Muere Dani Levinas, coleccionista y confidente de las grandes fortunas del arte

Muere Dani Levinas, coleccionista y confidente de las grandes fortunas del arte
Muere Dani Levinas, coleccionista y confidente de las grandes fortunas del arte

Dani Levinas, coleccionista de arte y curador que contó en este diario la historia de los grandes mecenas, falleció este martes en Miami a los 75 años. El empresario, nacido en Buenos Aires en 1948, ha tenido acceso en los últimos años a esos grandes colecciones privadas que el resto de nosotros debemos contentarnos con ver de lejos o en determinadas publicaciones. Estas conversaciones, publicadas en EL PAÍS, quedaron recogidas en el libro Los guardianes del arte (La Fábrica), en el que Levinas habló con 34 personalidades.

“Mi colección, comparada con la de mis entrevistados, es muy pequeña”, dijo en una entrevista a este periódico en marzo de 2023 cuando se mudó a vivir a Madrid tras décadas de residir en Washington. Esa colección, formada junto a su esposa, Mirella Levinas (fallecida en 2022), cuenta con unas 800 piezas de arte contemporáneo con una gran cantidad de artistas de América Latina y fue exhibida en parte en su casa del barrio de Georgetown, que cerró un par de hace años que. años, tras la muerte de su esposa, a quien había sido cercano desde su adolescencia en Argentina. Luego trasladó una parte de aquellos tesoros a su casa madrileña del barrio de Las Letras.

Levinas fue también presidente del patronato de The Phillips Collection, el primer museo de arte moderno de Estados Unidos, con sede en Washington, y también fue miembro del consejo directivo de la Fundación Museo Reina Sofía de Madrid. Su muerte le alcanzó en Miami, donde tenía un apartamento. Fue, según fuentes familiares, mientras se preparaba para un reconocimiento médico cuando se sintió mal y falleció.

Provenía de una familia ligada al arte. Junto a uno de sus hermanos, Gabriel Levinas, famoso periodista argentino, abrió la galería Arte Múltiple en Buenos Aires, gracias a la cual comenzó a coleccionar. De joven trabajó en el negocio familiar de material de esquí. Su éxito empresarial se produjo después de mudarse a Washington a principios de los años 1980. Fue gracias a una publicación por entregas (ya una primera Boletin informativo) que ofrecía a los ejecutivos herramientas para hablar en público. Levinas decía con una de sus sonrisas contagiosas que la idea se le ocurrió al leer una encuesta a los principales CEO de Estados Unidos que establecía un ranking de sus mayores temores: hablar frente a un público de extraños ocupaba el segundo lugar. , después del miedo a muerte.

Su pasión por el arte lo llevó al coleccionismo. En ferias de todo el mundo tuvo una presencia siempre jovial, apreciada por las galerías, tanto las consagradas como las jóvenes, con las que siempre le gustaba mantenerse al día. Ahora estaba a punto de abrir su propio espacio expositivo en Madrid, en cuyo diseño contaba con la ayuda de su otro hermano, Salo Levinas, un arquitecto afincado en Washington. Explicó en la mañana del martes que Dani se encontraba en perfecto estado de salud y en buen estado de vida cuando ocurrió lo inesperado.

Además de sus dos hermanos, le sobreviven sus tres hijos: Mariana, Diego y Pablo.

La idea de iniciar la serie de entrevistas para EL PAÍS surgió en 2018. La primera charla (Levinas estaba aterrorizada de que estas conversaciones pudieran tomarse como entrevistas) fue con Alain Dominique Perrin, de la Fundación Cartier, en París. Los envió al periódico con una frecuencia incierta pero fiel. El último fue con Ricardo y Susana Steinbruch, coleccionistas brasileños.

No sólo consiguió la llave de las casas de las mayores fortunas del mundo del arte; Además, una vez dentro, consiguió que personajes aparentemente tan reticentes a dejar huella como J. Tomilson Hill, uno de los grandes coleccionistas de arte del mundo (sus cuadros se encuentran en la Galería de los Uffizi), con museos propios, acabaran con él. . medio confesando con una sonrisa traviesa que tal vez sea el dueño Judit y Holofernesuno de los últimos cuadros que han aparecido de Caravaggio (se estima que tiene un precio de venta de más de 100 millones), cuya atribución sigue rodeada de polémica.

“No tengo trucos”, confesó a EL PAÍS. “No voy como periodista, no voy como crítico de arte. Somos colegas. Digamos que es una conversación de coleccionista a coleccionista. Bajaron la guardia”, dijo a este diario.

Levinas también habló con la pareja multimillonaria Mitchell Rales y Emily Wei Rales, propietarios del Museo Glenstone en Maryland, donde han reunido una colección de arte con más de 1.300 piezas modernas y contemporáneas. O con Helga de Alvear, una coleccionista alemana afincada en España, que también ha optado por reunir su patrimonio en un centro de Cáceres y que en cada edición de Arco da la buena noticia con compras millonarias.

En la feria de Madrid, Levinas era un visitante habitual, y tenía la costumbre de ofrecer una copa en su casa cuando ésta cerraba los domingos. En consecuencia, el mundo del arte de la ciudad compartió su conmoción y dolor por su repentina muerte en las redes sociales y en mensajes privados en las horas posteriores a la noticia.

Levinas siempre tenía un requisito en sus entrevistas: “Traté de buscar coleccionistas que compartieran arte con el público. Lo que más les importa a los artistas es que su obra sea vista por la mayor cantidad de ojos posible y por eso no se puede encerrar la obra”, afirmó.

La muerte truncó sus planes de escribir un libro sobre museos al aire libre, quizás la máxima expresión de la liberación del arte que buscaba. También le impidió cumplir su objetivo de compartir su propia colección con el público madrileño.

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