Los españoles desconfían de la seguridad de los dispositivos IoT

Los españoles desconfían de la seguridad de los dispositivos IoT
Los españoles desconfían de la seguridad de los dispositivos IoT
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Los ciudadanos, históricamente, siempre han estado fascinados por el uso potencial de la tecnología para hacer sus vidas más fáciles. Incluso es complejo mantenerse al día con los avances técnicos y todo lo que estos pueden aportar. El hecho de contar con herramientas que permitan automatizar o dar órdenes cómodamente a las diferentes funciones del hogar es algo que siempre se ha percibido como parte de la ciencia ficción en el cine. Incluso la domótica tradicional de hace una o dos décadas resultaba fascinante, aunque no acababa de encajar en el día a día de gran parte de la sociedad.

Hoy las cosas son diferentes gracias a las nuevas redes de datos móviles, ya que la llegada del 5G da lugar a lo que se ha dado en llamar “El Internet de las Cosas”, que permite conectar entre sí distintos dispositivos no estándar (como el IoT). otro. conectarse entre sí y compartir información. En el hogar, este hecho abarca muchas posibilidades que pueden facilitar la vida del ciudadano a diferentes niveles. Todo un avance, por supuesto, pero ¿a qué precio? No es ningún secreto que muchos recién llegados han visto cómo su tecnología supera sus medidas de seguridad; es decir, pueden ser vulnerables a los ataques.

Un estudio muestra la preocupación de los españoles

Así se percibe en un estudio de hace unos meses en el que se afirmaba que casi el 70% de los españoles percibía que los dispositivos domésticos inteligentes eran vulnerables a los ciberataques. De hecho, solo un 5% consideró que estos elementos salían de fábrica con las herramientas suficientes para protegerse de estas conductas.

Estos resultados reflejan la preocupación de los ciudadanos por algunos riesgos reales, por ejemplo, cómo mantener seguros los datos sensibles o cómo prevenir el robo de identidad en Internet, entre otros. Problemas sensibles, al fin y al cabo, relacionados con la seguridad en este nuevo tipo de hogar inteligente, repleto de dispositivos que almacenan y comparten información. Estamos ante un fenómeno que se está introduciendo en muchos hogares (en distinta medida), con mayor penetración que la antigua domótica y que aglutina una gran cantidad de dispositivos, número que irá en aumento con los nuevos lanzamientos de “gadgets” inteligentes. , formando una red doméstica que comparte datos con el exterior.

Esta red doméstica estará compuesta por muchos dispositivos diferentes, de diferentes proveedores y con niveles de seguridad dispares entre ellos, especialmente en lo que respecta a la configuración para interactuar. Parece claro que los españoles van más allá del caso de la nevera inteligente, que pide digitalmente la comida que está agotada al supermercado: el uso de dispositivos IoT es más complejo que este ejemplo o pedir una canción concreta mediante una voz dominio. .

Sus aplicaciones incluyen temas relacionados con la salud o cámaras que pueden grabar la privacidad de los propietarios; incluso los micrófonos tienen acceso a información sensible sobre los ciudadanos y su privacidad. Y todos estos datos pueden acabar en un elemento central de la red doméstica, cuya vulnerabilidad puede verse comprometida. Esta es una preocupación real de la que una gran parte de la población parece ya ser consciente.

Europa anuncia cambios legislativos

La Comisión Europea, consciente de que esta preocupación se basa en riesgos reales, está trabajando en lo que se conoce como Reglamento de Resiliencia Cibernética. Este proyecto se centra precisamente en “proteger a usuarios y empresas de productos con características de seguridad inadecuadas”, centrándose en estos elementos inteligentes que forman parte del “internet de las cosas”. Para ello, va a introducir toda una serie de requisitos de seguridad y privacidad que estos dispositivos deberán cumplir durante “todo su ciclo de vida útil”. Uno de los avances en este ámbito es la obligatoriedad de incluir la “ciberseguridad desde el diseño” en el IoT.

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Pero esto no implica que los usuarios no deban tomar, de inmediato, toda una serie de medidas y buenas prácticas para intentar minimizar los riesgos o las consecuencias de los posibles ataques a los que podrían estar expuestos, tal y como recomiendan los expertos. Por ejemplo, la actualización periódica del firmware y de los diferentes parches se convierte en un elemento central de la protección. Los proveedores no van a ceder en su intento de crear dispositivos seguros, pero el ciudadano debe aprovechar su evolución y adaptación a través de esta sencilla medida.

También hay pasos previos de vital importancia. Uno, incluso antes de la adquisición del dispositivo. Y este paso se basa en hacer una elección de compra en base a las características de seguridad del equipo y las referencias en base a la fiabilidad del fabricante o proveedor.

La instalación del dispositivo también implica un cuidado especial, ya que la configuración puede ser clave para que su nivel de protección sea el adecuado (como dejar de lado funciones que no son necesarias para el usuario, pero que pueden ser una puerta de entrada a invitados no deseados). Otra de las medidas más básicas es cambiar, desde el momento de la adquisición, las credenciales que vienen por defecto en el dispositivo para incorporar las propias y dificultar posibles actos contra la seguridad digital.

Contraseñas y segmentación

Los expertos insisten, por supuesto, también en el tema de las contraseñas. Estos deben ser “fuertes”, es decir, con extensión considerable y caracteres de diferente tipo (mayúsculas, minúsculas, símbolos, etc). Utilizar la misma contraseña para varios dispositivos o accesos puede parecer una conducta muy cómoda, pero es un riesgo que pone en situación de vulnerabilidad a distintos dispositivos; Una vez que obtiene uno, los ciberdelincuentes pueden acceder a muchas más vías de entrada.

Cuanto más central sea el equipo (por ejemplo, el enrutador), más cuidados recomiendan los profesionales en el campo. Por otro lado, y con el objetivo de minimizar los daños en caso de ataque, la segmentación de las redes existentes en un hogar inteligente puede ayudar a mantener a salvo de posibles intrusiones diferentes bancos de datos. El uso de VPN también puede representar una salvaguarda para los datos personales, que no pueden asociarse tan fácilmente con la identidad del usuario.

Si en un aspecto concreto cobra relevancia la desconfianza de algunos ciudadanos y la necesidad expresada por organismos europeos, este es el uso de dispositivos IoT para la seguridad personal. Es el ejemplo de las cámaras, sensores, alarmas o cerraduras inteligentes y vinculadas a la red personal del hogar. El uso de estos equipos para salvaguardar la integridad física y patrimonial puede ser una gran noticia, ya que representa un avance; pero no está exenta de la posibilidad de vulnerabilidades y ataques, que suponen una amenaza a la más estricta privacidad. Por ello, todas las medidas anteriores son de especial aplicación en estos casos.

 
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