Venezuela y Ecuador, prueba de fuego para la diplomacia de Petro

Venezuela y Ecuador, prueba de fuego para la diplomacia de Petro
Venezuela y Ecuador, prueba de fuego para la diplomacia de Petro

Los vecinos más cercanos de Colombia están poniendo a prueba el liderazgo internacional al que siempre ha aspirado Gustavo Petro. La diplomacia colombiana hace malabarismos con una época turbulenta para la integración latinoamericana. En lo que va de abril, México rompió relaciones con Ecuador tras el asalto policial a la embajada norteamericana en Quito para llevarse al exvicepresidente Jorge Glas, una acción temeraria que despertó la condena unánime de la comunidad internacional, mientras Venezuela y Chile han intensificado su enfrentamiento. por la presencia en el país austral del Tren Aragua -que el Canciller venezolano ha llegado a calificar como “una ficción creada por los medios internacionales”- y el turbio asesinato de un exmilitar opositor venezolano en Santiago. Casi al mismo tiempo, Petro prometió desde Caracas que Colombia trabajará por la “paz política” en Venezuela, en una visita que buscó zanjar las fricciones provocadas por sus críticas al bloqueo del chavismo a las candidaturas opositoras de cara a las elecciones presidenciales del 28 de diciembre. Julio.

Los ojos del mundo observan con lupa tanto a Nicolás Maduro en Venezuela como a Daniel Noboa en Ecuador. Las críticas se intensifican, pero pocos países tienen tanto en juego como Colombia en su política exterior hacia Caracas y Quito. Estos frentes de conflicto diplomático obligan a Bogotá a buscar equilibrios difíciles para evitar chocar frontalmente con dos vecinos con los que comparte fronteras porosas e intercambios de todo tipo. Petro, que nunca se ha caracterizado por ser tímido en sus opiniones, camina sobre arenas movedizas.

Maduro, el vecino incómodo

El restablecimiento y normalización de las siempre difíciles relaciones con la República Bolivariana de Venezuela -completamente rotas en 2019- fue uno de los primeros logros del Gobierno del Petro en 2022. Está en marcha la reapertura de una frontera de más de 2.200 kilómetros, el intercambio comercial. También avanza la reconexión aérea entre Bogotá y Caracas. El presidente ha puesto al servicio de su paz total la Cancillería colombiana, con la que propone dialogar simultáneamente con la guerrilla del ELN, las disidencias de las extintas FARC y otros grupos criminales. Este esfuerzo también pasa por Caracas, que es garante de las negociaciones con el ELN y las disidencias.

Petro, que se ha reunido con Maduro en seis ocasiones, ha promovido durante mucho tiempo el regreso de Venezuela al sistema interamericano de derechos humanos y ha tratado de convencer al heredero de Hugo Chávez de negociar una solución electoral con garantías para la oposición. Pero esa apuesta ahora se estrella con la descalificación de María Corina Machado. El colombiano llegó a calificar este veto como un “golpe antidemocrático”, lo que provocó una furiosa reacción de la Cancillería venezolana. Con estos antecedentes, Petro se reunió el martes en Caracas con Maduro y al día siguiente con Manuel Rosales, el camaleón político a quien el chavismo sí permitió inscribirse como candidato -a diferencia de la académica Corina Yoris, reemplazante de Machado-. Los cuestionamientos de Petro sobre el sistema electoral venezolano quedaron enterrados por ahora y Colombia se abrió a la posibilidad de ser observador electoral, anuncio que levantó sospechas.

El Gobierno colombiano no puede hacer lo que hace el Gobierno chileno de Gabriel Boric, mucho más vocal en sus críticas a Maduro, aclara el politólogo Mauricio Jaramillo Jassir. “No asumen costes ni son tan vulnerables como nosotros”, apunta. Petro ha conservado un equilibrio, evalúa el también profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, en Bogotá. “Él logró hacer una crítica, muy tímida, pero aún así logró mantener una relación con Venezuela”.

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El presidente de Colombia “tiene problemas de coherencia en las relaciones con Venezuela”, lo critica por el contrario en un editorial. El espectador. “A pesar de ser un defensor internacional de la democracia, de la Convención Americana y de los organismos que vigilan la protección de los derechos humanos, su constante ambivalencia respecto de lo que sucede en el país vecino genera muchas preocupaciones”, argumentó. el periódico. “Colombia parece encaminada a validar una pantomima electoral”, lamentó.

“Prestarse para ser observador electoral es un riesgo reputacional enorme”, coincide el analista Sergio Guzmán, director de la consultora Colombia Análisis de Riesgos. “Petro básicamente cambia de postura dependiendo de quién sea su interlocutor, él decide si es más duro o más dócil; y parece más dócil si trata con Maduro”, apunta. En cambio, el primer presidente de izquierda de la Colombia contemporánea, un tuitero compulsivo, nunca ha rehuido el enfrentamiento con otros líderes latinoamericanos ideológicamente opuestos, como el argentino Javier Milei o el salvadoreño Nayib Bukele. Sin embargo, ha mantenido una relación cordial con Noboa.

Otra frontera problemática

Petro, de hecho, fue el único jefe de Estado presente en noviembre pasado en la ceremonia de investidura de Noboa, aunque llegó tarde. El colombiano, tras reunirse con el ecuatoriano, confió en que continuarán desarrollando la agenda de trabajo bilateral que ya avanzaba con el Gobierno de Guillermo Lasso.

Noboa llegó al poder en unas elecciones atípicas y en medio de una enorme crisis de seguridad. La frontera entre Ecuador y Colombia ha sido una zona de conflicto en lo que va de siglo, con proliferación de grupos armados y narcotraficantes. En diferentes momentos y bajo diferentes gobiernos, han surgido fricciones entre dos países obligados a cooperar. Es muy recordada la ruptura diplomática que provocó en 2008 el ataque colombiano que mató a Raúl Reyes en el campamento que mantenía el entonces número dos de las FARC del lado ecuatoriano. También el secuestro y posterior asesinato de tres periodistas ecuatorianos del diario Comercio, por un grupo narcotraficante disidente de las FARC en abril de 2018.

En tiempos más recientes, sicarios colombianos estuvieron involucrados en el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio en la campaña que llevó a Noboa al poder. En medio de sus medidas excepcionales, el joven presidente de 36 años amenazó en enero con deportar a 1.500 presos colombianos, una idea que Bogotá pronto bajó de tono. “Fue sólo un paréntesis que habla de un Noboa que no entiende de política internacional, ni de tratados de extradición ni de política penitenciaria”, afirma el profesor Jaramillo Jassir.

Ante el violento asalto a la embajada de México en Quito por órdenes presidenciales, el 5 de abril Colombia –un país con una sólida tradición de asilo político, como México– se sumó a la condena internacional. “Las sedes de las misiones diplomáticas son santuarios donde los países anfitriones no tienen jurisdicción, por lo que hechos como lo ocurrido en Quito son una clara violación a la soberanía de México”, dijo la Cancillería en un comunicado en el que también solicitó medidas. . Medidas cautelares para proteger al exvicepresidente Jorge Glas. Son días vertiginosos para las cancillerías de la región.

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