Los libros que a Milei le gustaría envenenar

Los libros que a Milei le gustaría envenenar
Los libros que a Milei le gustaría envenenar

A mediados del siglo IV a.C. Aristóteles, tras una detallada reflexión sobre las artes, se sumergió en el análisis de la poesía.

En la concepción de la época y en la del propio Aristóteles, la definición de poesía era más amplia que la caracterización actual. En realidad se trataba de creación artística en general. A partir de ahí comenzó a escribir una obra trascendente, “La Poética”, considerada imprescindible para los estudiosos del arte y la literatura. Escribe una primera parte sobre la Tragedia y la Epopeya. Supuestamente el segundo sería sobre “La Comedia”. ¿Y por qué supuestamente? Bueno, con “La Comedia” hay un debate sobre si realmente la escribió o no. Para algunos investigadores no lo hizo. Para otros, como Guillermo de Baskerville, sí escribió esa parte pero desapareció siglos antes del siglo XIV. Quienes afirman que sí lo hizo se basan en algo que dice el propio Aristóteles: “Sin embargo, en los libros de Poética hemos tratado separadamente lo ridículo”. Todo se basaría en la existencia de un manuscrito anónimo encontrado en el gran Monasterio de Lavra, en el Monte Athos en Chipre, conocido como “Tractanus Coislinianus”, que algunos consideran por su estilo de escritura un resumen de la controvertida y misteriosa “Comedia”. de Aristóteles. Sin embargo, este resumen también genera controversia. Algunos consideran que el autor (desconocido) de esta obra pudo ser posterior a Aristóteles. Que hizo suyo el estilo aristotélico y realizó la obra con él. Esta pieza histórica se conserva actualmente en la Biblioteca Nacional de Francia con el nombre “Coislinianus 120”.

Basándose en este misterio de “La Comedia”, Umberto Eco escribe su brillante novela “El nombre de la rosa”. La trama se desarrolla en una abadía famosa por su biblioteca y por sus celosas medidas de seguridad para acceder a ella. Situado en los Alpes italianos, será el lugar de encuentro de una reunión donde los delegados del Papa discutirán la supuesta herejía de una rama de los sacerdotes franciscanos, los Espirituales. Allí llega Guillermo de Baskerville, (en adelante William) acompañado de Adso de Melk (en adelante Adso), su discípulo. Es a través de su voz que Eco nos dice “El Nombre de la Rosa”.

Al llegar a la Abadía se producen una serie de asesinatos de monjes. Guillermo, dotado de especial intuición para la investigación, sospecha que los asesinatos están relacionados con la existencia de una copia de “La Comedia” de Aristóteles. Choca con la resistencia a la investigación planteada por Jorge de Burgos (un homenaje de Eco a Borges, y en adelante a Jorge), un monje ciego tan venerado como temido por el resto de monjes.

Veamos un diálogo entre Guillermo y Jorge:

“Los paganos escribían comedias para hacer reír a los espectadores y se equivocaban”, afirmó Jorge. “Nuestro Señor Jesucristo nunca contó comedias ni fábulas, sino parábolas transparentes que nos enseñan alegóricamente cómo ganarnos el paraíso, amén”.

“Me pregunto por qué rechazas tanto la idea de que Jesús pudiera haberse reído. Creo que, al igual que los baños, la risa es una buena medicina para curar los humores y otras afecciones del cuerpo, especialmente la melancolía”.

Jorge responde: “La risa sacude el cuerpo, distorsiona los rasgos del rostro, hace que el hombre parezca un mono”.

“Los monos no ríen, la risa es propia del hombre, es muestra de su racionalidad”, afirma Guillermo.

Jorge responde: “El que ríe no cree en aquello de lo que se ríe, pero tampoco lo odia. Por tanto, reírse del mal significa no estar dispuesto a luchar contra él, y reírse del bien significa ignorar la fuerza del bien”.

Estas conversaciones, más otras deducciones, llevan a la conclusión de que las muertes son consecuencia de que las páginas de “La Comedia” fueron envenenadas para impedir su lectura. Ese rechazo al conocimiento que relata Eco en su obra, ¿es posible encontrarlo hoy? Se sabe que el desarrollo tecnológico de una sociedad es producto central de la capacidad de generar y sostener en el tiempo la mayor reserva cognitiva que sus miembros puedan proporcionar. Las inversiones en educación, ciencia e investigación son un reaseguro para el futuro, pero también para el presente.

En el nivel de la investigación económica, el laboratorio de experimentación es la historia económica y, muy particularmente, la historia de las ideas económicas. Por eso es preocupante que las teorías que hicieron crecer a ciertos países (hoy centrales) tiendan a no ser estudiadas, o peor aún, a perderse como textos perdidos. Erik Reinert en “La globalización de la pobreza, cómo los países ricos se hicieron ricos y por qué los países pobres siguen siendo pobres” (2007) nos dice: “Las teorías que habían enriquecido a los países ricos no sólo habían desaparecido de los textos modernos. y la práctica de la economía, pero los textos en los que se basaron las exitosas políticas económicas del pasado también estaban desapareciendo de las bibliotecas de todo el mundo. Era como si el material genético de la sabiduría del pasado estuviera siendo destruido lentamente”. Aunque Reinert reconoce que las grandes bibliotecas universitarias han decidido conservar ejemplares históricos, no deja de preocuparse porque en ocasiones se “pierden”.

¿Es este problema una coincidencia? Definitivamente no. Rechazar un contexto histórico, mutilar la memoria, impide la comprensión y facilita la aceptación pasiva en la periferia (como Argentina) de que debemos aceptar un papel subordinado en la economía global y particularmente en la división internacional del trabajo. Es decir, resignarnos a ser un país productor de materias primas. Cuando el presidente Javier Milei ordena el ajuste en la investigación científica y el ataque feroz a la educación pública, colabora para que aceptemos nuestra condición periférica. Para ello basta leer y estudiar lo que Croveto-Zeolla llama “pensamiento heredado” en su texto “La crítica de la teoría clásica de las ventajas comparativas y los orígenes del propio pensamiento”. Un análisis del estructuralismo latinoamericano” (2018). Los autores señalan: “Los principios fundacionales de la ciencia económica en América Latina fueron europeos en el momento de la Revolución Industrial y la nueva división internacional del trabajo”. Sin embargo, también nos dicen que desde Mariano Moreno, Manuel Belgrano en el debate de la Ley de Aduanas, y posteriormente Alejandro Bunge, entre otros autores, fueron perfilando una mirada autónoma tanto en Argentina como en América Latina. Y esto dio lugar a una rica variedad de matices, desde la visión marxista de José Carlos Mariátegui para analizar la realidad peruana hasta el estructuralismo de Raúl Prebisch, pasando por André Gunder Frank, Theotonio Dos Santos o el argentino Marcelo Diamand.

Ahora, cuando Milei cuestiona y dice que en los centros universitarios se estudian textos anacrónicos y no a los “auténticos” expertos en economía, que para él están en la Escuela Austriaca, no está diciendo la verdad. Todas las escuelas de economía, incluida la austriaca, enseñan “Historia del pensamiento económico”.

Son subterfugios que utiliza el Presidente para llevar la educación pública al colapso definitivo. Es como si quisiera ocultar conocimientos, robarnos la risa y condenarnos a un solo pensamiento. Como si quisiera envenenar las páginas donde se puede leer la verdadera historia.

 
For Latest Updates Follow us on Google News
 

NEXT El libro que Liliana Bodoc había publicado antes de morir y ni sus hijos lo sabían