“El Papa nos dijo que no estamos solos en nuestro dolor” – .

“El Papa nos dijo que no estamos solos en nuestro dolor” – .
“El Papa nos dijo que no estamos solos en nuestro dolor” – .

El mensaje fue breve pero viajó miles de kilómetros en segundos. Sucedió el Domingo de Ramos, al inicio de la Semana Santa, cuando el Papa Francisco realizó una oración desde la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, dirigida a un pequeño distrito rural colombiano. “Expreso mi cercanía a la Comunidad de San José de Apartadó en Colombia”, dijo el pontífice en la oración. “Donde hace unos días fueron asesinados una joven y un niño. “Esta comunidad en 2018 fue premiada como ejemplo de compromiso con la economía solidaria, la paz y los derechos humanos”, agregó. Estas fueron las primeras frases de una breve oración en la que Francisco mencionó las tragedias humanitarias en Gaza y Ucrania, y las víctimas del ataque terrorista en Moscú. El drama que vive San José de Apartadó tuvo, por primera vez en su historia, un lugar en las palabras de un pontífice.

“Aquí sentimos que el Papa nos echó una mano”, dice a EL PAÍS Arley Tuberquia, miembro del Consejo Interno de San José de Apartadó, que se encontraba reunida con otros miembros de la comunidad cercana a Darién cuando conocieron el mensaje. “Recuerdo haber escuchado comentarios de agradecimiento, muy sorprendido de que el Papa nos tuviera en cuenta. Lo vimos como la oportunidad de decir: ‘Nallely y camarada Edinson, sus muertes quedarán impunes, pero no en silencio’. El Papa nos dejó el mensaje de que no estamos solos en nuestro dolor, en nuestro sufrimiento”, añade.

Nallely Sepúlveda y Edinson David, asesinados en San José de Apartadó (Colombia) el 19 de marzo.cdpsanjose

Tuberquia y el Papa se refieren a un niño de 15 años llamado Edison David y a una mujer de 30 años llamada Nallely Sepúlveda, madre de tres hijos. Los dos fueron asesinados en su casa, ubicada en la vereda La Esperanza, el 20 de marzo. Eran esposa y hermano de un coordinador humanitario comunitario, quien no se encontraba en su casa al momento del asesinato. “Fuerzas oscuras quieren revivir el paramilitarismo en el noroeste del país”, dijo el presidente Gustavo Petro al conocer los hechos. La comunidad ha señalado como responsables al Clan del Golfo, la mayor banda narcotraficante de Colombia, herederos del paramilitarismo y dominante en la zona.

Fueron sólo dos frases del Papa, pero tuvieron una resonancia espiritual, política e histórica. San José de Apartadó es un distrito campesino que en 1997 se declaró territorio neutral: decidió no recibir en su territorio a guerrillas ni paramilitares, pero tampoco lo hizo la fuerza pública del Estado. Se declararon Comunidad de Paz y, desde entonces, la Iglesia Católica fue fundamental. “Al principio, cuando se empezó a crear la comunidad, la diócesis de Apartadó nos acompañó en misiones humanitarias a los pueblos de donde nos movíamos, para buscar los animales y los alimentos que quedaban”, dice Tuberquia.

Fue también el Domingo de Ramos, 23 de marzo de 1997, cuando se oficializó la Comunidad de Paz. “La idea original había sido lanzada por el primer obispo católico de Apartadó [la ciudad más cercana]Monseñor Isaías Duarte Cancino”, escribe uno de los padres que más ha acompañado a la comunidad, el padre jesuita Javier Giraldo, en su libro Rifle o Toga. “El contexto de la Semana de la Pasión Cuando nació la Comunidad de Paz de San José de Apartadó pareció darle una huella trágica: muchos de sus líderes y primeros miembros iban a sufrir un martirio tan cruel como el de Cristo”, agregó el padre.

