Desde Roma
Es bastante raro que un escritor extranjero que sólo ha publicado un libro sea invitado a Italia para presentar su obra publicada en italiano. Pero aparentemente, el libro de Argentina Josefina Giglio, hija de desaparecidos y cofundadora de la organización “Hijos”, causó suficiente impresión como para que el editor italiano Le Commari lo considerara. La forma en que se cuenta la historia es diferente a la tradicional, como quería el autor. Pero eso no impide que sea igualmente conmovedor. Y que también motiva al lector, con los hechos ante los ojos, a plantearse una vez más, especialmente hoy, preguntas sobre lo que fue y significó la dictadura de 1976 para todos los argentinos, no sólo para los desaparecidos.
Io l’ho amata (Yo la amaba) es la historia sobre todo de la madre del autor, Virginia Isabel Cazalas (conocida como Vibel). Pero también menciona a su padre, Carlos Alberto Giglio, ambos desaparecidos en 1976 en Buenos Aires, y cómo ella, Josefina y su hermano Francisco se salvaron. Ella tenía siete años, su hermano unos meses. Su madre era profesora de psicología y su padre era arquitecto. Los padres se conocieron en la universidad y luego se casaron. Originariamente vivían en La Plata pero a causa de la represión y por ser militantes de izquierda cambiaron varias veces de lugar de residencia, de nombre y de documentos, dijo Josefina Giglio en la entrevista en Roma con PáginaI12. La escritora presentará su libro en varios lugares de la capital italiana pero también en Milán y Venecia, en el norte de Italia.
Cómo reunir fuerzas
Contar una tragedia familiar como ésta no es sencillo. Pero Josefina, después de muchos años y siendo profesora de Comunicación y Derechos Humanos en la Universidad de La Plata, decidió hacerlo. Había vivido muchos años de rabia contra los amigos militantes de sus padres y también contra sus padres, por haberla “abandonado”, según ella sentía. Pero gracias a que creció en la casa de sus abuelos maternos en Tres Arroyos (sur de la provincia de Buenos Aires) adquirió estabilidad y una gran “contundencia familiar”, como ella misma la definió.
fue el juicio Atlético Banco Olimpo (ABO tres) de 2017, el que cambió su actitud. Ella y su hermano fueron citados a declarar, porque su madre fue secuestrada allí. En juicios anteriores se había demostrado que ABO era un centro clandestino que funcionaba con el mismo personal y los mismos sistemas represivos en tres localidades distintas de la provincia de Buenos Aires denominadas “Club Atlético”, “El Banco” y “El Olimpo”.
Y el hecho de tener que declarar desencadenó “esa cosa del periodista que quiere tener datos, saber todos los detalles. Yo conocía la historia porque siempre me la habían contado, pero necesitaba más información para ir a declarar”, dijo Josefina, quien Trabajó varios años como periodista pero luego se dedicó a la docencia.. “Entonces comencé a entrevistar a los colegas de mis padres, a los activistas sobrevivientes y al personal docente y obtuve mucha información. Entonces fui y declaré y me dije: algo tengo que hacer con todo esto. Y entonces se me ocurrió empezar a escribir”, añadió.
“Lo primero que escribí fue el punto de vista de la vecina que nos dejaron la noche que secuestraron a mis padres. Lo encontré a través de la guía telefónica. La llamé, nos conocimos. Ese encuentro fue extraordinario. “Era una vecina desconocida del departamento de al lado”, continuó Josefina. Fueron a la comisaría a decir que habían dejado a esos niños con ellos cuando secuestraron a mis padres. Y los de la comisaría vinieron a la casa y nos llevaron. Pasamos dos días en la comisaría. Tenía un recuerdo muy feo de la vecina que decía: “¿Qué voy a hacer con estos niños? ¿Qué voy a hacer con estos niños? Pero cuando la conocí me dijo que tenía 23 años y un bebé de seis meses, y que escuchó volar el departamento de al lado y dijo: “Ahora vienen por nosotros”. Tocó la puerta y dejó a los dos pequeños, mi hermano Francisco y a mí, con ella. Y eso cambió totalmente mi punto de vista. Porque, al llamar a la policía, nos sacó del escondite (teníamos nombres y documentos falsos) a la vida real. Ella nos blanqueó”, añadió. Y cuando la policía le preguntó qué familiares tenía, mencionó a su abuelo de Tres Arroyos. Y los dos niños terminaron en casa de sus abuelos a pesar de que un policía había intentado quedarse con su hermano cuando estaban en la comisaría. Tenía una relación muy estrecha con sus abuelos. Josefina terminó el secundario allí y luego fue a la escuela de periodismo en La Plata. Francisco es hoy un reconocido músico y compositor, quien le escribió una canción muy hermosa a su madre que ella incluyó en el libro mediante un código QR.
