El pacto, que se negocia desde 1999, prevé eliminar la mayor parte de las tarifas entre las dos zonas, creando un espacio comercial para más de 700 millones de consumidores.
Pero está estancado por el rechazo y la renuencia declarados de Francia dentro de la Comisión Europea.
“En este acuerdo no hay nada que tenga en cuenta el tema de la biodiversidad y el clima. ¡Nada! Por eso digo que no está nada bien”, enfatizó Macron ante una audiencia con empresarios brasileños.
El presidente francés llamó a construir otro acuerdo entre la UE y Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia), que involucre cuestiones ambientales.
“Llevamos 20 años negociando con el Mercosur. Hagamos un nuevo acuerdo (…) que sea responsable desde el punto de vista del desarrollo, del clima y de la biodiversidad”, insistió.
Tras un acuerdo político en 2019, la oposición de varios países, incluida Francia, bloqueó su adopción final, un rechazo que se ha visto reforzado por la crisis agrícola que sacude a Europa. Otros países como Alemania y España abogan por su adopción.
Por otro lado, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, es un declarado entusiasta del acuerdo de libre comercio. A principios de marzo se mostró optimista con su cierre, durante una visita del jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, que también aboga por ello.
Macron pasó por la capital financiera de Brasil después de encabezar junto a Lula la mañana de la inauguración de un submarino franco-brasileño cerca de Río de Janeiro.
El evento sirvió para elogiar la asociación estratégica entre los dos países.
El sumergible “Tonelero”, de propulsión convencional y fabricado con cooperación francesa en el astillero naval de Itaguaí, fue bautizado de un golpe de una botella de vino espumoso por la primera dama brasileña, Rosangela da Silva, Janja.
Los dos líderes subrayaron la importancia de esa asociación en un mundo marcado por guerras y perturbaciones globales.
“Permitirá a dos países importantes (…) prepararse para que podamos vivir con esa diversidad sin preocuparnos por ningún tipo de guerra porque somos defensores de la paz”, dijo Lula.
El Cooper es el tercero de los cuatro Scorpenes de propulsión convencional planificados en el marco del Prosub, un programa de 7.200 millones de dólares para desarrollar los submarinos brasileños y su industria.
La “Angostura”, el último de estos ejemplares destinado a proteger los 8.500 kilómetros de costas del gigante latinoamericano, deberá ser lanzado al mar en 2025.
El acuerdo con Francia, que data de 2008, prevé también un quinto sumergible, que sería el primero de Brasil con propulsión nuclear.
“Quiero que abramos un capítulo para los nuevos submarinos (…), que miremos de frente a la propulsión nuclear respetando perfectamente todos los compromisos de no proliferación”, dijo Macron.
“Francia estará con ustedes”, añadió el presidente francés.
Brasilia busca convencer a París de aumentar su transferencia de tecnología para integrar el reactor y venderle equipos vinculados a la propulsión nuclear (turbina, generador).
“Si Brasil quiere acceder al conocimiento de la tecnología nuclear, no es para hacer la guerra. Queremos garantizar a todos los países que quieren la paz que Brasil estará a su lado”, declaró Lula.
El martes, primer día de la visita, Macron y Lula anunciaron un programa para recaudar 1.000 millones de euros (1.080 millones de dólares) para invertir en proyectos de economía sostenible en la Amazonía brasileña y franco-guyanesa.
Francia es el tercer mayor inversor en Brasil, con casi 38.000 millones de dólares, según datos del gobierno brasileño.
Macron se reencontrará el jueves en Brasilia con Lula, en el último día de su visita oficial.
