Pedro Olmedo con los sacerdotes claretianos, “los santos de al lado” regresan a España – Jujuy – .

Pedro Olmedo con los sacerdotes claretianos, “los santos de al lado” regresan a España – Jujuy – .
Pedro Olmedo con los sacerdotes claretianos, “los santos de al lado” regresan a España – Jujuy – .

misión claretiana

Comunidad de comunidades

En pocas décadas, ese puñado de religiosos logró formar una “comunidad de comunidades” eclesial y una fructífera pastoral junto al clero nativo y más de mil agentes laicos presentes en cada rincón de aquella zona. Quienes tuvieron la oportunidad de participar en él lo recuerdan como una experiencia colectiva que los transformó personal y socialmente. Sin distinciones ni distancias, se compartió la vida cotidiana reflejada a la luz del Evangelio, que impulsó el trabajo comunitario para superar las adversidades y condiciones injustas de la región.

Era una forma de ser iglesia que no se encuentra comúnmente, aunque los documentos y palabras autorizadas de la institución proponen que una Iglesia fiel a Cristo debe estar en comunión y con la participación de todo el pueblo de Dios, estando dentro y fuera. atentos a los signos de los tiempos para estar al servicio de todos, especialmente de los más débiles. Por eso, dada la coherencia de la práctica del Evangelio, los cientos de vecinos del lugar que se han expresado en las recientes despedidas valoran esos años como una experiencia y un tiempo privilegiados que culmina con la partida de estos tres sacerdotes. Y junto al nombre y anécdotas de cada uno de ellos, o de los que ya se fueron, destaca la experiencia de una acción colectiva, no por el mérito de una persona en particular, sino por un espíritu común.

Conviene recuperar algunos rasgos que caracterizaron la labor misionera de los padres claretianos:

* Quienes lo movilizaron fueron religiosos extranjeros que se encontraban muy lejos de su tierra y cultura. Sin embargo, nunca se encerraron en su doctrina ni en sus funciones, sino que optaron por vivir en familia entre la comunidad y con todos los feligreses. Por encima de cualquier diferencia, priorizaron la tarea que se decidió en conjunto, sin imposiciones y escuchando a los lugareños para construir una iglesia local.

* Las seguridades no surgieron de teorías ni de conocimientos, sino de las semillas del Evangelio, escondidas pero vivas en la cultura andina. En ese contexto, el Evangelio no debía ser anunciado, sino vivido, profundizado y celebrado. La vida cotidiana de estas personas, la forma comunitaria de relacionarse y de resolver los problemas fueron la Buena Nueva de Jesús que abrazó a todos, independientemente de los caminos por los que la habían conocido.

* El centro de la acción conjunta fue la capacitación y apoyo a líderes comunitarios de base. Aprendiendo del encuentro con experiencias eclesiales latinoamericanas, enfrentaron sus propias limitaciones y la adversidad del contexto a través de la organización de pequeñas comunidades que fueron reunidas por personas comunes y sencillas, elegidas por cada comunidad. La celebración semanal de la Palabra fue una oportunidad para encuentros entre vecinos muy dispersos donde el Evangelio iluminó la vida cotidiana y permitió la resolución de sus problemas. Acompañarlos no fue suficiente con la Biblia y los sacramentos; Requería que se les dotaran de instrumentos organizativos o jurídicos para afrontar las dificultades familiares, de tierra, de subsistencia, de educación, de salud, etc.

* La tarea fue planificada desde cada lugar y con la mayoría de los laicos, aquellos cristianos en los asuntos terrenales. Las parroquias fueron dirigidas por líderes de todas las actividades y movimientos a través de los Consejos Pastorales Parroquiales (Co.Pa.Pas). Los representantes de estos consejos participaron en el Consejo Pastoral del Prelaticio (Co.Pre.Pas), y al inicio y al final de cada año se analizaron y evaluaron en reuniones de tres días las prioridades que surgían de las Asambleas Diocesanas periódicas.

En este camino, una misión que comenzó sólo con religiosos y religiosas dentro de la iglesia y algunas obras de asistencia caritativa, se transformó en una evangelización abierta, integral y centrada en la promoción humana y social.

En 1983 se creó Oclade (Obra Claretiana para el Desarrollo de las Comunidades), instrumento jurídico de la Prelatura para trabajar por el desarrollo humano integral. Juntos, los animadores y promotores comunitarios comenzaron coordinando las actividades sociales realizadas por las parroquias para luego planificar y gestionar proyectos conjuntos. De esta manera, se dieron diferentes emprendimientos, aprendizajes y resultados, como cooperativas de consumo y producción, proyectos de educación y salud comunitaria, promoción de la mujer, desarrollo infantil, salud y producción animal, comunicación audiovisual, participación ciudadana y demandas de políticas públicas. Miles de personas participaron en esas experiencias, apoyadas por la decisión y el trabajo voluntario de las comunidades, gracias también a una inversión prioritaria en formación e investigación acción y financiación pública y privada, nacional e internacional, fruto de la cooperación al desarrollo.

En 1982, en la Sierra no existían organizaciones comunitarias, centros vecinales ni espacios de participación de los vecinos, a excepción de los sindicatos mineros devastados por la dictadura. Hoy, la mayoría de los miembros de organizaciones de pueblos indígenas, líderes de movimientos y acciones sociales o políticas de la región, son personas que han participado en las actividades descritas o que se han capacitado en espacios de esa iglesia. Es común encontrar que, en cada pequeño lugar, las personas que movilizan la participación y el esfuerzo colectivo ante los problemas comunitarios siguen siendo los ex líderes comunitarios o sus hijos.

Las Escrituras, en los Hechos de los Apóstoles, nos dicen: “La multitud de los fieles tenía un solo corazón. Nadie consideraba propio lo que poseía, todo lo ponían en común. Dios confirmó ese testimonio con su poder. No había entre ellos ni un solo necesitado”. No sabemos si eso realmente sucedió, pero los testimonios sobre el paso de estos misioneros que se despiden nos dan la certeza de que hoy es posible otra Iglesia, más parecida a la que Cristo quiere y a la que demanda la sociedad sufrida.

 
For Latest Updates Follow us on Google News
 

PREV Amelia Saban, la diseñadora que vistió a Juliana Awada, rechazó a Fabiola y aconsejó a Karina Milei
NEXT Muere Gregorio Dorantes, candidato de Morena a la alcaldía de Hidalgo, Tamaulipas, tras caerle encima una palmera