Basado en historias íntimas y conmovedoras, Nuestras mujeres de Malvinas. Cuatro décadas después de la guerra visibiliza las historias de once mujeres cuyas vidas se vieron impactadas por la guerra. Madres de soldados que regresaron y de otros que cayeron en Malvinas, hermanas, hijas, novias. Y también los que por su trabajo estaban en la lucha.
Son historias que revelan el profundo impacto que la guerra de Malvinas, como cualquier guerra, tuvo y tiene en la vida de estas mujeres.
Reynoso y Cordano también entrevistaron a Virginia Urquizu, la antropóloga que lidera el equipo de antropología forense que llegó a las Islas años después de la guerra, en un avión con familiares que esperaban encontrar a su caído y cambiar el nombre de su tumba.
Las mujeres han demostrado una valentía y una resiliencia excepcionales en situaciones de guerra, desafiando los estereotipos de género y contribuyendo significativamente a la reconstrucción y curación de las secuelas del conflicto. “Es fundamental reconocer y valorar la contribución de las mujeres en la guerra, así como trabajar por la eliminación de la desigualdad de género, visibilizar y promover la equidad en todos los ámbitos de la sociedad, incluidos los contextos de conflicto y posconflicto”dijo la periodista Silvia Cordano, una de las autoras de este libro, que trabaja en temas de género.
El libro, que próximamente será publicado en formato digital por la editorial Leamos, muestra las voces y los rostros que hoy tienen estas mujeres, retratados por el fotógrafo Gabriel Machado. Y, de manera entrañable, desarrolla estas once voces que miran el conflicto desde diversos puntos de vista, con amor y compromiso.
“El papel de las mujeres en la guerra de Malvinas empatiza con las mujeres de guerras pasadas y presentes en el planeta. La contención, la valentía y la resiliencia de las mujeres para acompañar, cerrar heridas del trauma de la posguerra y seguir adelante”destacó la periodista Beatriz Reynoso, también autora de este libro y hermana de un veterano de Malvinas.
El prólogo de Nuestras mujeres de Malvinas Está escrito por Geoffrey Cardozo, el soldado británico que llegó a las Islas cuando terminó la guerra para apoyar a sus soldados y terminó ayudando a identificar a los soldados argentinos enterrados allí.
“Estábamos interesados en abordar el papel de la mujer en todos los ámbitos. Los profesionales, como la enfermera Liliana Colino -la única mujer con rango militar que pudo pisar Malvinas-, o la técnico en instrumental quirúrgico Silvia Barrera que, desde el rompehielos Almirante Irízar, trabajó para salvar vidas”, enumera Cordano y pone las madres de los niños que regresaron y “que tuvieron que hacerse cargo de la posguerra que fue más dura que la guerra; y de los niños que no regresaron quienes tuvieron que someterse al maltrato del Estado”.
“Muchos recién pudieron identificar a sus familiares del proyecto humanitario, en 2017. Pasaron 30 años sin tener el cuerpo de su hijo, su esposo, su padre. Sin poder llevarle una flor, darle sepultura. Sin tener ayuda del Estado”, dice Cordano.
El libro también cuenta con la representación de todos los ciudadanos que enviaron cartas a los soldados. Michelle Aslanides tenía 14 años cuando mantuvo correspondencia con uno de los militares, Fabián Streinger. El soldado dejó de responderle y por más de 30 años cargó con la incertidumbre de lo que le había pasado. Con la llegada de las redes sociales, ella lo encontró en LinkedIn y después de 36 años -ella vive en Francia y él en Estados Unidos- pudieron abrazarse en un bar de Boedo.
Nuestras mujeres de Malvinas. Cuatro décadas después de la guerra Retrata la historia de una esposa, dos hijas, dos madres, dos hermanas a quienes la vida les cambió por completo y más de cuarenta años después la cuentan para sanar. Cuatro décadas después le abrieron el corazón. “Generamos una especie de confianza y estamos súper agradecidos por eso porque es un libro que viene a sanar”, destacan sus autores.
Imagen de portada: Rosa Rodríguez, hermana de un soldado de Malvinas, abraza a la antropóloga Virginia Urquizu y a Alejandra González, hermana de otro soldado.