Un temblor … para aquellos que la conocían de cerca, la poderosa presencia en imagen de Almudena Grandes (Madrid 1960-2021) tan pronto como aparece en la pantalla dentro del documental dedicado por Azucena Rodríguez no produce más ni menos que eso: un temblor. Inmediatamente, su voz ronca vuelve a la vida, la sonrisa dividida por los dos dientes incisivos superiores, su carismo visceralmente moreno, el arrastre apasionado que se encendió quién la escuchó para decir lo que había leído o escrito en cualquier momento, sus teorías de identificación pertinentes con héroes como Ulises o con la paciencia de la penelope, con las aventuras galdianas y su más pertinente paralelo paralelo pertinente y paralelo pertinente.
Y, sobre todo, esa alegría contagiosa, esa cabeza de autoexamen al exigir justicia para nuestros desvarios, pero nunca por el resentimiento, siempre contra el odio, con la luminosa bandera de alegría.
Es una de las palabras que ya lo definió ya que sus hijos, Mauro, Irene y Elisa, o su esposo, el poeta Luis García Montero, y sus mejores amigos, a pesar de la tristeza que produce su ausencia, se han impuesto como lealtad a recordarlo y mantener vivo su legio. Y es la emoción que principalmente se despide AlmaEl documental que comienza el 14 de mayo en los cines, producido por Gerardo Herrero y Mariela Besuievsky, quienes solían adaptar sus novelas a la pantalla. “No es un rastro de tristeza en la memoria, eso es lo que sirve para hacer justicia”, dice Rodríguez.
“Almudena vio en alegría una forma de resistencia”, dice García Montero. Para el poeta, la felicidad es una palabra que contiene un cierto excelente. “El contrato social iluminado se realiza en torno a la felicidad pública. Pero quién tiene los ojos para mirar la realidad no puede identificarse mucho con él porque hay personas que sufren constantemente. Sin embargo, la palabra alegría puede convertirse en ese estado de ánimo pegado a la piel de las personas dispuestas a luchar por la mejora del mundo, incluso si vemos grietas. Creo que Almudena fue consciente de eso”.
Y lo aplicó en casa y en la calle. “Conocía la seriedad de su enfermedad. Pero cuando estaba seguro de salir adelante mantuvo una actitud positiva que era una forma de cuidar a nuestros hijos y a mí. Para protegernos. Entendí entonces que la alegría se convirtió en una estrategia vital para continuar resistiendo”.
Es por eso que aquellos que lo querían no renuncian a esa ola expansiva. “Es el mejor estado de ánimo para recordar entre nosotros. Una forma de cuidarlo”, dice García Montero. Y la mejor estrategia también para dar a conocer entre aquellos que aún no han alcanzado su trabajo y lo que representaba. Para hacer esto, Rodríguez también ha querido centrarse en el proceso creativo. Comenzó a rodarlo en la vida y la plenitud de la autora, cuando el cáncer que terminó su vida en noviembre de 2021 aún no había sido diagnosticada. “Comencé a explicar su categoría como creador”, dice el cineasta. “Él tiene una gran dimensión como escritor capaz de conectarse con miles de personas en todo el mundo. Quería que ella me dijera su proceso de trabajo, me fascinó asistir a eso”.
Pero llegaron pandemia, enfermedad y muerte. Ese golpe interrumpió los planes del director, pero Herrero y Besuievsky lo alentaron a terminarlo. “Estaba muy impresionado de sentarme a ver esas imágenes. Sin embargo, el cine tiene la virtud de que a través de la tuya podemos reír un poco de muerte. Esa posibilidad de poder volver a presentarla nuevamente, que aquellos que la conocen a ella y a quienes no se acercan a ella por primera vez me alentaron, cuando todavía me doy mucha ausencia”, confunde su amiga. “La veo en la pantalla y me impresiono, pero me calmo. En la asamblea me costó, tuve que parar a menudo para continuar. A pesar de todo, me consuelo, me alegro de mirarla, tiene tanto poder …”.

