«Un buen corresponsal puede convertir un pueblo en Nueva York» – .

Parece que Internet siempre ha estado ahí, pero no. Hasta no hace mucho, los periódicos, más allá de la Redacción, eran auténticos talleres industriales donde se realizaba la laboriosa tarea, casi artesanal, de ‘fabricar’ un periódico sobre papel. Luis Gamarra lo sabe bien. “Conservo como joya de la memoria la vida de un periódico cuando aún se hacía con plomo, como en una imprenta”. Durante los 40 años que estuvo en esta ‘casa’, quizás esta sea la etapa que recuerda con más nostalgia, aunque pasó por trabajos diferentes, dispares, pero en todos fue feliz. Ingresó siendo joven, cuando cursaba sus últimos años de Historias. “Fue casual, como pasar el verano y conseguir algo de dinero para el curso”, pero al final ganó periodismo. Comenzó como corrector de pruebas. «La composición mecánica de los textos era muy laboriosa y complicada, había muchos errores mecanógrafos…».

Ese fue un momento muy interesante para el periódico, pero las noticias necesitaban fluir más rápido. Y luego vino lo que Gamarra llama “la revolución”, fue en los años 90. “Sin duda lo que marcó un antes y un después fue la imprenta ‘offset’”, consistía en aplicar tinta sobre planchas metálicas de aluminio”, un sistema muy similar a imprimir una fotografía, pero en este caso eran las páginas del periódico. . «Fue un momento clave porque, además, los trabajadores tuvieron que adaptarse al nuevo sistema, fue una odisea, la verdad. Los linotipistas que tenían una máquina con crisol de plomo de repente tuvieron que mecanografiar, había muchos talleres…, contrataron a tres empleados para cortar (transcribir) textos, los tres se convirtieron en medio periódico…»

Su cuñada Lourdes fue una de ellas. En Diario LA RIOJA, recuerda, “ha habido auténticas dinastías de empleados, sobre todo al principio. Muchos eran hijos, nietos de antiguos empleados…, esto ocurría sobre todo en el taller. El taller era una entidad en la que trabajaban cerca de 50 empleados, muchos más que en la Redacción, “y alrededor de la prensa siempre había una nube de mecánicos…”. Eran tiempos de redacciones bohemias y uno regresaba a casa a las tres o cuatro de la madrugada. Ella lo recuerda bien. Gamarra llevaba diez años como corrector cuando comenzó a asumir la tarea de organizar el archivo fotográfico y la hemeroteca. Allí encontró varios tesoros gráficos, como fotografías del frente de la guerra de Vietnam. “Las fotos del exterior llegaron en sobres, con dos o tres días de retraso -no era la inmediatez de ahora-, pero eran fotos de un gran valor testimonial”. Aunque para él, el verdadero tesoro del periódico es la hemeroteca, “la colección de ejemplares que se guardan desde nuestra fundación, allí se guarda de arriba a abajo la historia de los últimos 135 años de La Rioja”.

Más de un siglo de vida para un periódico que, a su juicio, ha dado un enorme salto cualitativo en los últimos años. “La información local y regional, que es la madre del cordero, es muy exhaustiva, el color, la distribución”… y también cree que, si tienes un buen corresponsal en un pueblo, ese pueblo crece en importancia. “Un claro ejemplo fue José Ignacio Gasco, que convirtió San Asensio en Nueva York”. En su opinión, la base de la actualidad informativa diaria no ha cambiado mucho, ni siquiera los hechos (tan presentes últimamente), siempre los han habido, crímenes, desapariciones, etc., algunos casos que siguen sin resolverse. Él los conoce bien. En sus últimos años laborales publicó todos los domingos la serie ‘Mala vida’, un repaso por los hechos más relevantes ocurridos en la Comunidad desde 1889. Buceando en el archivo encontró historias dignas de rescatar y reescribir, que fue lo que hizo. con éxito y recurriendo al humor si el tema convenía. ‘Tumulto en Santa Coloma: hachazos, tiros y muertos…’ o ‘Mi señora es buena, pero la voy a matar’ son títulos que más de uno recordará.

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