Inteligencia artificial en el banquillo

Inteligencia artificial en el banquillo
Inteligencia artificial en el banquillo

Muchas tecnologías prometen ser disruptivas, pero pocas lo son en realidad. El Inteligencia Artificial Generativa (IA) es uno de ellos y amenaza con impactar todos los ámbitos de la vida. Más allá de las teorías sobre la singularidad –ese momento en el que la IA superaría en inteligencia a los humanos que se vislumbra en Terminator–, la implementación demuestra que El principal impacto se da en la trabajo, como anticiparon algunos especialistas.

La posibilidad de utilizar máquinas para sustituir el trabajo físico es un viejo sueño del capital y del socialismo desde el comienzo de la revolución industrial. La promesa era que los trabajos más duros y aburridos quedarían en manos de las máquinas y los humanos realizarían actividades más satisfactorias. Más allá de las discusiones sobre el cumplimiento de estas promesas, los empleos en los servicios crecieron.

En las últimas dos décadas, Los principales actores económicos del siglo XX entendieron que la tecnología digital puede arruinar sus modelos de negocio. Esta vez la víctima potencial no es un nicho concreto como los medios de comunicación o los bancos, sino prácticamente todo el espectro de servicios existentes. Por eso decidieron reaccionar por la vía legal ante un tsunami de demandas.

Como no perder la cabeza

La preocupación por los efectos de la IA generativa ya estaba en el aire antes de que ChatGPT de OpenAI sorprendiera al mundo a finales de 2022. En noviembre de ese año, comenzaron las demandas contra GitHub, un repositorio informático gigante que Microsoft compró en 2018. La empresa utiliza código generado por millones. de programadores de todo el mundo para entrenar a Copilot, su IA. La base de esta afirmación es que utiliza inteligencia humana para entrenar IA y reemplazar a los programadores.

Unos meses más tarde el Los sindicatos de escritores y actores exigieron que las productoras no utilicen IA entrenadas con su trabajo para sustituirlas. En diciembre de 2023 el periódico americano El New York Times demandó a OpenAI y Microsoft por usar sus elementos para entrenar sus IA. El reto legal es demostrar que efectivamente han sido capacitados con sus contenidos y, por otro lado, que están protegidos por derechos de autor, algo que no está del todo claro.

El Actriz Sara Silverman demandó a Meta y OpenAI por usar sus textos. Otros escritores siguió sus pasos, incluyendo Jonathan Franzen y John Grisham. Lo mismo está pasando con ilustradores y bancos de imágenes como Getty. La lista podría durar varias páginas más.

Mientras tanto, las herramientas de IA se multiplican a toda velocidad. En enero se lanzó GPT Store, un repositorio de bots. de IA desarrollada por usuarios y empresas que ofrecen, por ejemplo, dibujos al estilo del New Yorker o escritos como Margareth Atwood o Stephen King. OpenAI prohíbe explícitamente el uso de “contenido de terceros sin los permisos necesarios” y promete eliminar los bots tan pronto como se denuncien. Quienes temen que sus obras hayan sido utilizadas deben permanecer constantemente atentos para demostrar que los bots utilizan fragmentos de sus obras.

También el sellos discográficos Buscan evitar que la música de sus artistas alimente la IA. Cientos de músicos, desde Billie Eilish hasta Stevie Wonder, firmaron una carta abierta exigiendo protección ante el avance de distintas IA que crean música. Otros, como la artista Grimes, aceptaron que utilicen su voz a cambio de la mitad de los beneficios que generen con ella en una suerte de nuevo rentismo. Aún más problemático es el caso de la música generada por IA que los robots “escuchan” para aumentar los pagos, un bucle automatizado que ni siquiera requiere que los humanos disfruten de la música, sin mencionar el desperdicio de energía inútil.

El futuro esta llegando

Aunque los inversores enarbolen la bandera de la innovación y pidan que no se mate la gallina de los huevos de oro, es casi seguro que en los próximos años las demandas se multiplicarán si las actuales prosperan. Menos suerte tendrán los actores globales con recursos y conocimientos limitados para acceder a los tribunales de Estados Unidos, el país donde se desarrolla la mayor parte de la IA comercial.

La IA no es inteligencia ni es artificial, sino inteligencia humana procesada para encontrar patrones estadísticamente significativos que permitan generar una imitación creíble de la creatividad. De hecho, están surgiendo problemas con IA entrenada con producto de otras IA, lo que genera graves problemas de endogamia digital y produce resultados delirantes o directamente inútiles.

La sustitución de trabajadores por máquinas no es nueva: ya lo es Federico Taylor A finales del siglo XIX, buscó dividir los trabajos complejos en otros simples para reemplazar a los trabajadores experimentados por otros más baratos o por máquinas. Ahora, todo indica, lo mismo está sucediendo con el trabajo intelectual, algo que parecía imposible hace unos años. Es cierto: la IA podría ser una herramienta que aumente la productividad y ahorre tiempo para todos. Sin embargo, la experiencia indica que este excedente no suele distribuirse entre la mayoría para mejorar su calidad de vida.

 
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