“No quiero bajarme nunca del escenario” – .

“No quiero bajarme nunca del escenario” – .
“No quiero bajarme nunca del escenario” – .

“No, no, eso nunca sucederá. “No, no, no, no”, dice. Dave Mustaine con todo el énfasis que tiene en stock. Lo que no va a pasar es un show en el que algunos de los grandes guitarristas que le acompañaron en Megadeth a lo largo de estos cuarenta años. Está claro que la afición no se ofendería y no sería imposible en sí mismo: invitó Marty Friedman subir al escenario cuando pasó por Japón el año pasado, con Kiko Loureiro También estuvo en excelentes condiciones y básicamente todo se pudo arreglar con un par de llamadas.

Dave Mustaine, cantante y guitarrista de Megadeth. (Foto: Getty Images)

Pero no, no, no, no, eso nunca sucederá porque “estos tipos son demasiado importantes para mí como para hacer algo estúpido como eso”, dice. Lo compara con “aquella vez que Muhammad Ali luchó contra un luchador” (Antonio Inoki, 1976), un yeite con más circo que música que “no sería respetuoso con el legado que estos tipos construyeron”. Sobre el final de sus carreras, dice, la gente comete errores como ese: “O saben cuándo dejarlo, o continúan demasiado y terminan avergonzándose a sí mismos”. Y pasó por mil, pero el ridículo no le pisó ni –lo jura– le pisará jamás.

Como si le faltaran vínculos con este país, los últimos cinco años de Mustaine son el mismísimo meme de Alberto Fernández diciendo “qué pasó ahora, carajo”, con cara de haber sido acosado repetidamente por la vida. En mayo de 2019 entraron al estudio para trabajar en el sucesor de distopía (2016) y un mes después tuvieron que suspender la grabación y la gira porque al líder le diagnosticaron cáncer de garganta. Del cual, afortunadamente, se libró al cien por cien en enero de 2020… justo en el momento en que el mundo colapsaba por la pandemia de Covid-19.

Hicieron una gira con Cordero de Dios listo para empezar pero hubo que posponerlo hasta 2021, y cuando la cosa iba cogiendo marcha aparecieron en internet vídeos sexuales del bajista David Ellefson, y aunque luego se supo que la fan que los grabó era mayor de edad y dio su consentimiento, Colorado todavía le dio -perdón por la redundancia- la bandera roja a su pareja por el escándalo. Regresó James Lo Menzo y por fin remaron el disco maldito, Los enfermos, los moribundos… ¡y los muertos! (2022), y luego tuvimos que salir a presentarlo y a mitad de gira Kiko dejó la banda por problemas personales. Fue reemplazado por el finlandés. Teemu Mäntysaari (ex-Sol de invierno) y desde ese momento -toco madera- todo ha ido más o menos bien, gracias a lo cual vamos a volver a tenerles entre nosotros, entre el 12 y el 14 de este mes, en el Movistar Arena, a meses de cumplir treinta. de aquella mítica serie de Obras con la que debutaron en su querida Argentina.

Nadie cambia de guitarrista en plena gira mundial. Nadie en la vida, nunca, ninguna banda, no punción lumbar. Pero llegó el turno de Megadeth, y Mustaine tiene la misma fe en su nuevo soldado que en su predecesor: “Teemu se sabía todas las canciones antes de llegar. Nos aseguramos de ello y Kiko lo eligió. Nos habríamos dado cuenta de que no podía ser la persona equivocada para el trabajo. Y creo que Kiko no habría podido volver tranquilo a casa, se habría preocupado. Es un buen tipo, no quería dejarnos. Nos lo pasamos muy bien juntos, de verdad. Quiero mucho a Kiko, le deseo lo mejor. Y Teemu, por su parte, va a hacer felices a todos. “Ellos lo van a ver”.

Con él formaron parte de la segunda etapa norteamericana del Crush the World Tour a finales de 2023 y con él bajan ahora a Sudamérica (si no cae otra calamidad), para disputar un set sorprendentemente horizontal: no más de dos canciones por álbum, con varios clásicos y los estrenos “Soldier On!” y “We’ll Be Back” (a veces ni siquiera el primero).

El finlandés, decíamos, subió con el camión en marcha, se perdió todos los preparativos y tuvo que aprender a caminar, caminando: “Cuando añadimos una nueva canción al set normalmente la probamos en los ensayos de las giras, porque no Normalmente ensayamos mucho cuando volvemos a casa. En otras palabras: vivimos en diferentes países. Con Jaime y Puñal [Verbeuren, baterista desde 2016] Vivimos en lados opuestos de los Estados Unidos: yo vivo en el sur y ellos viven en el suroeste, yo vivo en Florida y ellos viven en California, y Teemu vive en Suiza. Pero hacemos algunos arreglos y nos reunimos en Nashville y desde allí nos ponemos en camino”, detalla Mustaine sobre la logística.

