«Para matar al padre se necesitaba un ejército» – .

En la urbanización Medina Azahara, a 17 kilómetros de Chiloeches (Guadalajara), reina el silencio. Es la tónica general de esta pequeña ciudad formada por 800 familias. Todos se conocen desde que se construyeron las primeras casas hace 20 años, pero cuando llegan del trabajo todos regresan a casa y viven allí sus vidas. Todos menos los chavales, los jóvenes de 18 a 25 años que se reúnen en los campos deportivos de las afueras de la urbanización para verse por las tardes y hacer los pocos planes que permiten las siete calles donde se encuentran los dos o tres pisos. Se organizan chalets. .

Laura, una de las chicas que frecuentaba las pistas, ya no está. Su cuerpo, junto al de su padre Ángel y su madre Elvira, fueron encontrados por Yeray, el más pequeño de la familia, una vez los bomberos sofocaron las llamas que, en la madrugada del viernes al sábado, ahogaron toda la primer piso. de tu hogar. Sin embargo, su muerte no estuvo relacionada con el incendio. Las marcas de puñaladas en los cuerpos indicaban que allí había ocurrido algo más que un accidente.

La culpa parece pesar sobre los vecinos de la urbanización, porque ninguno de ellos se dio cuenta de lo que estaba pasando entre las dos y las cinco de la madrugada, ni del posible triple crimen ni de las llamas. Ni siquiera la vecina de atrás, que sí se levantó, sino por los ladridos de los perros: “Pensó que alguien había tocado su portón y los molestaba. “No le di importancia y ahora he cometido mi error”, lamenta esta mujer, que prefiere no dar su nombre a este diario por miedo a que los asesinos busquen venganza. Lo mismo ocurre con el resto de vecinos con los que ha podido hablar ABC. En general, todos coinciden en que si se muestran o se enfrentan a los medios, su casa podría ser la próxima escena del crimen.

Ángel era un tipo grande, medía casi dos metros, sabía defensa personal y además era profesor de taekwondo.

De hecho, creen que hay más implicados que los tres jóvenes que detuvo la Guardia Civil el pasado domingo. «Es imposible que a Ángel lo mataran tres de ellos. Para derrotar a un tipo así se necesita al menos un ejército”, dice el marido de la vecina más cercana. Conocía perfectamente al padre, porque sus hijos iban al mismo colegio que Yeray y Laura y muchas veces se turnaban para recoger a los niños. Ángel era un tipo grande, medía casi dos metros, sabía defensa personal y además era profesor de taekwondo. «Era muy afable, demasiado buena persona para lo que era capaz de hacer. Si quería, te hundía en el suelo con una de sus manos, que parecían raquetas de tenis.

“Un buen chico”

Los vecinos también descartaron inmediatamente una de las primeras hipótesis, que Yeray pudiera ser el culpable. “Mi hijo era muy amigo suyo y lo primero que me dijo fue: ‘mamá, es imposible que haga algo así con lo tímido y estancado que es’”, explica el dueño del Don D’ Bar María, a dos cuadras de la casa. familiar. Ella también piensa lo mismo, Yeray y su padre eran idénticos, tanto por fuera como por dentro. “Es un buen tipo, no sé cómo va a salir adelante solo, sin su familia”, añade.

«El exnovio de Laura es un quinqui, un delincuente de poca monta que trata con su círculo en Pioz»

Las opiniones son diferentes cuando se pregunta por el exnovio de Laura. Los rostros de los vecinos cambian por completo. “Es un quinqui, un delincuente de poca monta que trata con su círculo en Pioz”, explica un cliente del bar, que ha visto cómo uno de los supuestos detenidos -al que llaman ‘el tartaja’- vendía droga a delincuentes en más de un ocasión. niños del pueblo. “Para cometer un asesinato así habría que estar ‘vestido’, el chico es un sinvergüenza pero a la hora de la verdad no puede enfrentar a nadie, es un cobarde”, dice este vecino.

Al parecer, el padre “tenía interés” tanto en la pareja de su hija como en su círculo de amigos. No los dejaba entrar a su casa y siempre quedaban con Laura en el bar para tomar unas cervezas o cenar unas pizzas. A todos les sorprende que una chica tan tranquila y prudente como Laura se juntara con “lo peor de Pioz”. “A veces los buenos acaban rodeados de gente mala, capaz de arriesgarse a la primera oportunidad”, sostiene nuevamente el dueño del bar. La ‘sentencia popular’ de la urbanización recae sobre el exnovio, sin embargo, hasta el momento la Guardia Civil no le ha detenido ni le ha señalado como posible implicado.

 
For Latest Updates Follow us on Google News
 

NEXT Escuche jazz de los 70 de Miles Davis, Alice Coltrane y más en “Visions”