‘El dios manipulable’, libro de Sergio Artero

El libro fue publicado en marzo. El dios manipulableescrito por Sergio Artero y editado por Libros independientesyo diría que Único en el panorama del pensamiento titiritero y filosófico del país.cuyo título es ya una declaración de principios y una puesta sobre la mesa de disección el cuerpo de lo que se va a discutir.

El autor –poeta, actor y director de teatro– es el creador de la compañía Saltacio (situada en San Ildefonso, Segovia), con la que ha estrenado numerosas obras propias y adaptaciones de otras, aunque también ha escrito, dirigido y colaborado para otras muchas compañías del país. Debes saber que Sergio Artero, nacido en 1980, es licenciado en Arte Dramático en Interpretación y Dirección Gestual por la RESAD, y diplomado en Filosofía por la UNED. Datos importantes para comprender el cómo y el porqué de un libro que profundiza en el complejo entramado simbólico de este concepto hoy tan amplio y rico en significado que es la Marioneta, con un profundo conocimiento de la causa capaz de combinar experiencia, modestia y una mirada larga. y sutil, una erudición y una sabiduría que abre puertas y caminos donde tan pocos han transitado.

Sergio Artero, en el Musée Gadagne, Lyon, Francia. foto del autor

Tuve el honor de que Sergio me encargara el prólogo del libro, que el lector puede leer a continuación, y en el que hablo de la impresión que me causó su lectura y la importancia de que sea leído, disecado y disfrutado por aquellos que estén interesados. por estas cosas. Para los titiriteros e intérpretes de lo que hoy se llama la práctica híbrida de títeres, El dios manipulable Es una oportunidad para ampliar conceptualmente lo que se hace en los talleres y en los escenarios.

No te lo pierdas. Quedarán gratamente sorprendidos y atrapados por las redes del conocimiento que, quitando los velos que cubren lo conocido, busca ir más allá de lo cotidiano.

Prólogo a El dios manipulable:

Cuando el titiritero mueve los hilos de la palabra

Rara vez se ve a un titiritero manipular los hilos invisibles de las palabras, dejándoles ejercer ese papel de medio que generalmente desempeñan los títeres. ¿Para qué nos convertimos en muñecos si no para escuchar lo que tienen que decirnos sobre nosotros mismos, sobre el mundo y sobre el futuro? Por supuesto, no todas las personas están dispuestas a escuchar, pero los buenos titiriteros entienden que todo lo que saben, lo han aprendido principalmente de las propias criaturas que crearon con sus manos o que compraron en una tienda de comestibles de cualquier ciudad. Es la ley del espejo y del reflejo, la que constituye la base de esta modalidad teatral que llamamos Títere.

Estas palabras sirven para expresar el asombro y la admiración que me ha causado descubrir a alguien capaz de mover los hilos en ambos sentidos: el que mueve títeres y muñecos, y el que maneja las palabras. Es el caso de Sergio Artero, director de la compañía Saltatium, fascinado por el mundo del teatro de figuras y creador de despliegues y dobles realidades en escena.

Imagen de ‘Mudejarillo’, de Saltatium Teatro. Foto de empresa

Parece fácil manejar el hilo de palabras, pero en realidad es un trabajo tan arduo y complicado como el de los títeres. Esta ocupación tiene un nombre: se llama filosofar y quienes la practican son filósofos. Bueno, es posible que alguien salte y exclame: pero ¿qué ha pensado este titiritero, comparando sus artes de juglar con el noble empeño de filosofar? ¿Nos toma por tontos o qué? Bueno, que se calmen los indignados. En realidad, esta pregunta impertinente es pura retórica, porque los verdaderos filósofos nunca la harían. Al contrario, se inclinarían con humildad ante un conocimiento que dice tantas cosas sin casi usar la palabra. El silencio y las elipsis, esos lenguajes del muñeco inerte, son las herramientas del titiritero que se cuestiona, mientras el filósofo se interroga con el discurso de las palabras. Ambos buscan respuestas, aclarar los enigmas. Y crear otras voces que cuenten las verdades que desconocemos.

