No le pidas ayuda a ChatGPT con la ortografía – .

No le pidas ayuda a ChatGPT con la ortografía – .
No le pidas ayuda a ChatGPT con la ortografía – .

Hace unas semanas, mi hija de 11 años estaba haciendo unos ejercicios de ortografía que le habían dado en el colegio. Recordé que ella les daba a mis alumnos de secundaria un ejercicio que consistía en corregir errores de ortografía en 20 oraciones simples en español que el procesador de textos palabras No me identifiqué. Así que se lo jugué a mi hija para que practicara un poco para el examen.

Mi hija, una vez hecho el ejercicio, me lo trajo para que lo corrigiera. Sugerí: “Antes de decirte qué tienes bien y qué mal y por qué, preguntémosle a un profesor que lo sabe todo, llamado ChatGPT. A ver qué nos dice y cómo corrige el ejercicio”. Al lado, escribí la siguiente consulta o inmediato:

“Hola, ChatGPT. ¿Puedes decirme si las siguientes oraciones tienen errores ortográficos de acentuación o puntuación, corregirlas y explicármelos?”

De los 24 errores, diez no fueron identificados o corregidos incorrectamente: el 41,6%. Y en las explicaciones “alucinó”, es decir, inventó las reglas, no identificó los errores o los explicó mal. Estas dos frases sirven de ejemplo:

María dijo que no..

Corrección: María dijo que no.

Explicación: “María” lleva tilde en la “i” porque es un nombre propio.

Según ChatGPT, María lleva tilde no porque sea un hiato (dos vocales en sílabas diferentes, una de ellas cerrada “i” y otra abierta “a”), sino que el acento le corresponde porque es un nombre propio. Así que de ahora en adelante las “Isabeles” o los “Ismaels” también deberían llevar tilde, si aplicamos su razonamiento.

Cuanto más comes, más aumentas de peso..

Respuesta: Esta oración está escrita y puntuada correctamente.

“Cuánto” en esta frase no tiene significado interrogativo ni exclamativo, sino adjetivo, por lo tanto, no lleva tilde. Asimismo, después de “venir”, se escribe coma porque se introduce una frase consecutiva.

Una vez que estábamos viendo los resultados y le expliqué en qué se había equivocado ChatGPT a la hora de corregir el trabajo, como os podéis imaginar, el comentario de mi hija fue: “Bueno, qué profesora, sea lo que sea esto que tenga que ver conmigo. ” Explícame la ortografía, no lo apruebo en absoluto”.

Desarrollo del aprendizaje no artificial.

Con el pretexto de este ejemplo real, quiero resaltar una de las grandes preocupaciones que está generando la inteligencia artificial tanto en los procesos de enseñanza como de aprendizaje. Algunos profesores y muchos alumnos están confiando en inteligencias artificiales como los famosos ChatGPT o Copilot, entre muchas otras, para realizar determinadas tareas, ejercicios, actividades, proyectos o trabajos.

Estos programas, en muchas ocasiones, se llevan a cabo de forma fiable. Por ejemplo, suelen proporcionar resúmenes valiosos. Pero en muchas otras ocasiones genera explicaciones erróneas o inventadas que se alejan de la realidad; lo que en la literatura científica se ha llamado “alucinación”.

La reflexión crítica y la producción de contenidos constituyen competencias esenciales para los estudiantes en su desarrollo académico. El fácil acceso a la inteligencia artificial para llevar a cabo estas tareas debería empujar a los docentes a repensar sus procesos didácticos y de evaluación hacia el desarrollo de un aprendizaje “no artificial”.

Se trata de enseñar a utilizar la inteligencia artificial de forma consciente, crítica y reflexiva con los resultados que nos proporciona y cómo utilizarlos para aprender más y mejor.


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Enseñar a detectar errores.

En este sentido, visibilizar los errores, alucinaciones e inconsistencias de las inteligencias artificiales debe ser hoy uno de los contenidos transversales (como recomienda la UNESCO) en los diferentes ámbitos y materias que componen tanto la educación preuniversitaria como la universitaria.

Una habilidad no muy distinta, por ejemplo, de saber detectar fake news o vídeos manipulados, bulos y mentiras en la información publicada en las redes sociales.


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Atajos a cambio de qué

Como estudiantes podemos sentirnos inclinados a buscar atajos, hacer “trucos” para los exámenes, copiar de un compañero, descargar una obra del “Lazy Corner” ya del Pleistoceno o ver la película para no leer el libro.

Pero usar atajos puede estar bien si sabemos a qué nos estamos exponiendo. Es como decidir si comprar un coche en oferta que frena el 70% de las veces o un coche más caro que básicamente no falla. La conclusión es clara: si compras el barato, te quedarás atrapado en algún rincón.

Por cierto, mi hija tuvo una tasa de fracaso del 30%.

 
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