Hay dos sectores de la zona occidental del gran San Miguel de Tucumán que parecen hundirse en el olvido. Aunque se encuentran en extremos diferentes, las causas de estos problemas parecen ser las mismas.
Nos referimos al tramo más complicado del Camino del Perú, que es el situado entre la calle Italia-Frías Silva y la Curva de los Vega, y el camino de sirga. El primero está al norte y el segundo al sur. Ambas líneas separan jurisdicciones municipales y comunales; Además, crean departamentos provinciales, como la Dirección Provincial de Carreteras (DPV) y la Dirección Provincial de Aguas (DPA).
Vayamos por partes. El Camino del Perú parece una síntesis de todo lo que está mal. Esa ruta provincial -la 315- por la que circulan desde grandes camiones hasta automóviles y peatones, es hoy una afrenta al ciudadano. Es inseguro, sucio, peligroso y su infraestructura está colapsada. Sin embargo, recibe cada vez más flujo vehicular y nadie, en las esferas de poder, parece estar demasiado preocupado por la situación. Divide a Yerba Buena de San Miguel de Tucumán (y luego de Villa Carmela y Tafí Viejo), pero salvo la presencia de varas del primer municipio en algunos cruces complicados, no hay otra presencia tangible del Estado en la zona. De vez en cuando, Caminos tapa algunos baches, pero las reparaciones no duran mucho, porque el agua que corre por el camino se encarga de repetirlos. Los docentes, alumnos y padres de familia del colegio Justiniano Frías lo saben bien.
El camino de sirga presenta realidades diferentes. El estado del pavimento, del lado de Yerba Buena, es correcto. Incluso hay obstáculos. Sin embargo, del lado de El Manantial el deterioro es evidente. Además, en este sector no hay nada que separe el camino del canal. Del lado de Yerba Buena, vándalos robaron gran parte de la malla metálica que servía de protección. El lento avance de las obras del parque Prebisch no contribuye mucho a la seguridad de la zona.
Aquí también hay una confluencia de jurisdicciones que agrava los problemas: esta vía separa Yerba Buena de El Manantial y San Miguel de Tucumán. Y, en lugar de unir esfuerzos para crear más seguridad para los transeúntes, sólo causa problemas. Mucho más si se tiene en cuenta que aquí también entra la Dirección Provincial de Aguas, ya que a ella le corresponde el cauce.
La evidencia muestra que si no hay un trabajo conjunto entre los municipios y las comunas, será imposible mejorar el estado de estas dos vías. Creemos que hoy más que nunca es necesario que los dirigentes comiencen a considerar al Gran San Miguel de Tucumán como un todo y no como una suma de partes independientes entre sí. Los beneficiarios serán los ciudadanos.
