el pionero del arte cinético y op-art en América Latina – .

el pionero del arte cinético y op-art en América Latina – .
el pionero del arte cinético y op-art en América Latina – .

Matilde Pérez Cerda fue una influyente Pintor, escultor y artista visual chileno, convirtiéndose en pionero del arte cinético y op-art en América Latina. Por este motivo, en una nueva Mujeres inolvidables, El especial semanal donde destacamos las importantes hazañas de la mujer chilena en la historia y el presente, visibilizamos el legado de Matilde, quien enriqueció el panorama artístico nacional y que, sin embargo, recibió un reconocimiento tardío.

El interés de Matilde por el arte se manifestó desde temprana edad, ingresando a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile en 1939, donde desarrolló formalmente su vocación.

Un poco más tarde, en 1944, Pérez estudió pintura mural y participó como asistente en el ccreación de murales en la Ciudad del Niño en la comuna de La Cisterna en Santiago. En 1948 comenzó a trabajar como profesora de dibujo en la Escuela Dunalastair y, en 1950, cofundó una Academia de Artes Plásticas en Providencia junto a otros profesores.

Un año después fue nombrada asistente de la Cátedra de Dibujo y Pintura de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile. Ya en 1957 asumió el cargo de profesora interina a tiempo completo.

Para 1960 Matilde Pérez ya era una artista reconocida a nivel nacional, con importantes premios y una amplia trayectoria como docente. Ese año recibió una beca de Gobierno francés para estudiar en París, experiencia que transformó su carrera y la guió hacia el arte cinético.

En este sentido, Pérez destacó por su audaz exploración de nuevos lenguajes visuales y el uso innovador de materiales. Integró técnicas que le permitieron explorar posibilidades ópticas, cinéticas y táctiles, utilizando motores y circuitos eléctricos. Sus obras buscaban crear la ilusión de movimiento y estuvieron profundamente influenciadas por el conocimiento de la psicología de la percepción.

Su larga trayectoria en la Universidad de Chile la llevó a formó el Centro de Investigaciones Cinéticas de la Escuela de Diseño de la Facultad de Arquitectura en 1975. Sin embargo, ese mismo año fue exonerada de su cargo por la dictadura. Matilde continuó impartiendo clases y formando a nuevas generaciones de artistas, desempeñándose como profesora del Curso de Pintura del Instituto Cultural de Providencia en Santiago en 1984.

Algunas de sus obras más emblemáticas fueron el túnel cinético para el Instituto Chileno Norteamericano (1970) y el mural para el centro comercial Apumanque (1982), una pieza de acero soldado con un sistema de sincronización de luz que generaba patrones de forma y movimiento. . Este mural fue trasladado al campus Lircay de la Universidad de Talca en el año 2007.

Sin embargo, a pesar de su talento y contribuciones al arte, Matilde Pérez no recibió el reconocimiento que merecía en Chile. Según especialistas, esto se debió a que su obra se alineaba con una corriente artística que no era valorada en el país en su época. norteo ganó el Premio Nacional de Arte, pero recibió numerosos premios internacionales y locales, como la medalla de Plata en la Biennale Mondiale de Métiers d’Arts de Lyon (1979), el tercer Gran Premio Internacional de Diseño Helian en Montreux, Suiza (1981), y el Premio Municipal de Arte de Chile (1997).

De hecho, en 2012 un Exposición de gran formato en la Fundación Telefónica titulada “Matilde x Matilde”, en la que se expusieron más de 70 de sus obras. Esta exposición reconoció su legado y saldó una deuda que la escena artística tenía con ella y con muchas otras creadoras que estuvieron marginadas durante gran parte de su vida.

Matilde Pérez siempre se mantuvo enfocada en su trabajo creativo. “Trabajo para cualquiera que quiera conocerme. El que no quiera, está bien. No tengo responsabilidades con nadie. “Nunca me he preocupado si me reconocen en Chile” afirmó ese mismo año, cuando por primera vez se le dedicó una exposición de gran formato.

Matilde falleció el 2 de octubre de 2014 a causa de un paro cardiorrespiratorio. Su muerte marcó el fin de una era del arte cinético en Chile. A pesar de su falta de reconocimiento durante gran parte de su vida, su legado perdura y su trabajo sigue siendo valorado por su innovación y contribución al arte contemporáneo.

 
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