Los vascos votan este domingo en las elecciones más abiertas de la historia

Los vascos votan este domingo en las elecciones más abiertas de la historia
Los vascos votan este domingo en las elecciones más abiertas de la historia

Desde Sevilla

Él país Vasco, una de las comunidades más pequeñas y con mayor desarrollo industrial y nivel de vida de España, acude este domingo a las urnas en una de las elecciones más abiertas de su historia. Está en juego el Gobierno autonómico, cuya presidencia –la lehendakaritza– se disputan los candidatos de dos partidos nacionalistas: Imanol Pradales, del Partido Nacionalista Vasco (PNV), y Pello Otxandiano, del Bildu, la formación de izquierda independentista heredero del espacio que en su día sirvió como brazo político de ETA, disuelto en 2018 tras anunciar el cese de su actividad siete años antes.

Estas elecciones se desarrollan en medio de grandes paradojas que explican los nuevos tiempos que vivimos. La política vasca, una de las comunidades históricas del mapa político español, pequeño en número de votos pero tradicionalmente determinado por una singularidad marcada por la fuerte presencia nacionalista, la escasa representación de la derecha española y condicionada durante más de 60 años, incluidas casi cuatro décadas de democracia, por la violencia terrorista de ETA.

La primera gran paradoja es que en un momento en que el impulso nacionalista ocupa un lugar más bajo que nunca en la agenda política –a diferencia de Cataluña, donde los independentistas recuerdan sus aspiraciones secesionistas cada dos días– el gobierno lo cuestiona. dos formaciones para las que su horizonte estratégico es, en teoría, un País Vasco unido a Navarra y las provincias vascofrancesas e independiente de España y Francia.

Nada de eso ha estado ni en el discurso ni en los debates de esta campaña electoral, más centrada en los aspectos sociales y en cómo mantener el alto nivel de vida de los ciudadanos del país. País Vasco, la comunidad española con mayores niveles de renta y protección social. El PNV, fuerza conservadora de inspiración democristiana y tradicionalmente hegemónica en la política vasca, se presenta como garante de esa realidad. Bildu, que atrae principalmente a votantes jóvenes y lidera la mayoría de las encuestas, se propone renovar una situación política y social que se caracteriza como decadente tras décadas de hegemonía del nacionalismo tradicional. Ambos vienen con nuevos candidatos. Tanto Pradales, de 48 años, como Otxandiano, de 41, son claros exponentes de la nueva política vasca desarrollada tras el fin de la violencia de ETA.

La segunda gran paradoja es la que esta campaña ha planteado al Partido Socialista de Euskadi (PSE), la federación vasca del PSOE. Tanto el PNV como Bildu son socios de los socialistas en Madrid y su apoyo parlamentario es fundamental para asegurar a Pedro Sánchez las mayorías necesarias para permanecer en el gobierno. Pero en una situación como la que plantean las encuestas, lo más probable es que los socialistas, seguramente la tercera fuerza en estas elecciones, tengan que optar por uno u otro. La decisión que tomen amenaza con condicionar de alguna manera las alianzas a nivel nacional.

Su candidato, Endeko Andueza, de 45 años y por tanto de la misma generación que sus oponentes, se presenta como representante de la fuerza que decide y que asume el papel de ahuyentar cualquier tentación independentista en un parlamento que tendrá uno de los configuraciones más nacionalistas de la historia y que en cualquier momento podrían verse contagiadas por la efervescencia secesionista de los catalanes. El Partido Popular, según las encuestas, seguirá siendo irrelevante y Vox sólo aspira a tener presencia en una de las tres provincias de la comunidad.

La tercera gran paradoja de esta campaña la protagonizó, sin querer, Pello Otxandiano, el candidato de Bildu. El fin de la violencia de ETA que supuso para los independentistas dejó una oportunidad de crecimiento sin precedentes en ese espacio político, ligado durante años a la estrategia de la banda terrorista. La desaparición de este permitió a Bildu crecer en intención de voto hasta el punto de desafiar la hegemonía del PNV y aparecer por primera vez en la historia con serias posibilidades de convertirse en la fuerza más votada del País Vasco. Pero, paradójicamente, ETA sigue siendo un lastre para esa fuerza.

Los fantasmas siempre regresan y menos de una semana después de la cita con las urnas, Otxadiano se enfrentó a una pregunta en una entrevista radiofónica que le incomodó. Le preguntaron si consideraba a ETA como grupo terrorista y los balbuceos con los que respondió y la negativa a suscribir esa definición no sólo revivieron tiempos pasados, sino que también mostraron los límites políticos de Bildu.

El resto de partidos criticaron la indefinición del candidato y evaporaron cualquier posibilidad, por mínima que existiera, de que consiguiera los apoyos necesarios para convertirse en el nuevo lehendakari. El candidato socialista fue el primero en advertir que no le apoyaría. Así, el revés electoral que puedan arrojar las encuestas este domingo difícilmente se traducirá en un cambio de gobierno.

 
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