Humanario: un fotolibro sobre la situación de los asilos en Buenos Aires que se publicó unos días antes de que comenzara la dictadura del 76

Humanario: un fotolibro sobre la situación de los asilos en Buenos Aires que se publicó unos días antes de que comenzara la dictadura del 76
Humanario: un fotolibro sobre la situación de los asilos en Buenos Aires que se publicó unos días antes de que comenzara la dictadura del 76

Seis, siete mujeres tendidas en un patio liso y cementado. Inertes como moscas tras el ataque. Faldas hasta la rodilla, la mayoría con bastones. Como muñecos de silicona engordados con aserrín.

Entre blanco y negro la imagen se vuelve gris. Te permite asumir más allá del foco. Adivina casi al límite con la certeza de que ni seis ni siete, ni diez, más de cuarenta seguro.

Si no supiera de dónde viene todo eso, diría que se trata del drama que pone fin a una secta. Bebieron veneno rosa en vasos de plástico y así la muerte los alcanzó, los desarmaron sin cálculo. Además, aunque no se ve sangre, podría tratarse del escenario tras una ejecución fugitiva: Corran. Auge. Crimen por el cuello.

De una forma u otra se parecen a cadáveres en un campo de concentración.

Ahora viene la parte donde digo que todo eso es nada, pero enseguida pienso que sí, que puede ser, que aún hay más.

La imagen pertenece al fotolibro. Humanitariohecho por Sara Facio y Alicia D’Amico y publicado por la editorial La Azotea pocos días antes del golpe militar de 1976. La dictadura cívico-militar que siguió lo envió al atraso del no, sólo después del regreso de la democracia a Argentina se presentó el libro y comenzó a circular. Tímidamente, muy poco a poco, porque cuando se trata del asilo es mejor no mirar demasiado.

En 1966, Facio y D’Amico aceptaron, por encargo del Ministro de Salud de la provincia, la propuesta de realizar un levantamiento fotográfico destinado a mostrar el deterioro de los edificios de los hospitales psiquiátricos de la ciudad de Buenos Aires.. Se dice que el objetivo se fijó en obtener un presupuesto mayor, se dice que el encuentro con los rostros, esos gestos inconexos y los físicos quebrados, crearon su propio récord, se afirma que Cuando Julio Cortázar lo vio, insistió a los autores con su publicación, hasta ofrecerles su propio texto, y gratis, dijo.

Quizás el gran escritor no pensó en ello, o sí lo pensó, pero no le dio importancia. Libre y manicomio son una especie de oxímoron. Una pareja irónica. En el asilo nada es gratis, ni siquiera para escribir.

El libro se agotó, no se reeditó, algunos ejemplares se venden hoy como objetos suntuosos, y otros, unos pocos, se conservan en el llamado sector “tesoro” de las bibliotecas institucionales. En el Nacional hay uno, en el Congreso otro.

Necesario pero de circulación limitada, esa fue la huella que dejó en él el paso del tiempo. Hay fotos a las que se llega fácilmente; trozos de astillas frías. Están ahí, en páginas de Facebook, blogs, artículos sobre fotografía. El mismo texto escrito para el libro de Cortázar “Estrictamente no profesional”, reeditado varios años después en Territorios, también tiene algunos.

Como la del adolescente en camisón retorciéndose sobre la yerba, cerca de dos margaritas, o la del niño de la portada que parece dolorido y sucio, porque el blanco y negro de la foto, en lugar de ocultar la miseria, la resalta. . También el de la anciana de ojos de cristal, brazos extendidos hacia arriba, casi una súplica al cielo, a un dios; La alegoría de la secta no era tan mala después de todo. Y la del hombre sin cabeza, absorto en el cuello de un saco grueso, con las manos allí, cubriéndose del flash, como diciendo: “Tengo cara de saco, no me saques”. Incluso el de quien mira a través de un círculo enganchado al extremo de un abridor de botellas de metal. ¿Me está imitando? Tal vez se lo haya preguntado Cortázar, pero aquel hombre no necesitaba lupa, en el manicomio la pura vista basta para observar.

La foto de las mujeres desplomadas tras un disparo químico, esa no está o, como muchas otras, no es tan fácil de localizar. Lo encontré después de varias negociaciones con una biblioteca de Córdoba, aquí, donde vivo. El archivo llegó a una memoria externa, las fotos faltantes armaron el rompecabezas. Pude leer el prólogo escrito por Fernando Pagés Larraya y el texto “no profesional” de Cortázar, esa forma de pensar el asunto como si locura y manicomio fueran lo mismo.

Pero que Humanitario La muestra es muy diferente para mí. El asilo es la forma más perfecta de normalidad, del mismo modo que Rita Segato dice que la violación de una mujer por un hombre es la mejor y más pulida expresión del patriarcado.

Humanitario Reúne un pasado que se hace presente, porque los asilos siguen ahí. Las imágenes de hace poco menos de medio siglo son actuales, reviven la parte negada de nuestra podrida humanidad.

Todos estamos ahí, permitiendo que suceda, dejando que la memoria se eche polvo, poniendo la mirada en otra parte.

Estamos tan lejos de evitarlo que Todavía está en peligro una ley que prohíbe los asilos, y se alientan discursos a favor del buen confinamiento, y se hace en nombre del cuidado, y se dice que es por amor, que así estaremos mejor.

Hace días Área de interés, dirigida por Jonathan Glazer, se llevó el Oscar a la mejor película extranjera. La historia es simple; El comandante Rudolf Höss y su esposa Hedwig construyen una vida familiar lujosa junto a Auschwitz, el campo de concentración que comanda Höss. Mientras se celebra un cumpleaños se escuchan gritos. Mientras se divierten en una piscina, el humo de los cuerpos carbonizados invade el cielo azul claro. Mientras se gestiona el horror a unos metros de distancia, Hedwing se pinta los labios con un lápiz labial que encontró en el bolsillo de la chaqueta de cuero que se está probando y que llegó metido en una bolsa traída del otro lado; También cuida el jardín, construye su gran obra. Este es el punto, La película no muestra el horror en los cuerpos exterminados, sino en los gestos que lo permiten. Todos podemos ser Höss, todos podemos ser Hedwig. Lo somos hasta cierto punto, y es tremendo. Para seguir un gran artículo de Marcelo Percia: Todos somos cualquiera.

Humanitario revela lo más humano de nuestra humanidad, Funciona como vínculo entre el pasado y el presente de nuestra historia.. Un registro fotográfico insospechado de nuestra oscuridad, anulado por la irrupción de esa opacidad tan inherente.

Cuando hablamos de memoria, ¿de qué hablamos?

Cortázar se refiere, apenas iniciando su texto, a la ciudad del hombre normal. La menciona como si fuera otra, como si las fotos que le hicieron escribir mostraran gente de otra ciudad. En palabras del escritor, la ciudad del hombre normal puede leerse como la antítesis del manicomio.

Creo, al contrario, que es allí, en esa parte aterradora, donde late el corazón de esa ciudad.

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