Come sano sin fórmulas mágicas – .

Cada año surgen nuevas tendencias en los hábitos alimentarios: el ayuno intermitente o comer alimentos en un orden determinado son algunos ejemplos. «Actualmente, en los países occidentales, la dieta general de la población es muy rica en proteínas y son, precisamente, los alimentos proteicos los que más Es el más caro de la cesta de la compra”, afirma Antonio Murillo Cancho, catedrático de Nutrición de la UNIR.

En su opinión, “esto no es coherente con una dieta saludable”, aunque la mayoría de la gente la sigue. “Si nos referimos a la dieta típica española, como la que se daba en los años 60 en la mayoría de hogares, era mucho más saludable”. Murillo recuerda que estaba “a base de cereales, legumbres, verduras, frutas y con algo de carne y pescado”. Ahí estaría el matiz de lo que considera una alimentación equilibrada y saludable.

“Una dieta saludable es variada y apuesta por principios relacionados con una dieta equilibrada, es decir, 55% de hidratos de carbono, 30 o 35% de grasas y aproximadamente un 15% de proteínas”, especifica esta experta en nutrición, que alerta de que actualmente la proteína pasa del 15% % a casi el doble. «Estamos reduciendo escandalosamente los hidratos de carbono porque creemos que engordan, lo cual no es cierto; “Lo que engorda es la inactividad”.

«No debemos hablar de buenos o malos alimentos, sino de buen o mal uso»

Antonio Murillo Cancho

Profesora de Nutrición en UNIR

Por otro lado, hay estudios, admite, que relacionan el orden de ingesta de alimentos con un aumento de la glucosa en sangre. “Técnicamente puede afectar”, pero “el consumidor en general no debería preocuparse por ello. “Tenemos que comer normalmente, como lo hemos hecho toda nuestra vida”.

Por ello, aconseja evitar las fórmulas mágicas. “Tenemos un sistema interno capaz de regular todo lo que consumimos, salvo que tengamos algún problema fisiopatológico que lo impida”, aclara. “La propia agencia es la encargada de ordenar y regular”. Y subraya que los estudios experimentales “son una cosa y la práctica diaria de comer, otra”.

Establecer un equilibrio

Y esta práctica señala la glucosa (azúcar en sangre) como necesaria, a pesar de estar en el punto de mira. “Es el principal sustrato energético que tiene el cuerpo y es absolutamente necesario para el funcionamiento de nuestras células y, especialmente, de las neuronas”. Aunque admite que sí hay que evitar el pico de glucosa, que puede ser perjudicial y puede estar provocado por alimentos muy ricos en azúcares simples “y cuando se consumen en cantidad importante”.

Por tanto, para Antonio Murillo no hay alimentos que debamos desterrar. “No deberíamos hablar de si son buenos o malos, sino de su buen o mal uso”. Los secretos para comer bien “los publicamos continuamente, pero nadie nos hace caso”. En resumen, destaca que “la clave es comer de todo, de forma equilibrada, en la cantidad adecuada y hacer ejercicio. No hay más secretos.

Esta experta en nutrición ve vital la formación desde los primeros niveles educativos. “Comemos varias veces al día, los 365 días del año, pero nadie nos enseña a hacerlo”, cuando la educación nutricional “es la base, que nos permitirá hacer una buena selección de alimentos a lo largo de nuestra vida”. , el explica.

Y concluye asegurando que “el mayor efecto que facilita o perjudica la vida de un individuo se debe a la dieta” y una alimentación bien elegida puede “reducir perfectamente los síntomas del envejecimiento y en una sociedad con una esperanza de vida cada vez mayor, esto es fundamental”. ” .

La alimentación, factor clave para una microbiota sana

La dieta influye en el eje intestino-cerebro, es decir, como explica Edwin Fernández, director del Máster en Nutrición de Precisión y Epidemiología Nutricional de la UNIR, entre la relación que existe “entre el funcionamiento de nuestra microbiota, que son los microorganismos que se encuentran en nuestro sistema digestivo y ciertas funciones cognitivas. Cuando la dieta afecta a la composición de esa microbiota, “es posible que este eje también se vea afectado negativamente”.

Estas alteraciones pueden ser sólo físicas, cuyos síntomas son los primeros en descubrirse, pero también pueden desarrollar algunas patologías crónicas relacionadas con el metabolismo o patologías de carácter cognitivo, al verse afectado “todo lo relacionado con la salud mental”.

Fernández señala que cuando la composición de la microbiota se acerca “a lo que consideramos saludable, la persona suele tener un estado de salud más óptimo”. Para este experto, es crucial seguir una dieta equilibrada para conseguir ese ansiado bienestar emocional. Coincide con Antonio Murillo al señalar que la mayor parte de la energía “debe proceder de los hidratos de carbono, de la fibra soluble e insoluble de las legumbres, frutas y verduras, y una pequeña parte de las grasas saludables”. y proteínas.

Para Fernández, cada persona debe seguir un patrón alimentario acorde a sus necesidades. De aquí surge la nutrición de precisión, con “recomendaciones específicas, no basadas en comentarios generales, sino en múltiples factores que rodean a esa persona y que la hacen completamente única”.

 
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