María Blanchard sale del purgatorio – .

Nació el mismo año que Picasso (1881), a quien visita en su casa de Málaga. Ambos nacieron mirando al mar (él al Mediterráneo; ella al Cantábrico). Ambos vivieron y desarrollaron su carrera en París, ambos fueron figuras clave decubismo (ella, la primera mujer en España en sumarse a este movimiento), pero la historiografía no las trató con el mismo estándar. Mientras canonizaban a Pablo y lo elevaban a los altares de las vanguardias, atacaban sin piedad a la santandereana María Blanchard, cuyos ‘pecados’ eran ser mujer, pintora y sufrir. cifoescoliosis, una enfermedad que deformó su espalda y dificultó su crecimiento. Esto le causó un gran sufrimiento. “Cambiaría todo mi trabajo por un poco de belleza”, se lamentó. Ser Mujer y artista en un mundo de hombres. así no podía ser nada fácil y mucho menos para alguien tan atormentado como ella.

A pesar de contar con el reconocimiento y respeto de sus compañeros y estar ‘fichada’ por los concesionarios más prestigiosos de la época, como Leónce y Paul Rosenbergsufrió el más severo de los castigos: fue silenciados, maltratados, excluidos y relegados al olvido. Incluso se eliminó la firma de algunos de sus cuadros, reemplazándola por la de Juan Gris para revalorizarlos en el mercado. Y, cuando finalmente se empezó a hacer justicia, su bibliografía la recreó como una pintora afligida, ‘la Frida Kahlo española’. Ambos son más conocidos por sus dramáticas y tortuosas biografías, por su trágico sufrimiento, que por la calidad de su pintura.

En 1982, el antiguo Museo Español de Arte Contemporáneo en Madrid y en 2012 el Museo Reina Sofía y el Fundación Botín de Santander Rescataron a ‘la gran dama del cubismo’ con monografías separadas. Ambos, comisariados por María José Salazar, gran conocedora de la artista y autora de su catálogo razonado. Doce años después, sale por fin del purgatorio en el Museo Picasso Málaga con una retrospectiva, patrocinada por la Fundación Unicaja, que reúne, desde este martes y hasta el 29 de septiembre, 85 obras que repasan su no muy extensa trayectoria: apenas dos décadas de trabajo. Bajo el título ‘María Blanchard. Pintora a pesar del ‘cubismo’, está comisariada por José Lebrero, que regresa a la pinacoteca que durante tanto tiempo dirigió. Incluso El Prado Apostó fuerte por María Blanchard. Hace unos años adquirió uno de sus cuadros, ‘La boloñesa’, presente en la exposición. Y los artistas nacidos después de 1881 (Picasso y Blanchard incluidos) pertenecen a las colecciones públicas del Reina Sofía y no del Prado.

Se cuelgan en la exposición. obras apenas vistas (‘El Almuerzo’, de la Colección M. Rueda de Málaga, y ‘La muchacha de la pulsera’, de la Colección Rafael Lozano Art Consulting de Castellón); una tarta que sale por primera vez del Reino Unido (‘Joven en la ventana abierta’) y préstamos destacados como ‘La comulgante’, ‘La dama del abanico’, ‘El lanzador de cartas’, ‘La española’, ‘La cestera’, además de grandes composiciones cubistas procedentes de museos y colecciones privadas como Masaveu, Abelló y Alberto Cortina. El Reina Sofía y el Museo de Arte Moderno de París han sido muy generosos.

Retratos de mujeres y niños.
Arriba, ‘El navegante’ (c. 1923) y ‘La chica de negro y rosa’ (c. 1926). Sobre estas líneas, a la izquierda, detalle de ‘La bolognese (La boulonnaise)’,
Museo de Arte Moderno de París, Museo del Prado y Museo Reina Sofía

De familia rica, liberal, culta e ilustrada Su abuelo fundó el periódico ‘The Mountain Bee’ y su padre ‘The Atlantic’. Pero él también vivió rodeado de grandes mujeres: su prima Matilde era diputada socialista y luchaba por los derechos de las mujeres; el escritor Espín Shella Estaba casada con un primo suyo, su tía Rosalía fundó el Hospital del Niño Jesús en Madrid y su hermana Aurelia era una pedagoga muy avanzada. María Gutiérrez-Cueto –tomó artísticamente el apellido francés de su madre, Blanchard– era, según Lebrero, “una mujer moderna, inteligente, valiente, con personalidad propia. Para él, ella es “la mejor pintora cubista y la mejor artista española de la primera mitad del siglo XX”.

La relación con su madre no fue fácil. De hecho, María José Salazar cuenta en su biografía que la artista siempre le echó en cara sus problemas físicos, ya que “había sufrido una caída al bajarse de su carruaje tirado por caballos estando embarazada de ella”. En 1909 puso rumbo a la capital francesa, donde nunca dejó de ser extranjera y en cuya margen izquierda del Sena mujeres intelectuales, expatriadas y cosmopolitas como Sylvia Beach, Gertrude Stein y Tamara de Lempicka. Ella nunca pertenecería a ese grupo. París era una fiesta… y ella era una mujer: Josephine Baker, Colette… Allí Blanchard coincidiría con Susanna Valadona quien el MNAC de Barcelona dedica un amplio monográfico.

