Crónica de la visita de la escritora española Irene Vallejo al Chocó – .

Crónica de la visita de la escritora española Irene Vallejo al Chocó – .
Crónica de la visita de la escritora española Irene Vallejo al Chocó – .

Los orígenes del libro están estrechamente ligados al agua, nos cuenta la escritora española Irene Vallejo en su exitoso ensayo Infinity in a Reed. Lo mismo ocurre con la escritura, que nació en Mesopotamia, y cuyo topónimo regional significa “tierra entre ríos”, en alusión al Tigris, el Éufrates y el Nilo. “El primer libro de la historia nació cuando las palabras, apenas escritas en aire, encontraron refugio en la médula de una planta acuática”, escribe.

Muchos, muchos siglos después, es la propia Irene quien cruza el río Atrato en una champa cargada de libros para visitar la Escuela Rural Mixta La Soledad, a diez minutos del corazón de Quibdó. Acompañada de su esposo Enrique de ella y su gran amiga Velia Vidal, escritora, fundadora y directora de la Corporación Motete, pisa por primera vez suelo chocó. Decir que está emocionada es quedarse corto. Irene Vallejo luce extasiada, ataviada con un vestido verde enebro. A su encuentro han acudido la profesora de lengua española Yadira Murillo y un grupo de unos veinticinco alumnos, entre niños y jóvenes. No hay guardaespaldas, ni multitudes, ni políticos dando discursos y nadie los extraña. Irene y Velia reparten los motetes con libros, leen en voz alta, vuelven a ser niñas jugando a la ronda de limón y hasta se despiden bailando al “ritmo exótico” que resuena en un picó vecino. Parecen amigos de la infancia, pero se conocieron hace sólo un par de años en el Hay Festival de Cartagena.

“Aquí las metáforas se hacen realidad”, dice Vallejo sobre su viaje al Chocó. “El motete, por ejemplo, esta cesta tejida, es también una metáfora del libro, que es un tejido de ideas, palabras, vivencias y recuerdos. También es la confirmación de cómo los libros nos unen como sociedades. Esas cestas llenas de libros representan esa conexión tan antigua entre tejido y texto a la que aludo en mi investigación, y que a la vez me hizo pensar en cómo las mujeres que reparaban redes de pesca, tejían cuerdas o trabajaban en telares, fueron las originales. narradores. Por eso me parece hermoso rendirles homenaje aquí, en la tierra de Velia, donde ella ha elegido regresar con toda la valentía que ello implica. Y ha vuelto para acercar a estos niños y jóvenes el don de los libros y de las palabras, imprescindibles para que puedan describirse, para que tengan el vocabulario de sus emociones, sueños y aspiraciones; y también de su dignidad. Vine al Chocó a aprender de esta experiencia, porque como ya dije en El infinito en un Junco, primero llegó el momento de juntar los libros en las grandes capitales para que la gente los encontrara; y ahora estamos en el otro momento, es decir, intentando que los libros lleguen a territorios donde nunca han estado”.

Los fundamentos de esta amistad, de esa pasión que, sin conocerse, Irene y Velia ya compartían en torno a la influencia salvadora de los libros sobre sus propias vidas y sobre la sociedad, aparecen en estos fragmentos de Aguas del Estuario, libro publicado por la propia Velia en 2020: “Lo indígena y lo europeo son tan ciertos como lo africano en la palabra motete; Es una palabra del Caribe y del Pacífico, tiene un equivalente exacto en Emberá y es natural para afros y mestizos. ¿A quién podríamos decir que pertenece entonces? (…) La cultura chocoana son historias. Historias tejidas y tejidas para nosotros. Cruzados y anudados una y otra vez, como la catanga, como los motetes”.

Mil vidas entre libros

En su paso por Quibdó, Vallejo también visitó la Biblioteca Pública Arnoldo Palacios, donde mantuvo el pasado fin de semana un emotivo encuentro con niños y jóvenes de diversos clubes de lectura. Luego de ser entrevistada por ellos, escucharlos, leer, cantar e intercambiar impresiones sobre el poder transformador de la lectura, la escritora fue coronada con un motete como madrina de la corporación del mismo nombre, dedicada a promover la lectura y la escritura en el departamento. La organización del Festival del Libro y la Escritura del Chocó (Flecho), que este año llegó a su séptima edición, es una de sus iniciativas más valiosas.

Para Marlén Yurany Mosquera, joven estudiante e integrante de uno de estos clubes de lectura, “estar aquí con la “Sra. Irene” es una clara demostración de que se están haciendo las cosas bien. Y es genial saber que nuestras voces están siendo escuchadas. En nuestro club leímos la versión en cómic de El Infinito… y conocimos los orígenes del libro en Grecia. Me gustó mucho esa parte, más ahora que vino a contarnos por qué quería escribirla. Le dije que, a través de los libros, un escritor vive mil vidas antes de morir; y creo que antes de ser escritora ella misma tuvo que ser una gran lectora”.

La escritora española Irene Vallejo (derecha), junto a Velia Vidal, directora de la corporación educativa cultural Motete.

Foto:Mateo Hernández Mejía.

