En un relato desgarrador, Ravi, un joven de 24 años de Sri Lanka, comparte su experiencia como víctima de trata de personas en Myanmar. “Me quitaron la ropa, me hicieron sentar en una silla y me aplicaron descargas eléctricas en la pierna. Pensé que era el final de mi vida”, recuerda Ravi, quien originalmente Había viajado a Tailandia en busca de trabajo en TI.
En lugar de un trabajo legítimo, Ravi fue secuestrado y atrapado en un complejo oscuro al otro lado del río, cerca de la frontera tailandesa en Mae Sot. Había sido secuestrado y vendido como esclavo en un campo dirigido por Bandas criminales de habla china que se dedican a estafas en línea.
Según le dijo Ravi a BBC Mundo, estos campamentos son “refugios en la jungla”, donde las personas traficadas se ven obligadas a trabajar largas horas en estafas cibernéticas, utilizando identidades falsas para engañar a hombres solitarios en todo el mundo.
Campos de esclavos cibernéticos en el Sudeste Asiático
El proceso de contratación para estas estafas es inteligente y cruel. Los traficantes se aprovechan de la desesperación económica de la gente, ofreciéndoles falsas promesas de empleo en el extranjero. Ravi, un experto en informática, fue engañado con la esperanza de un futuro mejor para él y su esposa.
Una vez en manos de los traficantes, Las víctimas se ven obligadas a participar en estafas cibernéticas, utilizando tácticas manipuladoras para engañar a personas solitarias y vulnerables en todo el mundo. Estas estafas no sólo causan daños financieros, sino también daños físicos y psicológicos a las víctimas, dejándoles cicatrices duraderas.
“Estábamos aterrorizados. Alrededor de cuarenta hombres y mujeres jóvenes, entre ellos habitantes de Sri Lanka, gente de Pakistán, India, Bangladesh y países africanos, fueron detenidos por la fuerza en el campo”, relata Ravi sobre su experiencia en el campo de ciberesclavos.
Estas víctimas son sometidas a condiciones inhumanas, donde la desobediencia conduce a palizas, torturas e incluso violaciones. Ravi cuenta cómo fue testigo de la violación de dos niñas en una celda cercana durante su cautiverio, una experiencia que lo dejó traumatizado.
“Estuve 16 días en una celda por no obedecerlos. Sólo me dieron a beber agua mezclada con colillas de cigarrillos y ceniza”, dijo Ravi a la BBC.
El escape
Ravi finalmente Logró escapar después de meses de cautiverio y abuso. El líder de la pandilla accedió a dejarlo ir, pero sólo si Ravi pagaba un rescate y una tarifa adicional para cruzar el río y entrar a Tailandia.
Desesperados por escapar de su pesadilla, los padres de Ravi recaudaron el dinero necesario, a pesar de arriesgar su propia seguridad financiera. Una vez pagado el rescate y las tarifas, Ravi fue llevado de regreso a Mae Sot, Tailandia, donde comenzó su viaje hacia la libertad.
A pesar de su regreso a casa, las secuelas de la experiencia de Ravi continúan. él y su esposa Luchan bajo una montaña de deudas, tratando de reconstruir sus vidas después de esta pesadilla.
La magnitud de la trata de personas con fines de explotación laboral y sexual en la región es alarmante. Según la ONU, en 2023 más de 120.000 personas en Myanmar y otras 100.000 en Camboya se vieron obligadas a trabajar en estafas en línea. Interpol ha identificado centros de estafas en Laos, Filipinas, Malasia, Tailandia y Vietnam. convirtiendo esta tendencia en una amenaza a la seguridad global.
Las autoridades de varios países, incluidos India y China, han trabajado para rescatar a sus ciudadanos atrapados en estas redes de tráfico. Sin embargo, la repatriación de las víctimas es sólo el primer paso de un largo camino hacia la justicia y la recuperación.
