyspnea), cuel y ballena cuando exhalan, especialmente en la noche o durante el año”. Aunque no se puede prevenir en su totalidad, las crisis asmáticas se pueden evitar con un buen manejo médico, control de factores ambientales y adhesión adecuada al tratamiento.
Las señales de alerta incluyen tos persistente, especialmente nocturna, sibilancias, fatiga al realizar actividades físicas y disnea, agrega lugar. Estos síntomas pueden intensificarse con cambios de temperatura, exposición a alérgenos, contaminación o infecciones respiratorias como la bronquitis aguda.
Desencadenantes
El aire frío, común en otoño e invierno, es uno de los principales desencadenantes de las crisis asmáticas, ya que irrita las vías respiratorias. Por lo tanto, “esta temporada es esencial mantener el tratamiento, evitar el humo del tabaco, ventilar los espacios cerrados, usar una máscara si hay alta contaminación y evitar el ejercicio al aire libre en días con mala calidad del aire”, recomienda el asesor.
El asma puede confundirse con otras enfermedades respiratorias como la bronquitis o la EPOC. Por lo tanto, un diagnóstico médico preciso es clave, especialmente en niños y adultos mayores. En los pequeños, esta enfermedad puede interferir con el juego, el sueño y el rendimiento escolar, mientras que en los ancianos, generalmente agrava la coexistencia con otras patologías y una capacidad respiratoria más baja.
Si bien el asma no tiene cura, con el tratamiento y la educación sobre el cuidado personal, la mayoría de las personas pueden llevar una vida activa y normal. El desafío para el sistema de salud es el doble: por un lado, identifique a aquellos que no han sido diagnosticados; y por otro lado, garantice un monitoreo continuo y acceso a medicamentos, especialmente en áreas rurales o con infraestructura médica más baja.