A partir de ahí, la revisión que en su mayoría Great y su familia hacen sobre su propia carrera marca el documental. Desde una infancia con literatura aficionado a la literatura hasta los tiempos en que la alarma sonaba a las cinco de la mañana hasta, antes de llevar a su hijo Mauro a la escuela y luego ir a trabajar en la editorial de Anaya, estaba extendiendo las horas para escribir su primera novela, Las edades de Lulu. Ese trabajo lanzó su carrera con el Premio Vertical Smile en 1989, y años después, Mario Vargas Llosa dijo que había sido un hito para contar la transición española. Gran manejó su primer éxito con la inteligencia. A partir de ahí, decidió qué tipo de escritora quería ser hasta que se convirtió en una autora fundamental en español a nivel mundial.
La elección de un camino fiel a referentes como Benito Pérez Galdós explica una filosofía ética y estética completa en el autor. “Ese compromiso de ser entendido, encuentra en defensa de ultranza que ella u otros escritores como Antonio Muñoz Molina hacen en la década de 1990 de Galdós”, dice García Montero. “No quieren condenar la idea de que la buena literatura y la calidad tienen que ver con la dificultad, o romper el contacto con el lector. Cuando lo llevan a cabo, comienzan un acto de rebelión, especialmente porque lo hacen en un momento en que todo explotó. Pero los lectores lo reconocen”. Es por eso que y para ese aura popular, su presencia continua está tan presente en el nombre de las calles o bibliotecas que lo dedican e incluso en la estación de Atocha hoy renombraron su honor.

Los lectores también se convirtieron, ni más ni menos, “en el reducto de su libertad”, dice Azucena Rodríguez. Era fiel al mismo sello editorial toda su vida, Tusquets, precisamente porque sabía que construyó su propia comunidad de lectores fieles sin engañarlos. Una comunidad que lo siguió y aumentaba según una carrera sólida, con pasos medidos pero arriesgados y lo tomó de Las edades de Lulu O Te llamaré el viernes, Malena es un nombre de tango Y Atlas de geografía humana A otros como Los aires difíciles O El heladoen el que logró su desafío de consignar un trabajo de mil páginas. No se quedó allí y continuó en la línea abierto por esa novela fundamental para construir su serie Episodios de una guerra interminable. Había proyectado seis novelas, pero terminó cinco: Inés and La Alegría, the reader of Julio Verne, the three weddings of Manolita, the patients of Doctor Garcia Y La madre de Frankenstein. El que iba a ser titulado Mariano en la bidasoa Estaba inacabado.
La primera etapa de su carrera retrata con alegría, pero también entre la encrucijada de dolor y fracasos, según García Montero, “el rescate de la educación sentimental de las mujeres al final de Franco, lo que los hizo evolucionar colectivamente de los enfoques cerrados de la sección de mujeres de Pilar de Rivera”. En el segundo, ya que El helado A los episodios, penetra el trauma de la guerra y la dictadura. Se convierte en una referencia básica como escritor de memoria.
No pudo terminar ese proyecto que le llevó más de una década, pero lo que logró emprender es. Mantiene su éxito y conexión con los nuevos lectores que continúan respondiendo. Solo tienes que ver la reciente salida de tus artículos reunidos en el volumen. Escalera interior. Tiene cuatro ediciones y rezuma la vida diaria de su madriñelismo abierto, heredero del aire de la Segunda República, pero también a este regalo en el que le gustaban los nuevos colores de la piel y los variados acentos, como afirmó en su proclamación a las festividades de San Isidro de 2018.
Galdós’ breath
Estas últimas novelas fueron dibujadas para el siglo XXI con la respiración que Galdós había dejado con su Episodios nacionales en el xix y el xx. Construyeron leales a aquellos que sufren la historia, que se ven obligados a lidiar con ella, sobrevivir a ella y, aun así, en la medida de lo posible, dejar rastros de bondad y belleza frente al mal y la violencia que acecha y los envuelve.
Tuvo que abordarlo en plenitud y libre durante el período luminoso en nuestra historia. Disfrutando de su vocación tanto como su familia y amigos. También entregado al arte de la cocina y otras pasiones, a lecturas eclécticas que pasaron de los grandes clásicos y su obsesión por Homero a Stephen King o la saga Game of Thronesquien comentó con sus hijos, junto con aquellos que también compartieron fervor por el Atlético de Madrid. Le faltaba una comida con Cholo Simeone, pero ciertamente sintió ese minuto de silencio que retumbó en el Metropolitano después de su muerte.