Volviendo al libro de Artero, lo que me impresiona es que estamos ante alguien que conoce muy bien los silencios de las palabras, es decir que maneja con soltura los lenguajes de la filosofía. Su ejercicio es el siguiente: Me he dado cuenta de que hacer teatro, con y sin muñecos, es una forma de despliegue que nos permite ver realidades desde perspectivas diferentes, a veces opuestas. Pero mis ganas de saber y expresar en escena lo poco que sé, me piden ir más allá, y que el mundo de las palabras me guíe y me diga lo que estoy haciendo cuando parece que no hago nada, bueno todo títeres, maniquíes, o actores lo hacen…

Es la doble compulsión del filósofo titiritero o del filósofo al que le gusta ser titiritero. Para nosotros, los que pertenecemos al gremio de los muñecos y sus elipses, es un lujo saber que alguien ha hecho este doble esfuerzo. Tener un texto como el que nos ocupa es como si nos hubiera tocado la lotería: de repente, a nuestro alcance, una riqueza inusitada, un espejo en el que reflejarnos, un camino que antes no existía, un campo labrado de libre acceso. donde cualquiera puede cosechar sus frutos.

Escribir para Artero es muñeca palabras. El autor dice: Pero escribir es también una máscara que revela lo que está oculto, la construcción de un alter ego, un yo poético, una persona modelo que representa lo mejor de mí o, al menos, mi yo cuidado, lo que quiero contar. . Es verdad, escribir es pulsar el botón que hace emerger el doble, el doble, el otro, el Misterio. Más que una mimesis o una tautología del yo habitual, la verdadera escritura es una respuesta, un ir contra uno mismo, un salir de sí mismo. Lo que nos devuelve a autores como Fernando Pessoa, frecuentemente citado por Artero, quien decía que él no era nada de lo que surgieran otros y diferentes yoes. Por eso siempre lo he considerado un poeta titiritero: guardaba sus despliegues en un baúl del que todavía hoy surgen nuevos personajes, movidos por los hilos invisibles de su imaginación, que sigue manejando desde la nada más estricta e inerte. del. De todo esto habla Artero en sus páginas.

Sergio Artero en ‘Mudejarillo’. Foto de empresa

Todo este libro está lleno de citas, autores, nombres que debemos conocer, pensamientos que nos explican qué se esconde detrás de los títeres y muñecos, el secreto de los hilos y de lo que se mueve sin hilos, o de los hilos invisibles que no están.

Un libro que es valiente, el de atreverse a atravesar un bosque tan espeso como lo es hoy la filosofía. ¿Cómo aclararse en esta jerga de las palabras que piensan, de los conceptos que intentan mover mundos, cambiarlos o pensarlos como futuros posibles? ¿Y cómo aclararse ante la impresionante explosión de multidisciplinariedad que rige las nuevas formas de teatro de títeres, visual y de objetos?

La dualidad reina en el mundo de hoy. Las imágenes se multiplican hasta el infinito y la realidad se copia tantas veces como quiere. Teatro, ópera, cine, publicidad…, la muñeca, como la llaman en inglés títeres, está en todas partes, física y metafóricamente. Pero también en la guerra, en las simulaciones y la inteligencia artificial. Robots, drones, satélites…

El dios manipulable Aborda todos estos aspectos de la realidad, y lo hace desde la perspectiva de quien tiene un pie a cada lado: en la práctica del hilo que maneja títeres y actores, y en la práctica del hilo que maneja la palabra. Ambas prácticas se miran y se reflejan, y de este cruce surge la Nada, esta Nada. gente que es el Todo, capaz de contener todos los sueños del mundo, como señala el autor al final de su texto, tomando prestadas palabras de Álvaro de Campos.

‘La autopsia’, cuadro de Enrique Simonet (1890), Museo de Málaga. Foto tomada de Wikipedia.

Habría que comentar el título: El dios manipulable. Una paradoja. Un relativo absoluto. De alguna manera resume todo el libro y define al Títere sin definirlo. Este oxímoron establece el campo de juego en el que se mueve el pensamiento de Artero y toda la metafísica que hoy existe en torno a los títeres: seres que son y no son, que están vivos y muertos, que son absolutos y relativos, mito que tocamos con las manos. Por eso en la antigüedad los títeres eran sagrados, como bien explica Artero. Mito. También podríamos llamarla, regresar a Pessoa y finalmente, ‘El cuerpo muerto de Dios, vivo y desnudo.‘ (del poema Ulises, en Mensagem).

Toni Rumbau
Barcelona, ​​17 de agosto de 2023

 
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