Enamoramiento irresistible por la divertida mascarada de Richard Linklater

Enamoramiento irresistible por la divertida mascarada de Richard Linklater
Enamoramiento irresistible por la divertida mascarada de Richard Linklater

Incluso en sus obras menos inspiradas o interesantes, Richard Linklater (Houston, 1960) logra integrar alguna que otra secuencia que hace de la película una experiencia ineludible.

sicario Bien podría formar un díptico con su obra maestra. bernie (2011), de hecho se inspira así en una historia real leí en un artículo de Skip Hollandsworth, pero no llega tan alto.

La naturaleza criminal de la condición humana es aquí, como en aquel, objeto de estudio, a través de la historia de un profesor de secundaria bastante estúpido que en su tiempo libre trabaja como infiltrado para la Policía de Los Ángeles, haciéndose pasar por sicario como cebo para detener en franganti a los civiles que encargan un asesinato.

humor, porque sicario es una comedia por encima de la retahíla de géneros que Linklater consigue hibridar y transformar con una organicidad asombrosa, Surge en gran medida de aquí, de ver hasta dónde es capaz de llegar alguien que podría ser tu vecino para deshacerse de su mujer, de su jefe o de su suegro. Además, y no es un detalle menor, esto tiene lugar en el Medio Oeste de Estados Unidos, en esa particular arcadia del texano Linklater.

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Es en una de estas reuniones donde la historia da su primer giro hacia un lugar inesperadoy también donde nos topamos con la primera de esas memorables escenas.

Es, de hecho, su columna vertebral, y daría la sensación de que si no funcionara como funciona, la gran farsa de la película (un auténtico juego de máscaras que la acerca a la realidad) comedia de payasadas lubitschiana) caería como un castillo de naipes.


En la vida y obra de Gary, a quien Glen Powell (quien también coescribe el guión, perpetuando el sistema de colaboración de Linklater con sus actores) da vida con seductora versatilidad, entra en escena la chispeante sensualidad de Madison (Adria Arjona). .

Y entonces ocurre algo cada vez más anómalo en el cine contemporáneo: dos actores que conectan, que se miran y hablan y saltan chispasy esa química se extiende por la pantalla como un hechizo del que ya no podremos escapar hasta los créditos finales.

Debe ser muy difícil capturar eso impulso en pantalla, lo que llamamos enamoramiento, y Linklater lo logra. Por algo es el autor de la trilogía más romántica del cine contemporáneo.

Madison quiere deshacerse de su marido, pero el falso sicario, con ese brillo en los ojos que saluda a Cupido, se sale de su papel y la convence de que no lo haga. La atracción mutua es inmediata, y ocurre no sólo porque está escrito, sino porque la pantalla no miente. A partir de ahí, el juego de las máscaras está servido.

Más allá de que el drama criminal se confunde con la comedia romántica hasta neutralizar sus límites, y el humor negro se alía con la promesa de un erotismo que nunca se doblega, la película se convierte a su manera en unn estudio de campo sobre los riesgos de identidad de cada actor o actriz (especialmente cuando ellos mismos han colaborado en el guión) sin poder soltar a sus personajes.

Y aún más, en un actuación ininterrumpidamente sobre los disfraces del amor cuando la vida se entromete o viceversa. El cine, es decir, el espejo de nuestras fantasías, se abre paso.

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Las variadas y frenéticas mutaciones de identidad de Gary conforman un proeza para powell que el actor con el clásico personaje de galán resuelve de manera brillante. El hecho de que sea profesor de Filosofía (recordemos Un escáner oscuro, donde Linklater rodaba un auténtico tratado filosófico de carácter existencialista) añade algo más a su personaje. Lo suyo, como explica a los alumnos al inicio de la película, pasa por hacer todo con absoluta intensidad para sentirse vivo. Y vaya si lo hace.

La historia se enriquece con múltiples capas, tonos y dobles lecturas. El misterio de la identidad, la gran mascarada, por ejemplo, no se limita al maestro/sicario, aunque es el más evidente, también Madison, cuyo pasado e intenciones siempre están veladas, hacen imposible confiar plenamente en lo que escuchamos y vemos sobre el personaje.

¿Quién es realmente esta mujer? ¿Qué esconde? Ella es a la vez la Femme Fatale del no ir que estamos viendo como la encantadora pareja de baile capaz de enamorarnos de la comedia romántica que también estamos viendo.

Arjona y Powell en la película.

Perfectamente consciente de todo esto, Linklater orquesta la otra escena crucial de la película, probablemente uno de los más perfectos que el autor de Verano del 76 (¡y eso no es un eufemismo!) aquel por el que guardaremos la película en el archivo de las películas que volveremos a ver, aunque sólo sea para llegar a ese momento y celebrar la plenitud exultante de ese mecanismo que llamamos cine cuando todas sus piezas, como una orquesta, están sincronizadas.

En la escena en cuestión intervienen hasta tres identidades diferentes, la trama se enreda y se desenreda con conmovedora precisión, el núcleo de la historia se expande por todas partes,Intérpretes, guión y puesta en escena trabajan al unísono. Con una filmografía tan polifacética, es posible que Linklater sea el rey de las máscaras en el cine contemporáneo.

Sicario. Asesino por casualidad

DIRECCIÓN: Richard Linklater.

Guion: Richard Linklater, Glen Powell y Skip Hollandsworth.

Artistas: Glen Powell, Adria Arjona, Retta, Austin Amello.

Año: 2023.

Estreno: 7 de junio

 
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