Colorado es seco al comunicarse, un poco intimidante, aunque nunca pierde la cordialidad, pero cuando habla de irse de gira su voz se vuelve borracha porque es, claramente, un bicho escénico. Y nunca le resultó difícil componer: antes del conflictivo parón entre sus dos últimos discos, nunca había pasado más de tres años sin publicar algo desde su debut. Matar es mi negocio… ¡y el negocio va bien! de 1985. Un ritmo de otra época.

“Fui, me encerré en el estudio y eso significaba que teníamos listo un disco cada dos años. Lo hicimos durante bastante tiempo. Pero en algún momento me di cuenta de mis responsabilidades como compositor: no era una contribución, lo hacía todo yo mismo y se me hizo un poco más difícil completar canciones significativas. En resumen: al estar solo me costaba ir al grano tan rápido como quería y me gustaba cuando tenía a otras personas contribuyendo”.

Así fue como robó. Kiko Loureiro de Angramucho más amigo y socio creativo que un guitarrista a sueldo, con el que congenió desde el principio y al que ahora, insiste, echa mucho de menos.

Es decir, le gustaba escribir canciones, luego se sentía muy solo y ahora le estaba volviendo a coger el gusto. Pero aún así: Mustaine, dice, necesita la tensión de cuarenta mil tipos sudorosos gritando su nombre: “Has visto que hay músicos que dicen ‘mi canción favorita es la última del set’ porque están ansiosos por conseguirlo. fuera del escenario para ir de fiesta. Honestamente, digo que Megadeth podría haber hecho algo de eso en los años 80, pero no siento que sea quien soy. No quiero bajarme nunca del escenario. Entonces mi canción favorita es la primera, porque es el momento en que todos se vuelven locos y quieren concentrarse y tratan de sacar sus cámaras… toda esa emoción es espectacular. Lo sientes. Ves cómo cambia la temperatura en el lugar. Todo está en silencio y de repente ‘vamos, vamos, que está pasando’. Es como ver un accidente en cámara lenta. Es fascinante. “No querrás perderte ni un segundo”.

Dave Mustaine, puro headbanging, en un show de Megadeth. (Foto: Katja Ogrin/Redferns)

En ese amor por la música en vivo, la noche del 1 de diciembre de 1994, conoció a un público que enalteció aún más la experiencia. El momento en que el líder de Megadeth Se dio cuenta de que Argentina sería, a partir de entonces, su lugar en el mundo, fue “esa noche que tocamos en Obras”, y más precisamente la segunda en la que el riff de “Symphony of Destruction” mutó en un grito. de guerra: “Comenzaron a cantar ‘hold on Megadeth’ y dejé lo que estaba haciendo para poder escucharlos. Y dije ‘bueno, esto es genial, lo más chido que he escuchado’, pero no sabía lo que significaba, me lo dijeron cuando bajé del escenario. Y me encantó. Esa es la conexión eterna que tengo con Argentina”.

Sabemos que no es biribiri demagógico porque si algo se le cuela a Mustaine en la cabeza es “lo que hay que decir”. Por ejemplo: Robert Fripp lo elogió por “Holy Wars” y le agradeció con gran respeto pero también señala que “realmente no sé nada sobre cómo el Sr. Fripp toca la guitarra: sólo sé que es un guitarrista muy avanzado y que Toqué con Bowie y esas cosas”. (él, dice, siempre fue más fanático de Angus Young, Michael Schenker y Jimmy Page).

También dice que lo más alejado que se aleja del metal a la hora de escuchar música es el punk, pero que la única banda del género que cree que vale la pena porque “marcaron la diferencia” son los pistolas sexuales. Y ni hablar si nos dirigimos hacia el lado político: cada vez que abre la boca se vuelve loco.

Siempre comprometido, pero nunca panfletista, Mustaine maneja sus opiniones como lo hace con su banda: hay que hacer que lo que haces sea impresionante, pero al mismo tiempo hay que evitar hacer demasiados y acabar siendo un grotesco con diez guitarristas. . Moderado en sus excesos, le preguntan si le parece que vivimos en una época de reacciones exageradas y responde: “Estoy de acuerdo, pero no me importa. Nunca me importó. En Estados Unidos tenemos algo llamado Primera Enmienda: habla de libertad de expresión”.

Y este uso discrecional de la libertad de expresión norteamericana –elabora– es uno de los factores que hacen que Megadeth una banda movilizadora en lugares menos afortunados: “Cantamos sobre nuestra vida en Estados Unidos. Para algunas personas es perfecto pero no, no es perfecto, está lejos de serlo, pero podemos cantar sobre ello. No en muchos países puedes decir cosas así sin que te tachen de disidente. Ve a decir algo así en China: estás acabado. En Pakistán, donde ni siquiera creo que se pueda escuchar música estadounidense. Y nos encantaría ir, porque vamos a la India, por ejemplo. Pero no sé si la gente quiere escucharnos. Vamos y decimos ‘oye, algo anda mal aquí, mira’, pero no le decimos a la gente cómo vivir”.

 
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