La lotería de las energías renovables dibuja un nuevo futuro para la industria en España

La lotería de las energías renovables dibuja un nuevo futuro para la industria en España
La lotería de las energías renovables dibuja un nuevo futuro para la industria en España
Dos técnicos trabajan, a mediados de febrero, en la instalación de una nueva placa solar en Teruel.Joan Cros (NurPhoto/Getty Images)

España quedó fuera de la primera revolución industrial y llegó tarde a la segunda. Un desequilibrio que se arrastra desde hace décadas y que explica, en gran medida, la brecha de renta con los países más ricos de Europa. Hoy, a medio camino entre la tercera y la cuarta revolución industrial, la suerte le sonríe: con uno de los costes eléctricos más bajos del Viejo Continente, tiene una oportunidad de oro no sólo para frenar su temida desindustrialización sino para atraer actividades que hoy eligen otros países. . La media docena de expertos consultados por este diario coinciden en que la mano es buena, con cartas envidiables. Pero, lejos de caer en un triunfalismo prematuro, todavía hay que jugar bien.

Amazon realizó la semana pasada una inversión de casi 16.000 millones de euros en una gran red de centros de datos en Zaragoza y Huesca. Una actividad cuestionada por su alto uso de agua y en plena fuga de algunas de sus actuales centros continental (Ámsterdam y Dublín), donde no tiene electricidad ni red. Amazon ha visto en Aragón un lugar ideal para echar raíces: la electricidad renovable, tanto solar como eólica, brota; grandes extensiones de tierra disponibles; mano de obra calificada con salarios más bajos que en los países más ricos de Europa; y proximidad a Francia, desde donde conectar con el resto de la UE. El anuncio es de esos que quitan el hipo. Y, también, una especie de adelanto de lo que está por venir.

“Estamos muy bien posicionados: nos favorecen tanto las renovables como el cambio de paradigma geopolítico. Es una gran oportunidad, pero no se va a materializar por sí sola”, explica Natalia Collado, economista de EsadeEcPol especializada en energía y mercados regulados. “Hay otros países que siempre han cuidado más su industria, ofreciendo precios artificialmente bajos a los grandes consumidores electrointensivos. Ahora eso se ha revertido, pero tenemos que asegurarnos de que lleguen las industrias que queremos: que aporten valor añadido e innovación”, explica.

Ventaja competitiva

Los centros de datos y las fábricas de baterías –como la de Volkswagen en Sagunto (Valencia)– han sido los primeros sectores que han puesto sus ojos en la Península Ibérica, en gran medida porque se trata de industrias nuevas y en constante expansión, en las que no hay costes de reubicación: es No se trata de cerrar una planta, sino de abrir nuevas instalaciones.

Sin embargo, si todo va según lo previsto, pronto otros sectores darán prioridad a España en sus planes europeos. “Son sólo el primer ámbito en el que se ve que nos ha tocado la lotería. Pero es sólo el preludio de lo que está por venir”, resume Daniel Pérez, autor de Superpotencia renovable (Arpa Editores, 2023). “Estamos asistiendo, quizás sin darnos cuenta, a un cambio estructural: a partir de ahora España tiene una ventaja competitiva que antes no tenía”.

Esta idea, que ya ha comenzado a afianzarse en algunos entornos especializados, aún no está muy extendida. “Aún no somos vistos como el paraíso energético europeo que somos”, afirma Pérez, que exige un mayor esfuerzo a las autoridades para “vender” esta idea en el exterior: “Si queremos aprovecharlo necesitamos explicación, relato y pedagogía. “Toda política de atracción de inversiones debería tener en portada la imagen de un parque fotovoltaico”. Los contratos de electricidad industrial a largo plazo son ya un 40% más baratos en España que en el resto de la UE.

“Nos están llamando, sobre todo, cementeras y centros de datos”, afirma Plácido Ostos, de LevelTen Energy, una de las mayores plataformas de acuerdos energéticos bilaterales del mundo y, por tanto, muy buen termómetro de lo que está pasando en el mundo. sector. “No debería sorprendernos tanto el reciente anuncio de Amazon: lo que más mira una industria electrointensiva es la expectativa de precio promedio [de la luz]. Y España tiene circunstancias de sol, viento y orografía para gestionar el agua que le permiten tener electricidad recurrentemente barata. Tarde o temprano, eso se notará en las inversiones”.

