El libro de Reato derriba la narrativa de los últimos años sobre la violencia política de los años 70

El libro de Reato derriba la narrativa de los últimos años sobre la violencia política de los años 70
El libro de Reato derriba la narrativa de los últimos años sobre la violencia política de los años 70

El último libro de Ceferino Reato es una biografía de Carlos Mugica, el sacerdote peronista asesinado el 11 de mayo de 1974.

Existe una responsabilidad moral sobre quienes fueron protagonistas, partícipes o simplemente testigos de la tragedia que siguió a la frustración de la gran esperanza abierta en 1973 para un largo período de prohibición de grandes mayorías políticas. Esa responsabilidad es la de dar testimonio de lo ocurrido de la forma más realista posible y evitar refugiarse en la simplificación maniquea que permite identificar un único culpable detrás del cual esconder sus faltas, ya sean por acción u omisión.

el libro de Ceferino Reato (Padre MúgicaPlaneta 2024) comienza con una cita de papa francisco sobre “una mala educación de la utopía” que llevó a muchos jóvenes católicos en los años 70 a optar por la lucha armada.

Jorge Bergoglio hizo este comentario en 2014. Esto fue lo que dijo: “Nosotros en América Latina hemos tenido experiencia de un manejo no del todo equilibrado de la utopía, y que en algunos lugares, no en todos, en algún momento nos desbordó, y en menos en el caso de Argentina, podemos decir cuántos muchachos de Acción Católica, ¡Por una mala educación de la utopía acabaron en la guerrilla de los años 70!

En aquella ocasión, el Papa también señaló que la manera de evitar que esa utopía, deseable en la juventud, se desviara, la receta era: “Memoria del pasado, discernimiento del presente, utopía del futuro”.

Ese es el aporte de esta biografía del Padre Carlos Mugica, que también forma una especie de trilogía junto con otros dos clásicos de Ceferino Reato: Operación Traviata y Operación Primicia. Estos tres libros completan un cuadro de lo que fueron esos breves e intensos años en los que el pueblo argentino pasó de la euforia, la alegría y la esperanza al brutal retroceso que implicó el nuevo quiebre institucional y la dictadura que se instauró en 1976.

Padre Carlos Mugica con el General Perón

Reato recoge los distintos argumentos sobre la autoría del asesinato del padre Múgica, el 11 de mayo de 1974, pero deja claro que Montoneros lo amenazó, porque veía en él a un claro adversario de sus planes. El sacerdote, que conocía a los líderes de la organización desde su juventud, como confesor y guía de muchos jóvenes católicos, comenzó a distanciarse de ellos ya a finales de los años 1960 porque no apoyaba la opción armada.

Pero particularmente después del regreso de Perón al país y la restauración de la democracia, el padre Mugica comenzó a condenar pública y enérgicamente las acciones de la guerrilla que no sólo no quiso deponer las armas pero cuestionó abiertamente el liderazgo del general.

Reato reconstruye detalladamente esa preocupación esencial que animó los movimientos y dichos del sacerdote en sus últimos meses: la condena inequívoca al desafío que el liderazgo de Montoneros planteó al liderazgo de Perón y el esfuerzo por lograr que el mayor número posible de jóvenes abandonaran las filas de una organización que no renunció a la violencia a pesar de la restauración de la democracia y el abrumador apoyo popular al gobierno.

El autor cita la reacción de Mugica. cuando Montoneros asesinó a José Ignacio Rucci: “Le quitaron al pueblo la alegría de vivir a Perón como presidente a dos días de ser electo”. Y concluyó: “Para mí muchos de los guerrilleros tampoco son personas. Son intelectuales pequeñoburgueses que aprenden la revolución en un libro y no en la realidad. ¡Juegan con la gente! Estos errores son producto de una arrogancia aristocrática de la guerrilla que la caracteriza como “guerrilla antipopular”.

Cuando murió el cura del pueblo, fue enfrentado duramente con los patrones montoneros, pero también movilizado por la responsabilidad que sentía de haber impulsado en algún momento la opción armada.

Al respecto dijo: “Creo que la guerrilla tiene pleno sentido durante la dictadura militar y ningún sentido durante el gobierno constitucional. No tienen que actuar como organizaciones armadas. ¡En este momento no hay armas!”

Los últimos meses de la vida del padre Múgica estuvieron marcados por su condena inequívoca al desafío que el liderazgo de Montoneros suponía para el liderazgo de Perón y el esfuerzo por convencer a los jóvenes de que depusieran las armas.

Pragmático, incluso señaló efecto negativo en la economía: “Debido a una operación para liquidar a una persona de Ford, veintidós muchachos de la empresa están a punto de abandonar el país. Y en este momento, ¿beneficia al país que las empresas extranjeras tengan grandes dificultades para invertir capital? “Eso revela infantilismo político”.

El enfrentamiento entre Montoneros y Perón fue el gran disgusto y decepción de Carlos Mugica; muchos de esos líderes guerrilleros “infantiles” habían sido sus discípulos.

“Acabo de tener una pelea, por tercera vez en la última semana, con el plantel de Montoneros. Esta vez, en muy, Muy malas relaciones, especialmente con Firmenich. “Estoy amenazado de muerte”., fue un comentario de Mugica a testigos cercanos. “Ya te lo dije: ¡lo que le están haciendo al General es un pícaro tras otro!” Dijo, apenas unos días antes de ser asesinado.

