El gobierno francés autorizó la publicidad de libros en todas las cadenas de televisión, una medida inesperada que ha causado polémica en el sector.
La publicidad de libros ya estaba autorizada desde principios de los años 2000 en las cadenas de cable (de pago), pero la nueva medida, que abre la prohibición de las grandes cadenas nacionales, públicas y privadas, llegó en forma de decreto del primer ministro, el 5 de abril. .
La ministra de Cultura, Rachida Dati, defendió en una entrevista esta “experimentación”.
El objetivo es “animar a los franceses a cruzar el umbral de las librerías para comprar un best-seller y al mismo tiempo llevar otros libros bajo el brazo”, explicó.
La experiencia en las cadenas de televisión de pago demuestra que la publicidad de libros sólo ha sido accesible principalmente a las grandes editoriales, que eligen este medio para promocionar a sus autores de mayor éxito.
“Los libreros no creen en este efecto publicitario”, afirmó a la AFP el delegado general del Sindicato de Libreros de Francia, Guillaume Husson.
“Si un lector descubre un best seller gracias a un anuncio en la televisión, sólo comprará ese. Y seguirá siendo un lector ocasional”.
Según Olivier Bessard-Banquy, profesor de Literatura en la Universidad Bordeaux Montaigne, “el gobierno opta por la opción del mercado liberal”.
“Estamos muy sorprendidos de que esto haya ocurrido de forma repentina y brutal”, declaró en una entrevista radiofónica Antoine Gallimard, director de la prestigiosa editorial del mismo nombre.
Este editor recordó que el consenso en Francia, país que también defiende acérrimo el precio único del libro, era no permitir la publicidad televisiva de libros “en nombre de la diversidad”.
Pero no todos los editores se han mostrado desfavorables. La casa
Celosa de lo que considera una “excepción cultural”, Francia impuso recientemente una tarifa adicional al envío de libros nuevos por correo, para contrarrestar el dominio de grandes nombres en la distribución, como Amazon, y alentar a los lectores a acudir a las librerías. .
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