pequeños libros geniales – .

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Joana D’Alessio (São Paulo, 1977) siente fascinación por los objetos pequeños. Animales en miniatura, pisapapeles de cristal, velas, cuadernos, cajas de papel y pegatinas de flores invaden sus espacios de trabajo. Por eso, cuando imaginó Vinilo Editora, su propio sello de no ficción, pensó en un pequeño libro. Luego surgieron otras ideas: que fueran textos breves, que se leyeran de una sentada, que la editorial tuviera una huella visual fuerte, que fueran libros que dieran ganas de tocar y coleccionar.

El proyecto cobró impulso con la incorporación del escritor Mauro Libertella (México, 1983) como editor. “Mauro tenía mucha más experiencia que yo y conocía a muchos autores. Le dijo más o menos lo que quería y le mostró una lista de escritores que me gustaban”, recuerda D’Alessio. Los encuentros fueron en su casa, ubicada en el barrio porteño de Núñez. En esas reuniones usaban mascarillas y abrían las ventanas de la sala para ventilar. Eran los tiempos del covid-19.

Luego se sumó Max Rompo, quien aportó la propuesta visual de la colección: el diseño con dos colores, las figuras definidas y la construcción del “libro-objeto”. D’Alessio quedó impactado con el primer boceto, que era muy similar a lo que se ve hoy en los libros. “Tenía los conceptos, pero no tenía la imagen. Él inventó la imagen. Lo que trajo me pareció muy original y novedoso”, enfatiza.

El debut de la editorial fue muy bueno. En 2021 y luego de casi un año de trabajo, Vinilo aterrizó con cuatro títulos en la décima edición de la Feria de Editores de Buenos Aires. Llamaron mucho la atención los libros, que caben en la palma de la mano: medían 16 x 12 cm, tenían un diseño con muchos detalles, estaban cosidos con hilo y el precio era muy asequible.

“Había mucho movimiento recuerda D’Alessio, que también es coeditor del sello infantil Ralenti—, Como si algo se diera cuenta de inmediato. Creo que él también era un momento muy espectacular porque todos estaban con ganas de volver a encontrarnos, de volver a coger libros, de volver a comprar y aparecimos con un nuevo proyecto después de todo el aislamiento por la pandemia se detiene y continúa—, “Es como si la gente casi quisiera ayudarme”.

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Entre esos primeros cuatro títulos estaba Parte de la felicidad, de Dolores Gil (Buenos Aires, 1981) donde la autora reconstruye, con una prosa brutal, un episodio traumático de su vida: la muerte de su hermana menor en un accidente doméstico.

“Un domingo de septiembre de 1992, víspera de la primavera, la enredadera que cubría gran parte del jardín de la casa Cucha Cucha se incendió mientras mi padre hacía un asado. Tenía once años y no sabía nada sobre el dolor. Esa única chispa desató un trágico torbellino, un abismo por el que se escapó la vida tal como la conocía hasta ahora”, escribió en la primera página.

En su debut literario, Gil, periodista y licenciada en Letras, explora sus recuerdos y reflexiona sobre los efectos de aquella tragedia. “Poco a poco su nombre dejó de sonar en la casa. No fue a propósito: la confusión fue tan grande que no encontramos la manera de que ella siguiera viviendo en el idioma”, escribió en otro apartado. La autora trae a la actualidad a su hermana Manuela y es testigo de su fugaz paso por este mundo. Una tarea titánica que realizó con gran destreza y que emocionó a muchos lectores.

parte de la felicidad Es uno de los libros más vendidos de la colección (está en su segunda reimpresión) y fue publicado en Chile bajo el sello Montacerdos. Gil sigue sorprendido por la repercusión: “No esperaba que fuera tan bien recibido por los lectores. Mucha gente lo recomienda y me cuentan sus experiencias de lectura. Eso es genial para mí”.

Actualmente, la autora escribe su segundo libro y continúa trabajando con Vinilo Editora en ‘La vida nuevauna newsletter mensual donde reflexionas en un tono íntimo sobre libros, podcasts, documentales y otros temas que la atraviesan. Dice que le encanta este espacio porque representa una nueva forma de explorar su escritura sin atarse a las noticias o tendencias del momento. “Es un poco un ejercicio para soltar la mano y explorar otras cuestiones que, cuando te enfrentas a la escritura de un libro, a veces no tienen cabida. Son temas sobre los que quiero escribir y que también descubro mientras los escribo”.

Joana D’Alessio y Mauro Libertella, los editores de Vinyl. CLARO CLERICCI/DIEGO SAMPERE

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Los libros en vinilo siguen unas pautas, y D’Alessio las enumera: “Deben ser de no ficción, deben tener entre 50.000 y 100.000 caracteres y debe haber un abanico amplio, debe haber subgéneros”. Con Libertella trabajan codo a codo: editan los borradores, discuten los títulos y portadas de cada publicación. “Tengo mucha suerte de trabajar con él porque es un gran escritor y nos llevamos muy bien”, añade. El catálogo contiene diarios, ensayos, autobiografías, crónicas y memorias. Pero lo cierto es que muchas veces los textos enfatizan estas categorías.

Es decir y para dar algunos ejemplos.

