El mensaje social del primer juicio con jurado con sentencia de No Culpable en Mendoza

El mensaje social del primer juicio con jurado con sentencia de No Culpable en Mendoza
El mensaje social del primer juicio con jurado con sentencia de No Culpable en Mendoza

En principio, y quizás uno de los elementos más fuertes, era verificación de que había pólvora en una de las manos de la víctima; Posteriormente, se descubrió en una veintena de llamadas al 911 reportando la situación en la Plaza del barrio Martín Güemes. Esa noche hubo detonaciones que alertaron y preocuparon a los vecinos; de ahí la petición de ayuda.

La llegada de Verdugo junto a su compañero Osorio solo hizo que los jóvenes dejaran de atacarse entre sí., y unirnos contra estos dos policías. Osorio no pudo seguir usando su escopeta antidisturbios, y Nadia sacó su arma reglamentaria y disparó contra el piso de tierra del inmueble. Al verse agobiado y desarmado, Osorio pidió la frecuencia: “CEO, dentro de la plaza están los charlys, mándame apoyo ahí, mándame apoyo”.

Ante el grito desesperado del oficial, lo siguieron Palos y piedras volando contra la policía., hasta que llegaron refuerzos; Uno de estos vehículos recién llegado termina grabando con su cámara el que iba a ser el vídeo incriminatorio del oficial Verdugo.

Se la ve con su pistola disparando 3 veces a su izquierda, con destellos claros que mostraban las explosiones, y uno menos obvio a su derecha. Aquellos los disparos que fueron hacia el este no hirieron a nadie; pero el que apuntaba al oeste acabó con la vida de Kevin.

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Primer juicio con jurado con sentencia de No Culpable en Mendoza

Esos son los hechos; Antes de juicio con jurado Se llegó a una serie de estipulaciones probatorias, la más impactante de ellas fue que Nadia había matado al niño con una bala proveniente de su arma reglamentaria.

Sin embargo, El debate comenzó con una acusación que nunca incluyó el homicidio agravado por el cargo o función policial de Verdugo, pero sólo para el uso de un arma de fuego. Esto le permitió evitar, en una eventual condena, una condena a cadena perpetua.

Pero el resto de hipótesis que quedaron a consideración del jurado, de declararla culpable, podrían acarrearle treinta años de prisión.

El final de la historia muestra que ella no fue declarada culpable.; y es la primera vez que un jurado popular en Mendoza llega a un veredicto tan unánime.

Todas las demás absoluciones en esta provincia han sido por jurados que no se pusieron de acuerdo y quedaron estancados, con la posterior decisión de los fiscales de no insistir en las acusaciones, de no volver a juzgar a los acusados.

Ahora bien, ¿por qué 12 ciudadanos comunes y corrientes no declararon culpable de ningún delito a esta mujer policía? La respuesta es fácil: entendieron que ella actuó en cumplimiento de su deber.

No puede ni debe saberse las razones que los miembros del jurado podrían dar para su veredicto, y es ahí donde lo ocurrido sólo puede interpretarse en una revisión del juicio. Es la mayor garantía para el pleno y libre ejercicio de su deber cívico.

Evidentemente los argumentos del fiscal Víctor Giambasttiani no persuadieron a los 12; y una característica frecuentemente observada de los juicios por jurado es que No siempre es tan importante demostrar como convencer; aunque es lógico que no exista mayor capacidad de convencimiento que el plexo probatorio.

En este caso no hubo dudas, porque como ya se señaló, en el acuerdo probatorio previo al debate, Estaba claro que Nadia lo mató: la cuestión era ver en qué circunstancias.

Giambasttiani intentó señalar que no se trataba de un hecho que pusiera en riesgo la vida de los policías o de sus compañeros: argumentó, por ejemplo, que no sólo no hubo agentes heridos, sino que ni siquiera se vio afectada la movilidad.

Pero la respuesta de Hidalgo fue una frase que pareció haber resonado tan profundamente en el jurado como en la sociedad actual: “No es necesario que un policía muera”.

Las confesiones y comprobaciones pasaron a ser detalles menores, como lo que la propia Verdugo admitió en su investigación nada más iniciarse el juicio, de cara al jurado, pero entrando en un estado emocional que le impidió continuar con su declaración, que nunca vio a Kevin apuntándola o disparándole. O que ningún policía vio siquiera a uno de los pandilleros armado.

Los argumentos de la defensa cobraron más fuerza, como que no se podía ver bien esa noche en ese lugar, debido a la escasa iluminación por un foco roto o la frondosa vegetación de la plaza, o que Las reacciones de los policías no fueron por lo que podían ver sino por oír: explosiones.

Sin embargo, la Fiscalía informó al jurado que en el lugar no se encontraron tumberas ni otras armas; que las llamadas al 911 en su mayoría reportaban palos y piedras; que no se encontraron cápsulas ni cartuchos por ninguna parte.

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Y aquí le pasó a La contaminación del teatro de los acontecimientos por ambas partes es importante. Es que los mismos policías admitieron en el juicio que recogieron los cartuchos de sus escopetas; y la defensa mostró las imágenes de los jóvenes tomando la plaza toda esa mañana, recogiendo “cosas” del suelo, con el agregado de especular que en la bolsa metieron no sólo cartuchos y vainas, sino incluso las armas y/o tumbas. que hipotéticamente habrían utilizado. Ante tales especulaciones, la respuesta de la fiscalía no fue menor: “Ahí lo que pasó fue el camión recolector de basura, nadie se iba a arriesgar a tirar un arma en una bolsa y luego ser descubierto”.

Trivialidades aparte, lo cierto es que Nadia también fue acusada por Giambasttiani de esconder cinco cápsulas usadas en su ropa; a lo que la defensora alegó: si hubiera querido, en los 3 kilómetros que recorrió al llevar el celular a la comisaría, podría haberse deshecho de ellos.

La cosa es que El trabajo de la Policía Científica fue tan malono tanto por incapacidad sino por retrasos, más cuestionable para el asistente fiscal que no tomó medidas para proteger la zona, que el proyectil que mató a Kevin fue encontrado 5 meses después en una nueva inspección en la acera donde estaba su cuerpo cuando murió.

Ante este cúmulo de problemas en materia probatoria, el razonamiento del defensor fue inteligente: al señalar que No sólo Nadia, sino todos los agentes de policía disparaban en la misma dirección. reaccionando rápidamente a estímulos aparentemente auditivos, dejó claro que el vídeo que registraba esos movimientos debía mirarse de otra manera.

Y así, las pericias de balística, del equipo médico forense y demás quedaron debilitadas, porque la única diferencia entre Verdugo y sus compañeros fue que ella utilizó su arma reglamentaria, argumentando que no tenía otra arma con la que defenderse.

Y no fue una legítima defensa, como algunos erróneamente señalaron, sino cumplimiento del deber de los agentes policiales de evitar que corra riesgo la vida propia y ajena.

Al final, al parecer, el jurado entendió que eso era lo que buscaban y actuaban estos policías, incluida Nadia Verdugo.

Pero en las especulaciones de la jurisdicción local, el juicio generó una pregunta de difícil respuesta: ¿Habrían corrido la misma suerte estos policías si hubieran sido procesados ​​por un tribunal técnico en lugar de uno popular?

Se dice que las sentencias de los jueces llevan un mensaje a la sociedad. Pero esta vez fue una señal del pueblo a las instituciones, en voz de 12 jurados: tal vez para fortalecer la vocación policial y atender el reclamo de que no se pueden atar las manos de las fuerzas de seguridad para garantizarnos una convivencia pacífica.

 
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