Firmenich le reservaba el mismo resentimiento que sentía hacia todos los carismáticos.

“La guerrilla – afirma Ceferino Reato – “No tenían capacidad para tomar el poder pero podían obstaculizar el trabajo político de Perón”.

Perón, por su parte, dijo: “Lo que pasa es que ¡Estos tipos son marxistas!

El asesinato de Rucci, dos días después de las elecciones que llevaron a Perón a la presidencia por tercera vez, fue el punto culminante del desafío de Montoneros al gobierno. Sin embargo, el general no abandonó sus intentos de hacerles desistir de su comportamiento impopular.

Mugica fue muy funcional para Perón, explica el autor, con sus críticas a la dirección guerrillera, y también compartió la intención del General de convencer al mayor número de jóvenes de esa organización para que dejaran a sus jefes y se unieran a la guerrilla. JP Lealtad -sector disidente de Montoneros-que defendió el liderazgo de Perón.

Mugica, junto a Cámpora y Lastiri

Reato también rescata a otro sacerdote que jugó un papel en esto, aunque de forma menos visible: el cura Jorge Galli. Mucho menos conocido que Carlos Múgica, pero no menos comprometido con disuadir a los jóvenes del uso de la violencia, fue clave en el reclutamiento de Lealtad. Les dijo: “Chicos. “Se están olvidando que aquí el único que conduce es Perón”. Y agregó: “Una cosa es usar las armas para hacer política y otra hacer política de las armas. No se puede creer que por tener un aparato militar más o menos importante podamos imponer condiciones al pueblo. Compañeros: “Estamos cayendo en la arrogancia armada”.

Otra definición poco conocida del padre Mugica que rescata este libro es su defensa de las elecciones, en un momento en que muchos despreciaban la democracia y trabajaban irresponsablemente para socavarla. Cuando se le preguntó si compartía el escepticismo de “los sectores revolucionarios combativos sobre la efectividad de las elecciones”, el sacerdote respondió: “De ninguna manera creo que el proceso electoral sea fundamental. Este es un momento para hombres con instintos políticos y Es un momento peligroso para los pseudopopulistas e ideólogos, hombres de ideas puras y que yo diría –por tanto, un poco irónicamente– que, si no fuera por la realidad, estarían bien situados. Son los que buscan el cielo en la tierra, y como cristianos sabemos que ningún proceso histórico va a establecer la plena igualdad, la plena fraternidad, la eliminación total y absoluta de la explotación”.

El otro debate en el que intervino el sacerdote, y que también evoca el libro de Reato, parece casi premonitorio de muchas desviaciones actuales. Carlos Mugica apoyó el proyecto erradicación de los pueblosy lo justificó en términos muy contundentes: “Hay gente a la que no le importa la suerte de los villeros”, respondió, cuando lo criticaron por esa postura. Lo único que les importa es que los aldeanos en esta miseria los gestionen políticamente. El pueblo es para ellos un gran comité político que no tenían en otros lugares; un lugar de trabajo. Hay quienes insisten en eternizar los barrios marginales, eternizar la pobreza, eternizar los harapos, los harapos, el desamparo”.

Reato dice que, tras el ataque contra el secretario general de la CGT, Firmenich se sinceró en una reunión con activistas universitarios: “La ideología de Perón es contradictoria con la nuestra porque somos socialistas; Es decir, para nosotros la comunidad organizada, la alianza de clases, es un proceso de transición al socialismo (…) Perón entre sangre y tiempo, elige el tiempo”.

El padre Mugica se mostró partidario de la erradicación de los barrios marginales y criticó a quienes querían “tener a los villeros en esta miseria para gestionarlos políticamente”.

Que los jefes Montoneros, A diferencia del líder justicialista, ellos siempre eligieron la sangre, El sacrificio inútil de sus militantes se hizo evidente especialmente en los años siguientes. De hecho, El crimen de Mugica prefiguraba la masacre que se preparaba.

Los guerrilleros, dice Reato, “todos participaron de un clima de época que iba más allá de Argentina, iluminado en la región por la juventud barbuda (de la) Revolución Cubana”.

En efecto, los Montoneros se negaron a deponer las armas no sólo por tontería política, sino porque tenían electores que no les permitían hacerlo.

Muchos en aquel momento, como el propio cura del pueblo, temían que la guerrilla terminara derrocando al gobierno y abriendo la puerta a un nuevo golpe militar. No ocurrió con Perón pero sí durante el gobierno de su viuda, Isabel Martínez, durante cuyo gobierno las organizaciones armadas no dejaron de dar argumentos al golpe con una sucesión de violentos ataques armados cuya única consecuencia fue ayudar a consolidar la idea. que la única alternativa al “caos” así creado era que los militares tomaran el poder, bajo el lema de “cuanto peor, mejor”.

Es difícil no pensar que en esta metodología concurrente no interactuaba una autoría común, tanto interna como externa.

[El libro de Ceferino Reato será presentado este viernes 26 de abril a las 19 hs, en el CUDES, Vicente López 1950, Ciudad de Buenos Aires]

 
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