Joël Dicker, el nuevo rey de la ficción policial: “Gran parte de los crímenes los cometen psicópatas, pero podríamos ser cualquiera”

Joël Dicker, el nuevo rey de la ficción policial: “Gran parte de los crímenes los cometen psicópatas, pero podríamos ser cualquiera”
Joël Dicker, el nuevo rey de la ficción policial: “Gran parte de los crímenes los cometen psicópatas, pero podríamos ser cualquiera”
La estrella de novela policíaca Joel Dicker fotografiada para ICON en Madrid.daniel de jorge

“Detrás de toda gran fortuna se esconde un crimen”, escribió Mario Puzo, citando a Balzac, en el prólogo de El Padrino, su clásico de 1969. Joël Dicker (Ginebra, 38 años) sugiere una variación: la construcción de una familia feliz se basa en oscuros secretos. Eso es lo que piensa este autor de media docena. novelas de suspense, traducido a 32 idiomas, que ha creado una comunidad de millones de lectores. Su nueva novela, Un animal salvaje (Alfaguara) fue el libro de ficción más vendido en la última edición de Sant Jordi, según datos de la Cámara del Libro de Cataluña. Además, ha encabezado los rankings de obras más vendidas de varios suplementos culturales nacionales desde su publicación en abril. El idilio con España no es nuevo: Dicker siempre recuerda que este fue uno de los primeros países en traducir su primer éxito, La verdad sobre el caso Harry Quebertque en 2013 fue elegido mejor libro del año por los lectores de EL PAÍS.

Sus historias desenmascaran la vida lujosa de aristócratas, políticos, ejecutivos o la aparente tranquilidad de pueblos idílicos. Los suyos son personajes moralmente ambiguos que viven en una burbuja que estalla cuando un crimen los sacude directa o indirectamente. En su nueva novela, tras un robo en una joyería de Ginebra en el que se ven involucrados un matrimonio de clase media y un matrimonio de clase alta, uno de los personajes explica sus motivaciones: “Son esos robos los que me hacen ser como soy. La persona que tanto te gusta, la que atrae todas las miradas, existe porque he cometido robos. El robo es parte de mí. Una parte secreta, que está lo más oculta posible y de la que no puedo hablar con nadie”.

“Una gran parte de los crímenes son cometidos por psicópatas, pero podría ser cualquiera”, explica Dicker. “¿Qué nos detiene más allá de nuestras convicciones morales? “Si alguien mata a una persona para robarle el reloj, pero se da cuenta de que la víctima se lo había robado a alguien, el crimen adquiere otra dimensión”. Desde que fue publicado Un animal salvaje A finales de febrero en francés, el autor se ha visto inmerso en una frenética gira internacional: Francia, Suiza, Bélgica, Italia y ahora España. “Soy muy consciente de hasta qué punto el éxito es algo valioso y lo respeto y lo cuido, precisamente promocionando y viajando para ver a los periodistas. Sé que todo esto me ofrece la libertad de poder escribir”, afirma el autor.

Resulta paradójico que este personaje amable, alto y sonriente sea un cronista de la condición más instintiva y animal del ser humano. Esos oscuros secretos que salen a la luz como insectos al levantar una piedra son la base de su narrativa. “Nuestros secretos a menudo empiezan siendo pequeños. Muchas veces nos persiguen con cosas que no decimos, que nos guardamos para nosotros, que sientes que deberían salir pero no lo haces. Eso nos va retorciendo por dentro y se convierte en un secreto. Actuamos delante de nuestros amigos, en el trabajo decimos que todo está bien, pero en nuestra vida todo es un caos”.

Retrato de Joel Dicker en París en 2022.JOEL SAGET (AFP vía Getty Images)

Dicker es quirúrgico a la hora de descifrar el lado oscuro de la naturaleza humana, pero esquivo cuando se le pregunta sobre su vida privada y cómo se proyecta en sus historias. “No hay una parte específica de mí en el libro, sino muchas que se encuentran dispersas a lo largo de la historia. Hay algo en cada personaje en el sentido de que soy su creador”, responde escuetamente. Cuando el éxito de La verdad sobre el caso Harry Quebert, lectores y periodistas insistieron en comparar al autor con su protagonista, Marcus Goldman, ambos jóvenes escritores que atravesaban una crisis creativa que no les permitía publicar. No le gustó la comparación: “No es correcta. Goldman vivía en Nueva York y yo vivía en Ginebra”.

Se tomó una especie de venganza con su quinto libro, El enigma de la habitación 622 (2020), el primero cuya historia se desarrolla en Suiza, llamando al protagonista Joël Dicker. “Lo hice para ver cómo reaccionaría la afición y nunca lo cuestionaron. “Creo que todavía están más preocupados por si soy o no Marcus Goldman”. Directa o indirectamente ha entablado relación con Goldman, quien le ha acompañado en su ascenso y es el protagonista de la trilogía que se completa con El libro de Baltimore (2015) y El caso Alaska Sanders (2022). “Fue triste dejarlo porque la primera vez que lo escribí tenía 25 años y la última vez tenía 35. No sé si escribiré otro libro sobre esto”, dice.