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Ese Jueves Santo, apenas cuatro días después del nacimiento, cuenta más tarde, al menos tres personas fueron asesinadas y otras tres desaparecieron. En los 27 años de existencia de la Comunidad de Paz se han producido varias masacres y decenas de asesinatos. En 2022, la Comunidad denunció ante la Comisión de la Verdad de al menos 1.462 casos de violencia ocurridos en su territorio en las últimas décadas.

Esta Semana Santa, el padre Giraldo se encuentra incomunicado en los pueblos de San José, adonde acude todos los años. “Hace 27 años que viaja allí; Muchos de los que tienen esa edad, o menos, fueron bautizados por él”, dice Carlos Garaviz, quien ha trabajado junto al padre en el banco de datos CINEP, un centro de investigación jesuita centrado en el conflicto armado. “Hace bautizos, primeras comuniones, acompaña celebraciones navideñas”, añade.

Pero, además de su trabajo espiritual, dice Garaviz, Giraldo acompaña a la comunidad en cuestiones políticas (presentando denuncias públicas, por ejemplo) y en los esfuerzos por preservar la memoria de la guerra. Sin embargo, esto ha tenido un costo, particularmente porque la Comunidad ha sido estigmatizada por políticos de derecha (como el ex presidente Álvaro Uribe) y por instituciones estatales (como el Ejército) de ser un aliado de la guerrilla.

“El padre Javier ha sido perseguido por el Estado, e incluso Estados Unidos le quitó la visa hace unos años”, dice Germán Romero Sánchez, abogado que ha acompañado a la Comunidad. “Ahora bien, si el Papa apoya a la Comunidad, me parece que su mensaje pone en duda la estigmatización por parte del Estado o de los grupos paramilitares. Por eso, para mí el mensaje del Papa tiene una dimensión política muy importante”, añade Romero.

¿Cómo llegó al Vaticano la noticia de los dos asesinatos en San José de Apartadó? Después de todo, en una comunidad con tantas tragedias y un país con tanta violencia, los dos homicidios no ocuparon las primeras planas de las noticias internacionales. El padre Jorge Weimar Orrego, que trabaja en la diócesis de Apartadó, explica que en marzo el Papa prestó especial atención al Urabá colombiano, la región fronteriza con Panamá en la que se encuentra San José de Apartadó.

Primero, el 19 de marzo el Papa nombró al nuevo obispo de Apartadó, Carlos Alberto Correa Martínez. En segundo lugar, ese mismo día envió un mensaje en el que, citando el momento en que los discípulos preguntan a Jesús dónde organizar la paz (“¿Dónde quieres que preparemos la cena de Pascua?”), dice que éste respondería hoy: “En Darién, con los hermanos y hermanas migrantes”. Y el municipio de Apartadó, además de la violencia del conflicto, vive una crisis migratoria con miles de personas haciendo escala allí antes de cruzar la selva de El Darién.

Los obispos de Colombia, Costa Rica y Panamá se reunieron los días 19 y 20 de marzo en Panamá para hablar sobre los pasos que debe seguir la iglesia para apoyar a los migrantes. “En el evento había representantes del Vaticano, y cuando ocurrió la muerte de San José, los colombianos les contaron lo sucedido”, dice el padre Orrego desde Apartadó. Los delegados vaticanos habrían pasado el mensaje al Papa quien, en 2018, se reunió con algunos miembros de la comunidad que viajaron para verlo.

Arley Tuberquia, sin embargo, entiende el mensaje del Papa más como un acompañamiento espiritual que como un mensaje que llega a los grupos armados. “Desafortunadamente, tenemos claro que a los asesinos no les importa lo que diga nadie”, afirma. “Lo verdaderamente importante de este acompañamiento espiritual es volver a las palabras de Cristo sobre el perdón. Así como Jesús dijo en la cruz ‘Perdónales, porque no saben lo que hacen’, sin duda lo que más nos ha aportado este acompañamiento de la Iglesia, a pesar de todo lo vivido, es nuestra infinita capacidad de perdonar”.

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