Precios… y geopolítica

El reciente giro en los precios de la electricidad ha sido radical. No sólo por la situación actual -con valores cero, e incluso negativos- cada vez más recurrente, sino por el punto de partida: hace apenas unos años, como recuerda Pratheeksha Ramdas, analista senior de Rystad Energy, el mercado eléctrico español Era uno de los más caros del Viejo Continente. Hoy, con las renovables cubriendo dos tercios de la demanda, lo que se dice que será pronto, España compite con los países escandinavos para ver quién tiene la electricidad más barata. Con el sol como dato diferencial: la misma instalación fotovoltaica genera el doble de horas en la Península Ibérica que en Alemania.

A esta situación favorable también contribuye el cambio en la dinámica geopolítica. El furor por el libre comercio y las importaciones baratas e indiscriminadas en los años noventa y en la primera década de este siglo ha dado paso a una realidad completamente diferente, en la que los grandes bloques económicos luchan por integrar cada vez más producción industrial en su territorio. o, al menos, en la de los países amigos. “Si la UE, como ya lo ha hecho Estados Unidos, realmente comienza a favorecer hecho en europa“España puede convertirse en uno de los grandes beneficiarios de las deslocalizaciones”, proyecta Alejandro Labanda, director de Transición Ecológica de la consultora BeBartlet. “Las decisiones tomadas por la nueva Comisión Europea [la que salga de las urnas el 9 de junio] Van a ser claves”, advierte.

Dentro de estas potenciales deslocalizaciones, España tiene –de nuevo– que saber jugar sus cartas. “Tenemos que mostrar nuestros atributos: que aquí, además de barata, la electricidad es renovable y no fósil. Eso, con cada vez más empresas buscando deslocalizarse a lugares con energía verde para incluirla en sus informes de sostenibilidad, vale mucho”, afirma Gonzalo Escribano, investigador principal y director del programa de Energía y Cambio Climático del Real Instituto Elcano. Con un recordatorio: “Está muy bien emprender la carrera para atraer nuevas industrias, pero también hay que acelerar la descarbonización de las que ya existen: fertilizantes, cerámica, refinerías, automóviles…”. Sólo electrificando los usos industriales y domésticos (coche eléctrico, aerotermia…), España eliminaría de un plumazo un enorme volumen de emisiones de CO₂ y, también, miles de millones de euros de importaciones de petróleo y gas natural.

El problema de la red

Sin embargo, hay varias deudas en el horizonte. “España tiene que invertir más en red y en tecnologías de almacenamiento, para evitar vertidos, y reforzar su capacidad de interconexión para convertirse en exportador de energía”, recuerda Ramdas, de Rystad Energy. Un punto, este último, que no depende tanto de España -que lleva años pidiendo refuerzo en el cable de red- sino de Francia que, pese al salvavidas que le echó España en 2022, tiene el grueso de su parque nuclear. juego exterior.

La red es, sin embargo, el gran cuello de botella de esta nueva era energética e industrial. Aunque el sector lleva años reclamando más atención en este punto -una visión en parte interesada, ya que una parte importante del negocio de las grandes eléctricas reside en la distribución-, los rumores ya han llegado a los centros de decisión.

Este mismo miércoles, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, afirmó estar “muy consciente” de que la red eléctrica no está siendo capaz de suministrar la energía que necesita la industria. Sus palabras no surgieron de la nada: respondieron a una pregunta parlamentaria del PNV, partido mayoritario en el Ejecutivo vasco, una de las comunidades más industrializadas de España y en la que estos problemas se hacen sentir desde hace meses.

¿Centros de datos o industria?

Que los centros de datos estén siendo los primeros en llegar tiene sentido se mire como se mire. “Un solo correo electrónico de 10 kilobytes consume hasta 0,074 microvatios de electricidad, imagínense cuánta inteligencia artificial se necesitará”, ilustró esta semana la analista de Energy Intelligence Amena Bakr. De ahí que, en clave europea, España parta con varios largos de ventaja.

El auge inversor en los centros de datos -con potencial de crear ecosistemas tecnológicos a su alrededor- se topa, sin embargo, con una realidad un tanto incómoda: si no se produce un salto cualitativo en la red, tarde o temprano habrá que priorizar determinados sectores. sobre otros al otorgar permisos de acceso a la demanda. “Hoy el bien escaso es la red eléctrica. Y, entre un centro de datos y una industria manufacturera, prefiero una fábrica, que trae más mano de obra”, afirma Pérez, que concluye con una advertencia a los navegantes: “Sería una pena apoderarse de la red eléctrica con centros de datos, impidiendo así la llegada de otras industrias”.

Sigue toda la información Economía y Negocio en Facebook y Xo en nuestro boletín semanal

Suscríbete para seguir leyendo

Leer sin límites

_

 
For Latest Updates Follow us on Google News
 

PREV Podrían valer miles – .
NEXT Puentes seguros con ayuda de drones e inteligencia artificial