Festival de Cannes 2024: de Meryl Streep a Napoleón

Festival de Cannes 2024: de Meryl Streep a Napoleón
Festival de Cannes 2024: de Meryl Streep a Napoleón

Desde Cannes

Como cualquier institución, la Festival de cine de cannes Tiene sus tradiciones, pero –parafraseando a Groucho Marx– “si no te gustan éstas, tengo otras”. La noche del pasado martes, la gala inaugural de la 77ª edición fue lo más parecido a una ceremonia de los Oscar que ha hecho Cannes hasta ahora, con el inglés como idioma predominante y poder de las estrellas Hollywood a toda velocidad. Se sabe: si no puedes vencerlos, únete a ellos.

Después de 35 años de ausencia del festival, Meryl Streep regresó a la Croisette para recibir la Palma de Oro Honorífica de manos de Juliette Binoche (“la belle Binoche”, como la llamaba Meryl, hablaba y lloraba en inglés) y ver cómo la inmensa sala del Grand Théâtre Lumière le daba una gran ovación como si fuera el Dolby Theatre de Los Ángeles. Y todo ello después de haber recorrido a velocidad de crucero la carrera de la actriz con una serie de clips de sus películas más famosas, desde Kramer contra Kramer (1979) hasta su participación especial en Pequeña mujer (2019).

Por cierto, no fue una coincidencia. Este año, el presidente del jurado oficial de Cannes es el director de Pequeña mujer, Greta Gerwigquien se hizo mundialmente famosa como cineasta por su versión de Barbie. Gerwig también tuvo su festival de clips -como actriz y directora- y hasta cantaron una versión especial de “Modern Love” de David Bowie, como si fuera su cumpleaños, la canción que ayudó a hacer famosa la escena más famosa de frances ha (2012), la película que la lanzó al estrellato.

Era una velada deliberadamente femenina y esa sororidad entre pares llegó a mitigar en Cannes el impacto del #MeToo francés, que como era de esperarse ya está dando a conocer sus primeros nombres, como el del productor francés Alain Sarde, quien, según se conoció en el últimas horas, deberá enfrentar cargos por acoso sexual a nueve mujeres. “Las reuniones profesionales nocturnas en habitaciones de hotel con hombres poderosos ya no forman parte de los hábitos y costumbres de la vorágine de Cannes tras la adopción del #MeToo, y lo celebramos”dijo la actriz Camille Cottin, maestra de ceremonias, desde arriba del escenario. Mientras tanto, desde la terraza del Palacio y frente a la escalinata del festival, algunos trabajadores precarios se hicieron oír, luchando por su salario y su estabilidad laboral.

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Sin embargo, el verdadero acontecimiento de la inauguración del martes del Festival de Cine de Cannes fue estrictamente cinematográfico y una película francesa de principio a fin, protagonizada por un hombre que era nada menos que un emperador. La primera proyección pública en casi cien años de la versión definitiva del Napoleón vu para Abel Gance (1927), reconstruida por la Cinemateca francesa tras innumerables versiones anteriores, vino a demostrar que el cine del pasado todavía tiene mucho que enseñar al cine del presente, en su ambición artística, en su derroche de ideas y en su capacidad de hacer de la Historia en mayúsculas un campo de debate y agitación política.

A partir de una obra inmensa, una epopeya digna de una película, que requirió más de 15 años de investigaciones y búsquedas en archivos de todo el mundo y contó con un presupuesto de cuatro millones de euros, la Cinémathèque Française presentó lo que el director Costa-Gavras –presidente honorario de la institución- considerado en Cannes “una de las mejores películas de la historia del cine francés y también del cine mundial, un verdadero poema cinematográfico.”

El director no exageraba. z y de Desaparecido cuando presentó la película en la abarrotada Sala Debussy: la de Abel Gance (1889-1981) no es un relato histórico sentido estricto sino una visión lírica de la trayectoria del personaje a la que dedicó una película de más de siete horas, de las cuales sólo las cuatro primeras acaban de verse en Cannes (la versión completa se verá en París en vísperas de las celebraciones del 14 de diciembre). Julio). Este “aperitivo”, sin embargo, bastó para dar una idea de lo que era capaz el cine cuando aún no había incorporado el sonido y los cineastas se sentían libres de inventar un nuevo arte.

contemporáneo de Octubre (1927), de Sergei Mikhailovich Eisenstein, el Napoleón vu para Abel Gance También confirma cómo el cine de la época contribuyó a configurar los distintos imaginarios nacionales. El héroe de la película de Gance es un héroe puramente cinematográfico, un aventurero de capa y espadaun Napoleón que sigue siendo el impulsivo Bonaparte, una especie de leyenda de su primera juventud, cuando defiende su Córcega natal de los intentos de “vender” su isla natal al mejor postor, entre ellos los ingleses, a quienes ya entonces aprende a odiar. .

Una extraña y fascinante paradoja habita en la película de Gance. es una pelicula a priori políticamente reaccionaria, pues exalta el patriotismo desenfrenado de su personaje y su temple militar, pero el director hace una película tan revolucionaria en sus formas que acaban permeando su contenido. Si hubiera que poner un ejemplo, está el episodio en el que el montaje paralelo sigue a Bonaparte mientras lucha solo contra un mar embravecido, a bordo de un barco cuya única vela es la bandera francesa que arrebató en Córcega a los filántropos. Británicos, mientras en la Asamblea Nacional los revolucionarios Danton, Robespierre y Marat (interpretado por un joven llamado Antonin Artaud) agitan a las masas a las que la cámara -siempre móvil- las compara con olas gigantescas, como si fueran fuerzas de la naturaleza.

“Se supone que es una película biográfica, como decimos hoy, pero en realidad no lo es en absoluto”, afirma el director de la Cinemateca Francesa, Frédéric Bonnaud. “Gance es una especie de odisea experimental, increíblemente atrevido en cuanto a edición y redacción. Gance tiene muchas ideas, las aplica todas y todas son buenas”. En esta inauguración de la sección Cannes Classics hay una tradición propia que el Festival de Cannes hace muy bien en mantener: como en 2022 fue la proyección de La mamá y el Putain (1973), de Jean Eustache, y el año pasado El amor fou (1969), de Jacques Rivette, ahora el Napoleón vu por Abel Gance Pone el listón muy alto para todo lo que vendrá a partir de ahora en los próximos diez días. No será fácil.

 
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