La nueva estafa de los repartidores de gasolina para vender por su cuenta

La nueva estafa de los repartidores de gasolina para vender por su cuenta
La nueva estafa de los repartidores de gasolina para vender por su cuenta

Sancti Espíritu/La primera vez que el mensajero del gas le trajo a Sonia balita ajena en lugar de la suya propia, para que pudiera “cocinar unos días”, la mujer se sintió incómoda pero aceptó. Residente en Sancti Spíritus, jubilada, con dos nietos a quienes frecuentemente les prepara el almuerzo, tardó un tiempo en entender cómo funcionaba el “negocio”: postergar los plazos para devolver el depósito -y con una sonrisa en el rostro- el hombre. Usó el cilindro vacío para contrabandear gas por su cuenta.

El negocio es más efectivo en la medida en que el mensajero tenga más balas. Si el ciclo sigue vivo, con los cilindros rodando de mano en mano, el empresario podrá acortar los tiempos de espera y atraer menos atención de sus clientes. Si algo falla siempre está “la guara”, explica Sonia, recurriendo a la simpatía personal para que la persona no pierda la paciencia.

Cuando esto sucede, incluso los empresarios más hábiles deben actuar en conjunto y tocar todas las puertas. Tiene que acudir al punto de venta, a empleados estatales o a reservas de emergencia –como la bala provisional que recibió Sonia–: el tiempo es, como en ningún otro trabajo, dinero.

“Una vecina me explicó lo que estaba pasando y cambié de mensajero”, cuenta Sonia. “Empezó bien. Llegó a las once de la mañana y regresó con la balita a las once y media. Pero empezó a demorarse cada vez más, hasta que me trajo esa bala de su casa. Se lo conté a mi vecino y pasó lo que pasó”.


“Empezó bien. Llegó a las once de la mañana y regresó con la balita a las once y media. Pero empezó a tardar cada vez más”

Ahora, espera que la persona que está haciendo sus recados no le falle. La última vez que fue ella misma a buscar gasolina -hace varios días- utilizando la aplicación Ticket, su experiencia en la fila fue abrumadora. “Regresé con dolor de cabeza”, dice. Había reservado una cita en la aplicación desde principios de febrero.

Su pensión, de poco más de 2.000 pesos, no alcanza para que Sonia pueda pagarle a un mensajero de “clase alta”, que por 1.000 pesos se abre paso tranquilamente en la cola y, a través de contactos, se asegura un puesto privilegiado en la espera. La cola era “un atrevimiento, un desastre”, se lamenta Sonia, al ver delante de ella a una veintena de personas que, sabía, le habían tomado el turno unos días antes.

“Vendieron 20 lugares A la izquierda y les dieron las balas. La línea, si la haces por Ticket, no circula. De dónde sacaron esos 20 puestos, si compré mi turno en febrero”, afirma. Entre el agobio y la corrupción, el caso de Sonia es común entre los cubanos que deben pasar por canales oficiales -o por medios “económicos”, como contratar mensajeros más baratos y poco confiables- si quieren adquirir una balita.

Si tienen suerte y dinero lo conseguirán, pero muchas veces ni siquiera eso es suficiente. Por otra parte, en Holguín confirmó 14ymedio, las colas para comprar gasolina se hacen de forma habitual: se compra por orden de llegada. Las plataformas virtuales llevan más de un mes inactivas.

Pero, desde Pinar del Río hasta Guantánamo, prevalece la misma ley: lucha girar en la fila es solo el primer paso. Luego llega el sol -más duro a medida que se acerca el verano- y la espera interminable, entre jóvenes desbordados y ancianos que amenazan con desplomarse en cualquier momento por desmayo.

 
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