‘Caprichos’, ‘Desastres’, ‘Disparates’ y ‘Tauromaquia’: todos los grabados de Goya, juntos por primera vez

‘Caprichos’, ‘Desastres’, ‘Disparates’ y ‘Tauromaquia’: todos los grabados de Goya, juntos por primera vez
‘Caprichos’, ‘Desastres’, ‘Disparates’ y ‘Tauromaquia’: todos los grabados de Goya, juntos por primera vez

Francisco de Goya llevaba más de dos décadas pintando para los Borbones y los aristócratas ilustrados de Madrid cuando empezó a centrarse en su obra más personal, personal, arriesgada y ambiciosa de la época: sus grabados. Sin encargos, peticiones ni garantía alguna de poder venderlos, el genio de la pintura española se limitó a retratar la sociedad española (sus dramas, su vida cotidiana, su diversión, su ignorancia, sus necesidades, los vicios del clero o la dedicación a la brujería) a través de grabados. En su época fracasaron estrepitosamente al no encontrar la manera de llegar a un público mayor, pero hoy se consideran una expresión sublime de la realidad del momento, una realidad que él supo convertir en arte. Nadie se había atrevido a hacerlo.

La Academia de Bellas Artes de San Fernando, la misma que rechazó a Goya en sus inicios y que hoy alberga una de las colecciones más importantes de su arte y la única lección que dejó escrita, inaugura este viernes una exposición única: por primera Por una vez en la historia, las más de 200 planchas que realizó el pintor estarán juntas y expuestas junto con los grabados que imprimió a partir de ellas. Toda la serie lucirá así, por primera vez, los rostros: el caprichosel Desastresel Disparates y el Toreo. La mayoría de las placas también han sido restauradas gracias a una nueva técnica descubierta en Roma. Todo un evento.

La exposición se llama El despertar de la conciencia porque, como ha escrito su comisario, el académico Víctor Nieto, estamos hablando del momento en el que Goya “se aleja de las condiciones académicas y cambia su actitud como pintor, que para él ya no es sólo una profesión sino un medio de expresión”. su actitud.” vital y crítico”.

Los compañeros académicos Estrella de Diego y Javier Blas muestran con entusiasmo los preparativos de la exposición en vísperas de su inauguración. Y explican algo que causa enorme orgullo en la Academia: el equipo encargado de la restauración ha conseguido retirar el acero que cubría el cobre original sobre el que trabajó directamente Goya y recuperar la plancha tal y como estaba. En él ha trabajado un equipo formado por especialistas propios, de la Universidad Carlos III, el Museo del Prado y la Calcografía Nacional de Roma, que previamente habían logrado realizarlo sobre planchas del gran grabador italiano Giovanni Piranesi. “La mano de Goya está aquí mismo. Aquí se puede ver cómo grababa al aguafuerte, aguatinta y luego los toques directos a buril”, comenta Javier Blas mientras muestra una de las estampas del Toreo. Y señala algo clave: la última imagen de esta serie es un ser humano muerto, y no el toro.

‘Caprichos 42’: ‘Tú que no puedes’, de Francisco de Goya (c. 1797). Tira de cobre. Aguafuerte y aguatinta bruñida.Real Academia de Bellas Artes de San Fernando / Calcografía Nacional

Y es que, frente a todos aquellos que interpretan un aplauso incondicional al toreo de Goya, hay que saber que su visión de la fiesta incluye lo menos festivo y lo más cruel de una tradición que ya en su tiempo sufrió cierta prohibición y interrogatorio. Goya siempre introdujo en su obra la reflexión crítica, sin cerrar filas. Lo hizo con la corrida de toros, por ejemplo, pero también con los monarcas que retrataba, las familias reales, la curia, las mujeres o el pueblo. Nunca hubo servilismo en su mirada, ni cheque en blanco, sino una independencia y una verdad que se magnifican en estos grabados creados libremente, preludio de una oscuridad que encontraría su apogeo en la Pinturas negras.

El genio aragonés siempre dijo que tuvo tres maestros: Velázquez, Rembrandt y la naturaleza. Y fueron los grabados de estos dos pintores los que estudió hasta que se le cayeron los ojos. Aprendió del pintor sevillano copiando sus obras. Y este trabajo inicial también se puede ver más adelante en esta exposición, cuando rota con el Disparates.

Lo más destacado son, sin embargo, las 213 láminas y sus estampas que componen sus cuatro grandes series y de las que sólo se ha expuesto una pequeña parte. La Academia tira por fin la casa por la ventana y expone los años 80 caprichosel 82 Desastres de la guerra, las 33 piezas de Toreo y 18 Disparates (todos excepto cuatro que todavía están en Francia). En total, las cuatro series emblemáticas en las que Goya innovó y se alejó de todos los convencionalismos sin recibir prácticamente nada a cambio. Próximamente, estos 18 Disparates Rotarán con los 13 Grabados para cuadros de Velázquez, además de el rígido y San Francisco de Paulalo que te permitirá ver el tesoro completo: las 228 planchas y sus grabados que se conservan en la Calcografía Nacional.

‘Desastres de la guerra 50’: ‘¡Madre infeliz!, de Francisco de Goya (c. 1811-1812). Primera edición.Real Academia de Bellas Artes de San Fernando / Calcografía Nacional

“Es la primera vez en la historia que se van a exhibir juntos. “Ningún ser humano, ni siquiera él, podría jamás verlos así”, afirma Blas, que detalla el difícil camino que recorrió Goya con esta producción que retrataba la sociedad real: desde la caprichos, realizada a finales del siglo XIX, sólo imprimió y vendió algunos ejemplares; Acabó entregando las planchas a la Casa Real para evitar un juicio por parte de la Inquisición; Eran malos tiempos; el Desastres de la guerra de Independencia los registró, pero no los selló, porque eran demasiado peligrosos; el Toreo Lo editó, pero también vendió muy poco. Y la serie de Disparates, enigmático e inacabado, lo conservó. “Si el Desastres Fueron difíciles de ubicar, Disparates Eran difíciles de entender”, afirma Blas.

Estrella de Diego, también escritora y profesora de arte, explica la dificultad que tenían los grabados en su época: “Goya muestra la muerte, la vejez, lo grotesco, y eso incomoda al público”, dice. No en vano recogen los temas más oscuros y críticos que el genio aragonés plasmaría más tarde en las paredes de su Quinta del Sordo, su última morada en Madrid, donde expresaría la angustia y la desesperación de una España desquiciada tras el regreso de Fernando VII: el Pinturas negras.

Las planchas y sus estampas convivirán en la exposición con cuadros memorables cedidos temporalmente por el Museo del Prado y otros reubicados por la propia Academia. Aquí tenéis los retratos de Moratín y Jovellanos, cuadros tremendamente innovadores y valientes como Casa loca, baile de brujas cualquiera El entierro de la sardina, así como algunos de sus autorretratos. Pero son esos grabados, la obra más íntima de Goya, los que han pasado a la historia de manera especial al recoger también en palabras su filosofía llena de sabiduría. Llegará el momento de saborear grandes frases como “El sueño de la razón produce monstruos”. Y, en todo momento, seremos testigos de material recuperado tal y como él lo concibió.

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