La mayoría de las promotoras de lectura y escritura de Motetes que trabajan en Quibdó y varios municipios del Chocó son mujeres. María Olimpas Rentería Mosquera es una de ellas. Tiene a su cargo cerca de 80 niños vinculados al programa Selva de Letras, al que pertenece desde hace más de cinco años. María dirige clubes de lectura en diferentes barrios de Quibdó como San Vicente, Paraíso y Ciudadela Mía. Se reúne con los niños del primer año todos los martes; con los del segundo, los miércoles; y con los del último, todos los jueves. Para ellos elige diferentes libros y temas que rota según sus gustos y afinidades, intercalando lo que ella llama “actividades ambientadoras”, que le permiten abordar ciertos temas como “Leer es saber”. Un libro como Corazón de currulao, por ejemplo, los acerca a este ritmo del folklore chocoano (que ya conocen) explorando su instrumentación, orígenes, costumbres y geografía. La mayor motivación para María está en el vínculo que crea con los niños a través de los libros, vínculo que se vuelve emocional y que la anima a visitar semanalmente los clubes de lectura. A veces, le resulta difícil escuchar, en las voces de los pequeños, historias de vida que la entristecen; o moverse por determinadas zonas de la ciudad cuando le informan de tiroteos o toques de queda. “Pero incluso en esas circunstancias, lo que prevalece es el cariño de los niños y la fuerza del vínculo que hemos construido”, afirma.

Cien años de Arnoldo Palacios

Respecto a la visita de Irene Vallejo a Quibdó, el cual forma parte de las actividades que promueve la Feria Internacional del Libro de Bogotá, Filbo, en varias ciudades y municipios del país, cabe recordar que este año se conmemora el centenario del natalicio del escritor chocoano Arnoldo Palacios, cuya obra no solo Tiene una enorme trascendencia literaria pero política. Así lo afirma Yijhán Rentería, profesor de las áreas de Lingüística y Literatura de la Universidad Tecnológica del Chocó:

“Para mí Arnoldo fue, ante todo, un gran humanista, un artista muy poderoso, un pensador. Su literatura fue un vehículo para hablar de la humanidad desde la negritud. No olvidemos que en los mismos años en que escribía Arnoldo Palacios también nacía la carrera literaria de Gabriel García Márquez, Eduardo Caballero Calderón y Álvaro Cepeda Samudio, entre otros autores, es decir, se estaba gestando una historia de nación. construido a partir de la literatura. Sin embargo, esta historia no incluía la negritud. Arnoldo fue muy rupturista, no sólo por ser un hombre negro que escribía en ese momento de la historia de Colombia, un hombre negro con discapacidad y proveniente de zonas rurales, sino también por tomar la decisión política de colocar como su lugar de narración el se estrelló. Sus obras ocurren aquí, sus personajes son de aquí, y, algo muy importante y exitoso dentro de esa poderosa decisión política, es la reivindicación del habla natural de los chocoanos. No olvidemos que a mediados del siglo pasado aún existía un ejercicio de hipercorrección del lenguaje, y lo vemos en los personajes de muchas novelas, con la excepción quizás de un cierto desparpajo en el habla caribeña que Aparece en García Márquez. A pesar de este contrapeso; Sigue priorizando el discurso correcto, el discurso normativo. Y aquí está una de las grandes revoluciones de Arnoldo, porque para él lo que pasa en el Chocó debe decirse como sucede, sin sacrificar ni un ápice de calidad literaria en su obra.

Rentería sostuvo una interesante charla con Irene Vallejo en el auditorio principal de esa institución académica, en la que abordaron, entre otros temas, los primeros encuentros del escritor español con los libros, su asombrosa capacidad para sobrevivir al paso de los siglos. y el papel de la mujer en la promoción de la lectura.

Libros que salvan

Antes de fundar Motete, Velia Vidal organizó jornadas de promoción de la lectura, llevando libros y mandarinas (como merienda) a los barrios de Quibdó, promoviendo clubes de lectura entre niños y jóvenes. Tenía el sueño de construir un proyecto cultural que trascendiera a las comunidades de su región. Al igual que Irene, le interesaba esa hazaña épica de los libros, capaces de superar las barreras del tiempo y del espacio hasta llegar a manos de ávidos lectores.

“Para mí esta es la visita de dos grandes amigos”, afirma Velia sobre la llegada de Irene, que viajó acompañada de su marido Enrique. “Amigos con quienes comparto la pasión por los libros. Cuando leí Infinity in a Reed confirmé que ella no estaba loca, que no era la única en el mundo con este mismo sueño. Ayer cuando escuché a Irene hablar de aquellas amazonas de Kentucky que llevaban libros a caballo por Estados Unidos durante la Gran Depresión, me identifiqué con ellas, porque a mi manera, sin caballos pero con apodo, en champas a lo largo de los ríos o en A pie por las ciudades, emprendí una hazaña similar. La historia de los libros es épica y, al igual que Irene y yo, han sobrevivido a duras pruebas.

Ambos hemos experimentado la salvación de los libros en nuestra vida personal, ella como autora consagrada; Yo leyendo con otros y para otros. Es una conexión profundamente humana. Y ahí está el valor de que Irene y Enrique estén aquí hoy”.

La despedida de Irene, quien viajó a Bogotá para cumplir una apretada agenda en el marco de Filbo, Fue en la sede de Motete, que inauguró junto a Velia de manera simbólica. Luego hubo sancocho y baile con chirimía. Y abrazos para seguir tejiendo cada vez más historias de amor para los libros.

JUAN MARTÍN FIERRO

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