Vicente López de Romaña: “Rechazo cualquier tipo de pensamiento que crea que tiene toda la razón” | sodalitio

Vicente López de Romaña: “Rechazo cualquier tipo de pensamiento que crea que tiene toda la razón” | sodalitio
Vicente López de Romaña: “Rechazo cualquier tipo de pensamiento que crea que tiene toda la razón” | sodalitio

Solo miré, no podía tocar nada. “Se mira con los ojos”, le advirtió su abuelo, un hombre pequeño; bueno, pero lejano; un abogado casi silencioso, de palabras medidas; religioso, y siempre trajeado, incluso cuando estaba en su taller de carpintería bajo la atenta mirada de su nieto.

Taller de carpintería que casi trae Vicente Arequipa y que hoy forma parte de su estudio de Barranco. “En mi familia hay una tradición por el objeto y por intervenir en él”, me dice midiendo cada palabra. Vocación familiar que se pone en práctica en la exposición Profanaciones, para lo cual abre su estudio-taller -en Alfredo Silva 109, Barranco- y exhibe 12 años de su obra inédita, al mismo tiempo que su salida del Sodalicio de Vida Cristiana, organización acusada de abuso psicológico, físico y sexual. La exposición estará abierta del 19 al 26 de abril, lunes, miércoles y viernes, de 17 a 20 horas.

Vicente López de Romaña espera mis preguntas sentado en medio de su taller y casi bajo el umbral de la puerta, de cuya cima cuelga algo parecido a una nube, rodeado de imágenes religiosas y juguetes profanados.

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¿Por qué profanar?

Muchas instituciones, como la iglesia o la religión, comienzan por profanar la intimidad de la persona, la infancia, el pensamiento y la libertad. Entonces, busco profanar lo que ellos profanaron. Vengo de una familia muy católica y conozco a Sodalicio desde muy joven. Pero no quiero centrar esta exposición en el Sodalicio. Se trata de mi proceso personal de cómo me he ido desprogramando y empezando a pensar por mí mismo. Dejé el Sodalicio e inmediatamente comencé a estudiar Arte.

De alguna manera siempre tenemos que estar desprofanándonos, ¿no?

De todos modos. Es bueno romperlo todo, ver lo que queda y reconstruirte un poco.

Ir en contra de lo que se vuelve “sagrado”.

El arte ha sido profanado mil veces. Y siempre se convierte en un status quo, hasta que llega alguien y dice “¿por qué tiene que ser así?” Empecé a estudiar arte a los 32 años, pero desde pequeña siempre fui muy artística. Me entendí como artista siendo sodalita y tenía la misión de hacer arte sodalita. Nadie sabía qué era eso, pero había que hacerlo (sonríe). Y teníamos que evangelizar…

¿No fue una lucha ser artista y ser sodalita?

Estaba bien absorto, pero siempre existía esa lucha; Siempre hubo un conflicto entre lo que quería y la vida que tenía. Pero sólo me di cuenta de la burbuja cuando salí.

¿Por qué dejaste el Sodalicio?

Sabía que ese lugar era malo y lo dejé por cómo estaba el formato. Después de un rato dije: “¿Dónde he estado?” El mundo se me cayó encima porque comencé a pensar por mí mismo. Después de dos, tres meses, la idea de Dios no tenía ni pies ni cabeza, y sentí un vacío existencial. ¿A qué me aferro ahora?

¿De arte?

Sí. Y salté al vacío. Empecé a jugar y lo hice con imágenes religiosas para quitarle el peso a lo sagrado. También me dieron mil juguetes, ‘cachineaba’. Creé un universo donde podía pensar libremente.

Ahora viniste a estudiar Filosofía y Teología.

Finalmente, en el Sodalicio decidí ser sacerdote. Luego comencé a estudiar en Chile, en la Universidad Católica. Pero primero estudié Filosofía y, cuando tuve que pasar a teología, un día dije: “no puedo más”. Fui a ver a mi superior en Chile y le dije que no volvería a la universidad, que necesitaba ser artista. También por esa época murió mi padre… Y, mira, ahora no sé cómo quedará la exposición, pero me ha venido muy bien todo el proceso, desde animarme a exponer.

¿Aún tienes ese sentimiento de culpa tan católico?

Sí. Siempre hay cosas que estarán ahí. Hay que estar atento para desactivar. Nos han echado la culpa… Pero quiero aclarar que no me estoy burlando, sino que en este proceso personal he necesitado romper estos mecanismos de culpa, de miedo… Tenemos una imagen tan fuerte y propagandizada de control, de cómo ser, del machismo, de la represión desde lo sexual, la libertad… y busco quitar ese valor intocable de la imagen.

Vicente López de Romaña, artista visual arequipeño. (Foto: Martín Pauca).

¿Y hoy en qué crees?

No soy católico. Las representaciones que tenemos con la religión son algo muy político. Y si hay algo es del lado del arte, de la naturaleza. Me considero un humilde agnóstico (sonríe).

¿Tuviste que pasar por lo que tu hermano Martín (quien publicó el libro La jaula invisible. Mi vida en el Sodalicio: un testimonio), los abusos?

Sexual no, físico sí. Creo que no hay Sodalita que no haya pasado por el abuso físico, de autoridad o la irrupción de su núcleo interior; Eso fue parte del entrenamiento.

O insinuaciones.

Las insinuaciones pueden ser…

¿Te sientes libre hoy?

Siento que esta muestra es un ejercicio muy importante de dejar ir; También es un proceso mental de reconciliación conmigo mismo. Pero, más allá de lo religioso, siempre hay un enfrentamiento contra lo que se impone, contra lo que debe ser o el propio mercado, cómo nos dicen que debe ser nuestra vida; Es algo que siempre me cuestiono. Y en los objetos veo material asombroso. Por ejemplo, ¿por qué los niños juegan con armas de fuego? Es una locura…

¿Hoy eres una especie de ‘soldado’ del arte?

No me siento soldado de nada, ni defensor de nadie, ni apegado a ningún grupo. Tengo un rechazo absoluto a cualquier tipo de pensamiento que crea que es absolutamente correcto.

AUTO PRESENTACIÓN:

-“Soy Vicente López de Romaña Jenkins. Tengo 45 años. Nací en Arequipa. Desde cuarto grado ya me vestía de sodalita, solo estuve con los sodalitas desde los 14 años. En el camino estudié Arte, Diseño Gráfico, Teología y estudié en Corriente Alterna, donde me gradué”.

-“Hice una exposición individual de dibujos, de retratos con tinta. Hice un par de exposiciones colectivas, una de ellas en Argentina. Una vez estuve en Art Lima y de ahí estuve encerrado, 24 horas al día, 7 días a la semana, hasta que dije que era hora de exponer; Si no, me volvería loco”.

-“Ahora voy a ir hacia la fotografía de objetos. Me encantaría que algunas piezas permanecieran en un museo. Y esta muestra (Profanaciones) no ha sido concebido como una exposición; De hecho, me han tenido que convencer muchas veces. Es mi proceso, mi manera de decir lo que he vivido”.

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