En sobre lo natural, Mónica Müller (Buenos Aires, 1947), médica y autora de varios libros, cuestiona los discursos sobre alimentación saludable y recuerda algunos datos de su historia personal: “Soy hija de una mujer que, a mediados del siglo pasado, sin salir de su barrio, sin Google, redes sociales ni talleres de cocina natural, investigó sobre nutrición saludable para alimentar mejor a su familia (…) Una buena papa frita en buen aceite es uno de los platos más saludables que existen, además de uno de los más nobles y más rico. “Explico esto todos los días en mi oficina y cada vez me encuentro con una mirada de sorpresa, si no de absoluto pánico”.

En Doce pasos hacia miSofía Balbuena (Salto, 1984) describe su problemática relación con el alcohol y retoma a distintos escritores que trabajaron el tema: “El alcohol me devuelve a mí misma; De alguna manera extraña, me centra. Aflojar, por un tiempo y mientras dure, la conciencia que tengo de quién soy y de lo que creo que valgo. Borracho, parece menos grave ser demasiado inteligente o un poco estúpido”.

En El libro de las diatribas, 11 autores (Juan José Becerra, Rafael Spregelburd, Tamara Tenenbaum, entre otros) dan una mirada crítica y oposicionista a temas como el matrimonio, el consumo, la utilidad y la sumisión. El escritor Osvaldo Baigorria (Buenos Aires, 1948) señaló: “Que te pidan escribir una diatriba contra el trabajo es similar a que te inciten a militar contra la militancia o a activarse desde la inacción, con el puño en alto exclamando “¡Viva el ocio!”. : un despropósito (…) La obra triunfaría en toda la línea si tenemos que ponernos manos a la obra para criticarla.”

En la pizarra magica, Virginia Cosin (Venezuela, 1973) reflexiona sobre su vínculo con la literatura. Vuelve sobre los textos que la impactaron y cuenta cómo encontró trabajo como escritora: “Pienso en el territorio de lo escrito como una zona fuera de la ley, desértica y salvaje, donde se persigue algo. , pero conducir, más que conducir”.

En fósforoPablo Ottonello (Buenos Aires, 1983) cuenta su experiencia, como persona recién separada, en la aplicaciones de citas: “Educación sexual. El sexo casual, por encima de todos los demás, requería algunas habilidades musculares, cierta eficiencia hidráulica, cierto dominio de la lengua española y solvencia mental. “Encontré la maravilla (y la sordidez) de dar y recibir placer entre extraños”.

En Ojos recién abiertos, Martín Felipe Castagnet (La Plata, 1986), hace un retrato de su abuela Elsa, con quien hablaba por teléfono todas las noches durante más de 15 años: “Yo también comencé a estudiar japonés gracias a ella. El día antes de cumplir dieciséis años, me preguntó si no quería empezar a aprender japonés con ella. La primera clase fue el día siguiente, martes, a las siete de la tarde. Dije que sí inmediatamente. Desde esa primera clase me llamó Makkun, la cariñosa abreviatura japonesa de mi nombre que se usa con los niños pequeños, y así fue por el resto de su vida.

Para D’Alessio es fundamental que, en la colección, convivan autores consagrados con nuevas voces. Libertella tira de lo primero y ella de lo segundo: conversa con escritores que dan talleres literarios y bucea en las redes sociales. Las escritoras Ana Navajas (Buenos Aires, 1974) y Adriana Riva (Buenos Aires, 1980) contactaron con María Pérez (Junín, 1983), quien publicó Todos los hombres que fui en la editorial; y Mercedes Halfon (Buenos Aires, 1980), con Sofía Balbuena. “Me encanta hacer primeros libros. Creo que es casi lo más valioso e importante que tengo que hacer en la vida después de criar a mis hijas”, subraya el editor.

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Esta entrevista se produce, a finales de enero, en el despacho de Vinilo Editora y Ralenti mientras se debate en el Congreso argentino el proyecto legislativo Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos, más conocido como “Ley Ómnibus”. Una iniciativa impulsada por el presidente del Gobierno, Javier Milei, y que propone, entre otras medidas, la derogación de la ley 25.542, que fija un precio uniforme de venta de libros. El proyecto fracasaría poco después de la conversación con D’Alessio al no conseguir suficiente apoyo parlamentario, aunque recientemente se ha presentado una nueva versión reducida con posibilidades de ser aprobada.

D’Alessio, como otros miembros de la industria editorial, está preocupado y en alerta: “Creo que la derogación del PVP (precio uniforme de venta al público) de la Ley del Libro sería un desastre. Que los editores podamos fijar el precio de los libros significa que también existen librerías independientes. Fue gracias a las librerías independientes que Ralenti se dio a conocer. Durante la pandemia las cadenas estaban cerradas y las librerías del barrio nos recomendaban”.

Pese a la incertidumbre de estos días, la editora sigue trabajando: este abril Vinilo ha publicado fuera de lugar (María Sonia Cristoff) y Coronado (Nicolás Baintrub); En junio será el turno de Eso es todo, variaciones de Messi. (José Santamarina); en agosto saldrán El libro de las fobias (Ariana Harwicz, Santiago Llach, Margarita García Robayo, Esteban Schmidt, entre otros) y carrera de larga distancia (Nadine Lifschitz); y para después, aún sin fecha, Nuestro plan de fiesta (Camila Fabbri y Jazmina Barrera).

 
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