En el París bohemio, donde Amedeo Modigliani, el príncipe vagabundo de Montparnasse, se bebía la vida con sorbos de ajenjo, Blanchard se midió cara a cara con Juan Gris, Diego Rivera (con quien compartió estudio, otra conexión con Frida Kahlo), Jacques Lipchitz, André Lhote… Eran colegas y grandes amigos y compartían tertulias en La Rotonde. María era una más del grupo. “Su osadía de ser mujer moderna en un país antiguo Le costará una inevitable marginación social y por supuesto artística”, advierte el comisario. «Hay muchas batallas que pasaron factura: expatriada, no fue modelo, ni musa, ni amante, ni esposa». Exponer a Blanchard hoy, dice, “no es una idea ni una moda”.

‘La Frida Kahlo española’
Arriba, ‘El lanzador de cartas’,
Association Des Amis du Petit Palais, Ginebra / © Henri Martinie/Roger-Viollet / Colección Abelló

Ramón Gómez de la Serna., con quien coincidía en las tertulias del Café de Pombo, la invitó a participar en 1915 en Madrid en la exposición cubista ‘Los pintores completos’, que fue un escándalo y fue clausurada al poco tiempo de su inauguración. Blanchard era golpeado sin piedad por feroz crítica sexista. Así, Marc Vaux decía que “se parecía a esas figuras torcidas y jorobadas que acompañan a las infantas en los cuadros de Velázquez”. Para Maximilian Gauthier, “fue un fracaso como mujer y su arte, resultado de un drama absoluto de impulsos terrenales contenidos, reprimidos a la manera española”. Y JG Gros afirmó que ella “no sacrificó su arte por la feminidad porque estaba lisiada y carecía de belleza”. El acoso que sufrió fue tal que mientras trabajaba con naturalidad en las calles parisinas acabó pintando con un gendarme a su lado.

Discípulo ilustre de Emilio Sala y Fernando Álvarez de Sotomayor en Madrid y, ya en la Academia Vitti de París, de Anglada Camarasa y de Kees Van DongenEntre sus virtudes, Lebrero destaca “su riqueza simbólica y complejidad formal, su destreza en el ámbito técnico, el carácter innovador y radical de su obra, su compromiso social…”. Gerardo Diego Admiraba “su clarividencia y su profundo sentido del arte y de la vida”.

De su primera etapa Queda poca obra y es de reducidas dimensiones: retratos familiares, temas literarios y costumbristas (mujeres gitanas). Entre 1913 y 1920 estuvo muy activa dentro del movimiento cubista Parisino, al que Blanchard aporta plasticidad, con un dominio personal del color y del sentimiento. Sus obras cubistas forman el núcleo de la exposición. Pero en 1920 María Blanchard dio un giro radical en su obra, apostando por figuración: salas de maternidad, escenas domésticas, mujeres trabajadoras y niños.

Cubismo y maternidades
Arriba, tres de sus salas de maternidad cuelgan de la exposición. Sobre estas líneas, a la izquierda, dos cuadros cubistas; A la derecha, ‘La mujer del abanico’, de colección privada, réplica de una obra que se encuentra en el Reina Sofía
Efe y Ep

“Ella fue la gran olvidada de la Historia del Arte”, afirmó. Baltasar Magro, autora hace unos años de una biografía ficticia sobre la pintora, ‘María Blanchard. Como una sombra’. André Lhote Destacó el “trabajo prodigioso” de su fiel amiga: “El arte de María Blanchard es el arte más valiente que puede haber. “Ella pertenecía a esa familia de soñadores”. Para Ramón Gómez de la Serna., “fue la pintora más grande y enigmática de España”. Tuvo un gran reconocimiento, pero su vida fue muy corta y dejó una obra relativamente pequeña. La más cotizada de ella es su producción cubista (algunos de sus cuadros se han vendido por 300.000 euros), mucho más que los figurativos.

En 1927, el muerte de juan gris Fue un golpe para ella y la sumió en un profundodepresión. Se refugia en la religión y su pintura se vuelve más poética y melancólica, mientras su salud se debilita. Dicen que en sus últimos días solo quiso pintar flores. Murió, a la edad de 51 años, el 5 de abril de 1932 a causa de la tuberculosis. Fue enterrada en el cementerio de Bagneux. Gracias a una carta de Vicente Huidobro a su madre sabemos que Picasso asistió a su funeral. “¡Cómo está disminuyendo nuestro grupo!” -dijo el malagueño, angustiado. Tras la muerte de Blanchard, su familia retiró su obra del mercado debido a un conflicto con su galería.

El Ateneo de Madrid celebró una velada en su honor, organizada por Clara Campoamor. Habló Federico García Lorca, que pronunció una preciosa ‘Elegía a María Blanchard’: «Amiga de una dulce sombra que nunca he visto… La lucha de María fue dura, áspera, espinosa, como una rama de roble y, sin embargo, nunca fue una resentida, sino todo lo contrario. opuesta, dulce, piadosa y virgen. Te he llamado jorobado constantemente y no he dicho nada sobre tu ojos bonitosNi siquiera he hablado de tu manos magistrales. Pero hablo de tu cabello y lo alabo… Y te digo, María Blanchard, cómo amigo de tu sombraaque tenías la cabellera más bonita que jamás ha habido en España.

 
For Latest Updates Follow us on Google News
 

NEXT México | El único país de América Latina con una maravilla arquitectónica que podría desaparecer en los próximos años | Geografía Nacional | América del Sur | Teotihuacán | pirámides | Perú | Machu Picchu