La tierra querida de Ana Mendieta › Cenital › Granma – .

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Ahora en Ana la gente mira la sangre, como antes en sus últimos espectáculos (El gran gatillo del arte (2020), y Padre Nuestro (2023), entre otros), la autora y directora Agnieska Hernández Díaz anuda temas nacionales en el Coordenadas del mundo contemporáneo.

El reciente estreno está basado en la vida y obra de la artista visual cubanoamericana Ana Mendieta. Pionera de las artes escénicas, particularmente de algunas de sus especialidades, murió joven a mediados de los años 80, cuando su reputación se expandía desde su casa en Nueva York. Su caída desde el piso 34 de su apartamento todavía se discute como un accidente, un suicidio o un asesinato, por parte de su marido Carl Andre, un artista estadounidense que murió en enero pasado. También la obra, reciente Premio de Dramaturgia Virgilio Piñera, abordará el evento, así como diversos aspectos del arte y la institución del Arte.

Agnieska ve en Ana un prisma para refractar el drama de la emigración global, pero se detiene en el nuestro. Reconstruye, de la mano del teatro documental y del préstamo de diferentes técnicas, y en medio de una sabrosa libertad, los hitos biográficos de la niña nacida en el seno de una familia adinerada de Cárdenas que, a través de la Operación Peter Pan, será sacada de la Isla por a su hermana, por “miedo al comunismo”. A ambos les esperaba un camino difícil en Estados Unidos, y Ana hizo de su condición de emigrante una parte esencial de su exploración artística. La tierra y la sangre eran sus dos temas favoritos, su regreso a su país natal, su deseo recurrente cumplido.

Tal línea del relato es “bombardeada” por las crudas experiencias de los actuales migrantes en su viaje hacia el “norte”, a través de una apropiación de Hansel y Gretel. En el abismo de la frontera por cruzar y de la yuxtaposición, pasado y presente se rozan. El sentido dramático no nace de un enfrentamiento habitual entre antagonistas, sino que surge de la angustia y el dolor de las situaciones narradas. Y se proyectan, como diría Peter Brook, en lo que sucede entre el actor y el espectador.

Precisamente por eso es teatro. La fuerza y ​​la emoción de las actrices, el actor y la música en vivo convierten la poesía en un método de análisis. La información es extensa. Se baila un mambo de Pérez Prado inspirado en Rodney y Tropicana. La pantalla del fondo recoge imágenes de Ana y sus intervenciones… El escenario reverbera todo el tiempo. El público arde y la anagnórisis colectiva cumple el antiguo propósito de la categoría clásica.

En tiempos difíciles, Agnieska reúne en La Franja Teatral una formidable convergencia de talentos que responden con valentía y riqueza creativa desde esta Isla intentada subyugar, vilipendiada cada día, asfixiada por el nudo imperial. Este lugar que “es el anhelo de todos los vivos y la memoria de todos los muertos” (dijo Ambrosio Fornet), demuestra en Ana, el pueblo mira en la sangre que Cuba es tierra viva, como los terrones oscuros a los pies. del escenario indican. , la tierra querida de Ana Mendieta.

 
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