Escribir puntos de vista
“Quería contar la historia desde diferentes voces. Porque no tengo la verdad. No sé lo que pasó. “Sé lo que me dijeron, lo que pude reconstruir”.Dijo a este diario, consciente como verdadero periodista, de lo que muchos periodistas sostienen: la verdad no existe, sólo hay diferentes puntos de vista que describen una realidad. ¿Pero cuál es la verdad?
El libro se tituló originalmente La amoalgunas palabras extraídas de una carta dirigida a Josefina por la escritora Ricardo Piglia, con quien la mamá de Josefina tuvo una relación cuando estaban en la universidad. Josefina lo contactó en 2017, cuando ya estaba enfermo (falleció ese año). Él le respondió y le dijo “la amaba” y ella le contó detalles de esa relación. Josefina eligió estas palabras como título de su libro que fue publicado en 2019 por la Universidad de La Plata. Pero nunca pudo ser presentado al público porque poco después estalló la pandemia.
En italiano el libro tiene el mismo título: Io l’ho amata y se presentará este martes en la Universidad Roma Tre de la capital italiana. El día 12 será en la Casa de la Memoria y la Historia, un centro muy importante creado por el municipio de Roma para recordar la historia de 1900, es decir, la historia antifascista de la guerra, la masacre de judíos, las deportaciones. , la resistencia . El 15 de abril presentará el libro en el centro de exposiciones La Vaccheria de Roma. El 18 de abril estará en Milán y el 19 en Venecia.
“El testimonio y la memoria son dos vectores de presentación de mi libro. Pero también, la forma de contar la historia. Me preocupaba mucho contar la historia de una manera que aunque no supieras nada de la historia en general, ni tuvieras ninguna sensibilidad, te interesara. Cuando me preguntan de qué trata el libro, digo que es una historia de amor, con todo el condimento y el contexto.. Las presentaciones siguen esa línea, es decir, cómo recuperar algo personal y ponerlo en un corpus de memoria colectiva. Quería salir del gueto de los derechos humanos. “Quería escribir e intentar moverme”, dijo.
-¿Cuál es su principal mensaje para estos encuentros?
–Que vale la pena trabajar en una nueva manera de decir las cosas, de ser escuchado. ¿Cómo hacemos nosotros, en este mundo tan lleno de información, para que un mensaje sea escuchado y despierte sensibilidad, con historias que nada tienen que ver contigo ni con tu contexto? Trabajemos en nuevas formas de contar viejas historias.
-Aparte de lo emocionante que debe ser para ti estar en el país de tu familia, el Giglio de San Benedetto Ullano, Calabria (sur de Italia), y los Valli (abuelos maternos) de Olgiate Comasco, cerca del lago Como (norte), ¿qué significa ¿Qué significa presentar tu libro aquí?
-La verdad es que me parece maravilloso que mi libro haya gustado en otro mundo, sobre todo en este momento que en la Argentina hay todo un movimiento que no es negacionista sino reivindicativo. No es que se nieguen los hechos. Mucho peor. Reivindican hechos ocurridos durante la dictadura. Volvemos a una discusión difícil. Es un momento en el que hablar de desaparecidos vuelve a ser “revolucionario”, en el que volvemos a ser interpelados por el accionar de los procesos de Memoria, Verdad y Justicia. Quizás en este contexto el libro tenga otro poder.