Animal salvaje es una fábula sobre las falsas apariencias en la que Dicker introduce una figura inédita en su narrativa: el Femme Fataleal estilo de los clásicos no ir cinematográfico. Una manipuladora que se aprovecha del impacto que tiene en los hombres para conseguir sus objetivos y que recuerda a Rita Hayworth en La dama de Shanghai (1947) o Ava Gardner en Forajidos (1946). Un personaje con un carácter polifacético que inquieta a quienes se acercan a ella, una exitosa profesional de 40 años en la flor de su vida. “Para Sophie era muy importante ser fuerte. El libro comienza y termina con ella. Trabajé durante mucho tiempo para convertirla en el epicentro de la historia y de las relaciones entre los demás personajes. Creen que ella es mejor en todo lo que hace”, explica.

Este tipo de personajes le vinculan aún más estrechamente con la escena literaria del detective policial nórdico –especialmente Stieg Larsson– de la que huye Dicker y a la que dice no pertenecer, por mucho que la gente se empeñe en asociarle con ella. “Lo niego para no decepcionar a sus fans y que sepan lo que no encontrarán en mis libros. En esas historias hay un policía divorciado, un tipo duro con una investigación compleja, y en mis novelas eso apenas aparece”. Los límites entre una novela policíaca y la mera ficción nunca han estado claros. suspenso, y algunos especialistas prefieren relacionarlo con una atmósfera más que con una forma de narrar. “El crimen en mis libros es un pretexto para contar historias de vida e historias de los personajes. Puedes eliminar el asesinato en Harry Quebert y todas las historias permanecerán. En Un animal salvaje, sin el robo todas las historias se sostienen. Habría menos suspenso, sí, pero la verdadera historia trata de los personajes”.

Joel Dicker firmando en 2017 en la Feria del Libro de Madrid.Cristina Arias

Tras ambientar sus novelas en distintas ciudades de Estados Unidos, en Un animal salvaje El escritor se adentra en su Ginebra natal. “Me gusta escribir sobre lugares que conozco. Es importante transmitir una atmósfera creíble y eso no se logrará mirando ubicaciones en Google Maps. “Escribí historias en Estados Unidos porque es un país que siempre visito y conozco bien”. Conocer bien es un concepto relativo y Dicker no descarta la posibilidad de ambientar una historia en Madrid, capital donde ha estado unas cinco veces. “Creo que he conseguido capturar la ciudad y a los madrileños. “No puedo hablarte de los lugares que tienes que visitar, pero puedo hablarte del ambiente”.

Dicker escribe sobre la marcha, iniciando un texto sin saber dónde irá ni cómo terminará. Cree que esta incertidumbre, el no saber qué pasará después, es la razón por la que los lectores se enganchan con sus obras. “Me ayuda mucho trabajar sin un plan, no tengo idea de lo que voy a escribir. “Estoy tirando del hilo de lo que voy a contar, pero no tengo un esquema de todo lo que sucederá en el libro”. Escribir sin planificación es lo que explica los recurrentes saltos temporales y recuerdosuna constante en su narrativa de la que no escapa Un animal salvaje. “En la vida explicamos nuestro presente a partir del pasado. En mis libros funciona exactamente de la misma manera”. Compara su escritura con correr. “Al principio empiezas despacio, a los 10 minutos piensas en parar, pero cuando tu cuerpo ya está caliente, a los 45 minutos de correr, sientes la adrenalina. En ese último tercio sólo sientes placer y no puedes parar”.

Escribe todos los días, incluso cuando está de gira promocional o de vacaciones. Pueden ser 15 minutos o 10 horas al día. No imagina su vida sin hacerlo, aunque hasta hace poco más de diez años los editores rechazaban un manuscrito tras otro. Su historia es digna de cualquier orador motivacional: de la noche a la mañana pasó de ser ignorado a convertirse en un fenómeno. Pero él nunca decayó. “Nunca me dieron una explicación de por qué mis manuscritos fueron rechazados, simplemente me respondieron brevemente diciendo que no podrían publicar mis libros. Me entristeció, por supuesto, pero nunca pensé en dejarlo. Cada vez que lo rechazaban pensaba en volver a intentarlo”.

Lo que vino después fue La verdad sobre el caso Harry Quebert, seis millones de ejemplares vendidos y cuatro importantes premios de literatura, incluido el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa. Como ocurre con casi cualquier autor de éxito, los críticos han calificado su literatura de vacía y la han comparado con la de otro best-seller: Dan Brown. En 2013 se lucharon por las primeras posiciones en las listas mundiales Infiernodel americano, y La verdad sobre el caso Harry Quebert. “Esa similitud fue revelada por editores y librerías cuando dijeron que no habían visto otro fenómeno de ventas desde Dan Brown, pero no sé hasta qué punto la comparación es válida. “No trabajamos en el mismo género”. Está más interesado en los lectores que crea en torno a su trabajo. “No estoy aquí para demostrar mi capacidad ni cambiar de género. Siempre nos están comparando con los demás y lo que me interesa es la comparación conmigo mismo”.

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