Es uno de los actores más importantes (y polifacéticos) de su generación y lleva casi 40 años arriesgándose en sus papeles. En Argentina se convirtió en el intérprete favorito de Marcelo Piñeyro en películas como Caballos salvajes, Cenizas del paraíso, Plata quemada y aterrizó en España de la mano de Intacto, el thriller original de Juan Carlos Fresnadillo.
A partir de ese momento compaginó ambas películas: En la ciudad sin límites, de Antonio Hernández, Concursante, de Rodrigo Cortés, Una pistola en cada mano, de Cesc Gay, y el éxito mundial Relatos salvajes, de Damián Szifron.
Ahora se estrena Puán, dirigida por María Alché y Benjamín Naishtat, que se centra en la Facultad de Filosofía que recibe el mismo nombre y en la que interpreta a Rafael, un profesor un tanto pedante y engreído que aspira a ser catedrático y que entrará en conflicto con Marcelo (Marcelo Subiotto, que ganó el premio de interpretación en el pasado Festival de San Sebastián), que esperaba que el puesto fuera suyo.
A través de esta película, narrada en un tono de comedia llena de mordiente, nos adentramos en ese microcosmos especial que se caracteriza por la defensa del pensamiento crítico y la rebelión contra el sistema, y que se estrena en un momento en el que el cine argentino atraviesa una época convulsa. debido a los recortes que está realizando el presidente Javier Milei dentro de la industria.
Leonardo Sbaraglia recibe a Infobae España a través de una conversación por zoom, en su casa y junto a un cartel de Dolor y Gloria, la película de Pedro Almodóvar en la que participó y acompañado de su gato.
Pregunta: ¿Qué fue lo que más te interesó al hacer la película?
Respuesta: Quería trabajar con los directores, con María Alché y Benjamín Naisthat, porque me gustaron mucho sus trabajos anteriores. Y el personaje también fue un desafío, porque era una especie de borde hostil, así que tuvimos que encontrar el tono correcto e intentamos cosas para hacerlo más divertido, menos divertido, hasta que encontramos el lenguaje y la gesticación adecuados para él. Fue un proceso muy interesante.
P: La película se estrena precisamente en un momento difícil.
R: Fíjate que cuando rodamos la película parecía un escenario distópico que daba muy mala vibra. Y todo eso está pasando ahora en Argentina. Bueno, yo diría que se está superando, porque uno de los temas de la película es la defensa de la educación pública, y esa es una de las cosas que hoy está en peligro. Así que lo que parecía una distopía ahora parece un documental.
P: Hay muchos derechos que están siendo amenazados
R: Bueno, esperemos que no, pero sí, es algo que está pasando. Milei está haciendo lo que se propuso en su campaña electoral y más de la mitad de la población votó por él democráticamente. Pero bueno, ahora es el momento de intentar no perder algunos derechos que tanto esfuerzo nos ha costado conseguir. Por ejemplo, el tema de la ley del aborto, que está en entredicho tras los esfuerzos de uno de los movimientos más importantes, el movimiento feminista, que se han dado en mi país. Entonces estamos un poco impactados, abrumados por todo lo que está pasando con este torbellino y viendo cómo se puede resistir y luchar para que no se pierdan todas estas cuestiones fundamentales.
P: Parece que cuando la extrema derecha toma el poder, la educación, las mujeres y la cultura siempre son las primeras en sufrir.
R: Así es. Hay algo que sucede históricamente en los procesos de neoliberalismo salvaje y es que intentan acabar con la identidad de los pueblos. Somos latinos, somos españoles, somos indígenas y queremos seguir siéndolo. Supongo que esa idea no es adecuada porque genera capacidad de lucha, de resistencia.
Los recortes que ponen en peligro el cine argentino
P: Hace unas semanas hubo una manifestación contra el desmantelamiento del Instituto Argentino de Cinematografía (INCAA) y usted participó de la manifestación. Me gustó mucho lo que dijo, que el presidente debería estar orgulloso del cine de su país.
R: Y lo dije con total honestidad. También representamos a Javier Milei. Así como uno siente orgullo por la selección nacional o cuando ve nuestra bandera en los Juegos Olímpicos, ¿por qué no sentir lo mismo cuando una de nuestras películas participa en uno de los mejores festivales del mundo? Creo que es lo mismo. Representamos a nuestro pueblo y lo llevamos al mundo, a España, a Francia, a Japón, a Estados Unidos. Y también lo llevamos representando a Javier Milei. Entonces… no sé, es como si esta subvaloración del cine fuera una especie de pesadilla y fuera necesario sentarse y hablar. Creo que eso es lo que necesitamos en Argentina, intercambiar ideas, establecer un diálogo, iniciar transformaciones, construir escenarios de discusión e intercambio.
P: ¿Por qué cree que se ha llegado a todo esto?
R: Creo que parte del sistema político argentino debería hacer autocrítica, porque si no, no estaríamos pasando por todo esto. Así como cada uno de nosotros debemos hacer con nuestra vida y nuestro trabajo, también hay muchas cosas que deberían corregirse. Lo que no puede ser es que se construyan cosas, venga un gobierno con otra ideología y se destruyan. Tenemos que buscar un equilibrio porque si no, de verdad, no vamos a llegar a ninguna parte. Tenemos cosas maravillosas en este país, maravillosa materia prima humana y territorial. Lo que pasa es que entran otros intereses que involucran la globalización y eso genera complicaciones externas.
Resistencia y diálogo
P: ¿Cree que habrá una fuga de cerebros?
R: No sé cómo van a ir las cosas. En Argentina el sistema de coproducción ha sido muy importante. Si no, por ejemplo, Wild Tales no habría existido. Esperemos que las cosas no sean tan desastrosas como parecen, porque el cine argentino atraviesa un gran momento de reconocimiento internacional. Por mi parte, y por la de muchas otras personas, vamos a seguir luchando. Por supuesto que tengo el privilegio de poder trabajar en otros lugares, tengo más posibilidades, pero voy a seguir defendiendo mi identidad.
P: Durante la época del ‘corralito’ venían a España un mayor número de actores.
R: Lo recuerdo perfectamente porque me fui a vivir a España un año antes, pero fue por motivos personales. Pero claro, quizás por el ‘corralito’ y toda la situación, se me hizo más complicado volver, así que me quedé en España. Y la verdad es que me recibieron de maravilla.
P: El tema central de la película es la filosofía, una materia que siempre está en el hilo de los planes de estudio hasta que desaparece. Y, sin embargo, es fundamental enseñarnos a generar nuestro propio pensamiento.
R: Creo que es fundamental, porque significa aprender a pensar con perspectiva sobre fenómenos que son de otra época y que tienen que ver, en realidad, con nuestra propia vida. Al fin y al cabo, se trata de herramientas de aprendizaje sobre el ser humano. Y eso me parece invaluable. La filosofía, la sociología, el psicoanálisis nos ayudan a tener una perspectiva de nuestra humanidad. De eso se trata, de ser mejores personas, de no caer en la animalidad.
