“¿Por qué necesitamos un casting sólo de mujeres o negros?”: Nelson Peltz, el suegro de Beckham que intenta cambiar Disney

“¿Por qué necesitamos un casting sólo de mujeres o negros?”: Nelson Peltz, el suegro de Beckham que intenta cambiar Disney
“¿Por qué necesitamos un casting sólo de mujeres o negros?”: Nelson Peltz, el suegro de Beckham que intenta cambiar Disney

En marzo de 2022, cuando la actriz y modelo Nicola Peltz se casó con Brooklyn Beckham en Palm Beach, parte de la atención mediática se centró en Nelson Peltz (Nueva York, 81 años), el padre de la novia. En ese momento, se explicó que el hombre que había actuado como anfitrión y pagado el obsequio era un famoso capitalista de riesgo y presunto filántropo, propietario de una “suntuosa” propiedad inmobiliaria, compañías financieras y cadenas de restaurantes de comida rápida como Wendy’s. Un tipo esquivo, “muy poco inclinado a pasar a primer plano”, simpatizante y destacado colaborador del Partido Republicano, pero también bien conectado con los demócratas a través de amigos personales como el senador Joe Manchin.

Peltz también fue descrito como un ermitaño de la opulencia que tenía un hangar privado en el que aterrizar su avión 727 y pasaba gran parte del año recluido en sus enormes mansiones de Montsorrel, Florida, y Bedford, cerca de Nueva York. York. En este último se rodeó de vecinos tan ilustres como Georges Soros, Donald Trump, Ryan Reynolds y Ralph Lauren.

Ese hombre, en gran medida, ya no existe. En los últimos dos años, el suegro de David y Victoria Beckham ha renunciado al relativo anonimato que le garantizan su discreción y sus costumbres hogareñas para volver a lanzarse al ruedo de una actividad notoria y frenética. Y lo ha hecho, en opinión de analistas como James B. Stewart y Lauren Hirsch, editores de Los New York Timesporque quiere dejar un legado, contribuir al triunfo de sus ideas políticas y sociales y, en definitiva, ganarse el “respeto” de sus conciudadanos.

Nelson Peltz y Elon Musk en 2024 en Los Ángeles.Axelle/Bauer-Griffin (FilmMagic)

El magnate neoyorquino desprecia la corrección política y está dispuesto a dedicar la última recta de su vida (tiene 81 años) a combatirla desde la trinchera más candente: la producción cultural. Peltz tiene un plan. En su papel de inversor activista, aspira a hacerse con el control de Disney, empresa de la que posee un importante bloque de acciones y a la que acusa de haber emprendido “una deriva”. despertó“Es tan perjudicial para el mundo como para sus propios resultados.

En particular, a Peltz le molesta que la principal filial de Disney, Marvel, esté produciendo éxitos de taquilla. como las maravillas cualquiera Pantera negra, protagonizada casi exclusivamente por mujeres y negros. Para él, esta apuesta por una diversidad extrema que aleja a la empresa de gran parte de su público potencial es “una receta para el desastre”.

las maravillas, Lanzado en noviembre del año pasado, ha recaudado alrededor de 206 millones de dólares hasta la fecha, lo que puede considerarse decepcionante. Por otra parte, es francamente difícil argumentar que Pantera negra, la sexta película más taquillera de la historia de Estados Unidos, le ha supuesto un lastre tener un reparto en el que predominan los actores afroamericanos. Peltz sostiene que a Disney últimamente le han faltado éxitos de taquilla pero, sobre todo, tiene una historia. En una estrecha coalición de intereses con el exdirector financiero de la empresa, Jay Rasulo, y con el omnipresente Elon Musk, perejil de todas las salsas capitalistas, el millonario exige desde 2022 un par de puestos en el consejo de administración de la empresa y amenaza con purgar su liderazgo actual.

Un doloroso portazo

El complot palaciego estuvo cerca de tener éxito el 3 de abril. Esta vez, Peltz contó incluso con la aquiescencia del poderoso fondo de inversión Blackwell Capital, al que había persuadido de la urgencia de imponer un cambio de rumbo a los estudios que crearon Mickey Mouse. La orden era muy seria. Pero Bob Iger, director ejecutivo de Disney, consiguió el apoyo de accionistas mayoritarios como George Lucas en el último minuto y consiguió que la junta directiva se resistiera a los diseños de Peltz.

Marvin Hier, Nelson Peltz y Rupert Murdoch en un evento en el hotel Waldorf Astoria de Nueva York en 2006.Evan Agostini (Getty Images)

Pero el inversor no está acostumbrado a perder. Y sí, por otro lado, se toman sus pocas derrotas como reveses temporales que pueden revertirse en la siguiente ronda. Tras el fracaso de su cambio de rumbo digno de un capítulo de SucesiónPeltz ha acudido estos días a algunos medios para asegurar que lo suyo es un intento de recuperar los resultados económicos de la empresa. Afirma que Disney “se debe a sus accionistas”. En consecuencia, no va a tirar la toalla, a menos que la junta cumpla “lo prometido” y mejore las cuentas de resultados.

El dinero no es problema. A Peltz se le atribuye un patrimonio personal que no ha dejado de crecer en los últimos años y que ronda ya los 1.500 millones de euros. Es cierto que apenas es una centésima parte de lo que posee Musk, pero es suficiente, aparentemente, para situarle entre las 500 mayores fortunas del planeta. Por eso no parará hasta, como declaró Tiempos financieros, Disney vuelve a ser Disney y supone que “el público no va al cine para recibir sermones o lecciones”. Quiere ficciones menos femeninas, más heterosexuales y menos comprometidas con la diversidad étnica. “¿Por qué tengo que ver una película de Marvel donde todo son mujeres?” —Preguntó Peltz. “No tengo nada en contra de las mujeres, pero ¿por qué tengo que ver eso? ¿Por qué necesito una película de Marvel con un reparto exclusivamente negro?

