Días hurgando en la antigua biblioteca – .

Por motivos que ya os he contado, estos días paso demasiadas horas hurgando en la biblioteca de mi padre. Grandes, caprichosas, ordenadas, con estantes curvados por el peso. Volver a esa biblioteca es volver a una época mejor. O, al menos, a una edad con

Por motivos que ya os he contado, estos días paso demasiadas horas hurgando en la biblioteca de mi padre. Grandes, caprichosas, ordenadas, con estantes curvados por el peso. Volver a esa biblioteca es volver a una época mejor. O, al menos, a una edad con Menos daños de fabricación. Encuentro ediciones fabulosas, ejemplares autografiados, páginas muy antiguas encuadernadas con mucho mimo. Estos libros que conocí y otros que descubro tienen una historia además de la que cuentan. Provienen de muchas manos anteriores, del entusiasmo o inconformidad de mujeres y hombres que los leyeron antes, de almacenes oscuros, incluso de la clandestinidad.

Traen producción artesanal de artefactos bien hechos. Los hay con manchas de huevo frito, con restos de humedad, con un desconchon suave al abrirlos con un cuchillo porque llegaron intactos. Los hay que contienen palabras más duraderas que las civilizaciones donde fueron escritos. En esta biblioteca queda un poquito de mil vidas juntas.

El hombre o la mujer que no ama algo acaba rompiéndolo todo. Me encantan, entre otras cosas, los libros antiguos, su trabajo de iluminar el mundo. En esta biblioteca que ahora recorro con mis dedos está todo mi padre. Mi padre incluso está vivo, ahora que no sé dónde está, porque nadie puede decirnos dónde viven los muertos. La lectura es la forma más profunda de escribirnos a nosotros mismos. En los libros que ahora reviso hay una correspondencia extravagante con seres que no conozco. Algunos vienen firmados por lectores remotos que los atesoraban. Otros son abundantemente anónimos y ahora están conmigo. Eso se está moviendo. Incluso da alegría. Me parece que con algunos libros la existencia se vuelve más legible. Leer es también, no lo puedo olvidar, una forma de tomar posiciónpermanecer en contra, sumarnos al conocimiento de los demás, porque juntos todos lo sabemos todo, como enseñó Alfonso Reyes.

Esta biblioteca donde paso el tiempo como si no hiciera nada es un muro defensivo. Hago autostop, sin moverme, de un libro a otro. De un eco a otro. Y así uno indistintamente el pasado y el futuro, porque un día estaré en ellos todas las cosas que amo. Lo que nunca sabré que he sido. Ni qué era yo para quién. Cuantas biografías y que forma tan extraña de vincularnos. Porque los libros nos acumulan como se hacen las montañas: añadiendo tierra a la tierra que ya era.

 
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