Peltz, nacido en el seno de una familia judía en Cypress Hills (uno de los barrios del distrito de Brooklyn) en 1942, ha recorrido un largo camino desde que apareció en sociedad, con poco más de 20 años, en el rutilante panorama social. Neoyorquino de mediados de los sesenta. Por entonces apenas se estaba abriendo camino en el negocio familiar, Peltz & Sons, y su rutina diurna consistía en conducir un camión de reparto que llevaba productos congelados a algunos de los mejores restaurantes de Nueva York. Por las noches actuaba como playboy emergente y coleccionista de novias trofeo, actrices sobre todo (Jennifer O’Neill era una de ellas), y aprovechó la oportunidad para mezclarse con lo mejor de la bohemia hippie de Greenwich Village.

tal como éramos

Estos últimos contactos explican su breve y desconcertante carrera como actor secundario en películas como Hola mamá (1970), el precoz delirio contracultural de Brian De Palma protagonizado por un jovencísimo Robert De Niro, en el papel de un veterano de la guerra de Vietnam que probó suerte como productor de porno casero para acabar enrolado en la célula terrorista más hilarante y cochina del mundo. historia del cine. En ese ambiente aparece por unos instantes un Peltz que empezaba a tomarse en serio los negocios, se había casado con la rica heredera Cynthia Abrams y había renunciado ya a su sueño juvenil de establecerse en Oregón como instructor de esquí, con su sempiterna montura de concha. anteojos. y su sonrisa de vendedor de coches de segunda mano, en una escena que es la antesala de una noche de fiesta.

Brooklyn Beckham y Nicola Peltz en Nueva York en 2024.Gilbert Carrasquillo (GC Images)

Peltz se parodiaba de sí mismo, de su ya consolidada reputación de sinvergüenza, pero también exhibía su proximidad a cierta izquierda caviar neoyorquina, de la que De Palma formaba parte, caracterizada tanto por su rechazo a la guerra de Vietnam como por una actitud festiva y estilo de vida disoluto. Aquellos caprichos hippies se irían desvaneciendo con el tiempo, aunque no su interés por el cine (también participó en los doce de Ocean), que ha transmitido a sus hijos.

El caso es que Peltz y su hermano mayor, Robert, dedicaron la década de los setenta a incrementar considerablemente el patrimonio familiar adquiriendo muchos de los restaurantes a los que suministraban productos desde hacía años. En 1972 se asociaron con Peter May, el tercer vértice del triángulo empresarial que les llevaría al éxito. Ya en los años ochenta, Nelson empezó a volar por cuenta propia, diversificando sus inversiones y fundando empresas como Triangle Industries, vendida años después por una auténtica fortuna.

En 2005, Peltz fundó finalmente Trian Partners, el fondo de inversión de capital riesgo que le ha permitido asociar su nombre a grandes empresas como Pepsi, Procter & Gamble, Heinz, Cadbury, Kraft Food y Disney, como inversor activista y salvador vocacional. de empresas que considera sin dirección o en problemas. Entre una cosa y otra, ha habido tres matrimonios y diez hijos, dos de ellos (Nicola y Will) actores y un tercero, Brad, profesional del hockey sobre hielo.

Crepúsculo de los dioses

El caso es que Peltz se acercaba a la vejez con una vida decidida, más centrada en disfrutar de los éxitos de su descendencia que en seguir añadiendo ceros a sus cuentas corrientes. Pero las controversias culturales modernas hicieron que volviera a interesarse por la política.

En una protesta contra las políticas laborales de la cadena de hamburgueserías Wendy’s, se mostró una figura de su dueño, el empresario Nelson Peltz.Erik McGregor (LightRocket vía Getty Images)

Durante años se había especializado en patrocinar las carreras de legisladores de perfil centrista, como el citado Joe Manchin, pero la irrupción de George W. Bush y su “conservadurismo compasivo” le hizo abandonar la pugna por la equidistancia y el talón, de forma muy clara. , A la derecha. Ya en 2020 ofreció su apoyo explícito a Donald Trump, convencido como estaba de que su presidencia había sido un éxito y una feliz restauración de los valores estadounidenses.

Meses después, durante el asalto al Capitolio, mostró su arrepentimiento y tildó de irresponsable a Trump. Incluso decidió apostar por el gobernador de Florida, Ron De Santis, como candidato presidencial en las elecciones de este año pese a no compartir su conservadurismo moral ni su voluntad de combatir el aborto. Pero Trump ganó las primarias y Peltz, una vez más, cambió de opinión y puso su influencia y su dinero al servicio del vecino de Bedford con el que mantiene una intensa relación de amor-odio.

Ayudar al expresidente a regresar a la Casa Blanca es uno de sus objetivos estratégicos ahora mismo, aunque no al nivel de su complot para hacerse con el control de Disney. En este último está invirtiendo toda su pasión, su experiencia y su saber hacer. Los expertos aún no han visto claramente cuál será el desenlace de tan enredado asunto, aunque son más los inversores que abogan por que Disney se sacuda la agenda progresista: la única salida para Iger, parece, es que la compañía dé buenos resultados pues lo demás no debe ser cuestionado. Porque aún hay más: Elon Musk lleva unos días insistiendo en que la entrada de Peltz en la junta directiva es el estímulo que Disney necesita, y la historia demuestra que Musk suele conseguir lo que se propone. Por su parte, Peltz recogió el guante afirmando: “Elon es mi amigo. Le tengo en muy alta estima. No tiene ego. Puede que te cueste creerlo, pero he pasado mucho tiempo con él y él escucha a todo el mundo”.

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